Crowdfunding

Crowdfunding

   Robert Graves dijo en una ocasión que no hay dinero en la poesía pero tampoco hay poesía sin dinero. Y cuánta razón tenía. Porque cuando el dinero escasea y uno ha tomado la estrafalaria decisión de dedicarse a la poesía ‒o a la literatura en general‒ tiene un serio problema. O naces en una familia acomodada como la de Lord Byron o la de Emily Dickinson y puedes permitirte el lujo de escribir versos, o te gastas el poco dinero que tienes para comer publicando un libro de versos que nadie va a comprar, como hizo Walt Whitman. Otra alternativa es buscarte un trabajo serio. El romántico William Wordsworth consiguió un trabajo tan poco romántico como el de recaudador de impuestos. Con un poco de suerte puede que incluso ese trabajo de verdad tenga algo que ver, acaso remotamente, con la literatura, como ocurrió con Edgar Allan Poe y el periodismo.

   En el caso de T. S. Eliot, el autor se ve obligado a empezar a trabajar en el banco Lloyd’s de Londres en 1917, el mismo año en que publicaría su primer gran poema, La canción de amor de J. Alfred Prufrock, que lo consagraría como una de las grandes promesas de su generación. Tan grande que su amigo Ezra Pound, convencido de su genialidad, opinaba que Eliot estaba malgastando su talento en aquel trabajo, que asfixiaba su creatividad y no le dejaba tiempo suficiente para escribir. Así que en 1922 Pound, que era feliz ayudando a toda clase de artistas, organizó una pionera campaña de crowdfunding para recaudar los fondos necesarios para liberar a Eliot de su tedioso trabajo de banca y permitirle dedicarse a tiempo completo a la escritura.

T. S. Eliot

T. S. Eliot

   En aquella época Eliot atravesaba por una crisis nerviosa que poco tenía que ver con su trabajo de banquero y que le llevó a tomarse un permiso de tres meses. El verdadero motivo es fue que su esposa, Vivienne Haigh-Wood, padecía neurosis y con el paso de los años esto condujo a Eliot a un matrimonio tormentoso y destructivo. En aquel momento Eliot compaginaba su trabajo y su malestar con la redacción de su gran obra maestra, La tierra baldía, cuya oscuridad es gran medida fruto de esa situación, y Pound pensó que un respiro económico le vendría bien para centrarse en la poesía.

   Bajo el nombre de Bel Esprit, Pound organizó una campaña que no tenía nada que envidiar en cuanto a organización a las de Kickstarter, Verkami o Indiegogo. Elaboró un atractivo folleto en el que se presentaba la campaña y se señalaba su objetivo: los mecenas aportarían 50 dólares anualmente para conseguir 1.500 dólares al año con la finalidad de retirar a Eliot del banco y permitirle que se dedicara a la escritura. En el folleto Pound dejaba claro además que no se trataba de caridad. La idea no era recaudar un subsidio o una pensión; Bel Esprit era una inversión en poesía que generaría dividendos de los que podría disfrutar toda la humanidad.

   La campaña no funcionó demasiado mal. Pound logró convencer a unos cuantos amigos ‒todos ellos artistas‒ para que participaran. Entre ellos estaban William Carlos Williams o Ernest Hemingway, aunque este último se gastó en el último momento toda su aportación en las carreras de caballos, como relata en París era una fiesta.

Ezra Pound

Ezra Pound

   Todo parecía marchar bien hasta que surgió un pequeño inconveniente: Pound había tomado la decisión sin consultárselo a Eliot y resultaba que el poeta banquero no quería dejar su trabajo. No solo apreciaba el sueldo fijo que le procuraba sino que no le disgustaba. Con todo, Eliot permitió que Pound siguiera con la campaña adelante, al menos hasta que el plan se filtró a la prensa y el diario The Liverpool Post escribió que Eliot había aceptado las donaciones y que se mantenía en el banco por avaricia e ingratitud. Como no era cierto Eliot, que temía por su trabajo en el banco, exigió al periódico que se retractase.

   Lo cierto es que al final resultó que Bel Esprit no fue necesario. Eliot consiguió que la millonaria Lady Rothermere financiara la creación de una revista literaria de primera línea, The Criterion, donde apareció publicada La tierra baldía por primera vez. Un mes más tarde el poema era publicado por primera vez en Estados Unidos en la revista The Dial. En libro fue publicado en Nueva York al mes siguiente por el editor Horace Liveright y en Inglaterra en septiembre de 1923 por Hogarth Press, la editorial de Virginia Woolf. A pesar de todo, parece que en agosto de 1923 Pound todavía seguía empeñado con Bel Esprit e hizo dos ingresos en la cuenta de Eliot por valor de 550 dólares.

   En 1925 Eliot, por fin, dejó su trabajo en el banco y se dedicó al muy noble oficio de editor. Quizá la campaña de crowdfunding de Ezra Pound no fue un éxito porque no alcanzó su objetivo, pero hay que reconocer que estuvo muy adelantada a su tiempo. Hoy en día cada vez es más habitual ver cómo los libros ‒incluida la poesía‒ se publican a través del crowdfunding y Pound tuvo la visión de proponer este método de financiación a principios de los años veinte. No hay duda de que si el poeta por excelencia de la Generación perdida viviera en nuestro tiempo portales como Kickstarter o Verkami arderían de literatura.

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