Se les considera una generación de nativos digitales ‏‒término acuñado por Marc Prensky en 2001‒, pero eso no significa que prefieran utilizar la tecnología en absolutamente todas las facetas de la vida. De hecho, en el tradicional debate entre libros impresos y digitales un reciente estudio ha demostrado que los niños prefieren leer en el tradicional formato de papel. El estudio se ha desarrollado tomando como muestra niños de una edad comprendida entre 4 y 6 años, a los que se les entregó distintos dispositivos para leer como Kindles, iPads o teléfonos móviles. No es solo que incluso quienes eran lectores habituales no tendían a elegir el formato digital frente al de papel, es que cuantos más dispositivos estaban al alcance de los niños en general parecía menos probable que leyeran.

   Este estudio coincide con una investigación anterior centrada en la manera en la que leen los adolescentes. Ese trabajo concluyó que mientras algunos estudiantes disfrutaban leyendo libros digitales, la mayoría de ellos, a pesar de tener acceso a ese tipo de tecnología, no lo usaban de forma regular con esa intención. De hecho, los lectores más ávidos no solían leer libros en pantallas.

   Esto ha tenido un reflejo en las ventas, según ha informado el diario The Guardian: las ventas de libros electrónicos están cayendo mientras que las de libros en papel vuelven a crecer. Esta tendencia se inició en 2015, y en su día se atribuyó al boom de los libros de colorear para adultos y a determinados fenómenos editoriales como La chica del tren de Paula Hawkins o Ve y pon un centinela de Harper Lee. Sin embargo, una encuesta realizada por Nielsen Book Research UK en 2016 atribuyó este repunte al aumento de ventas de libros impresos en ficción infantil, lo que demostraba que los más jóvenes preferían los libros físicos a los digitales. Según Nielsen el 50% de todas las ventas de ficción estaban en formato ebook mientras que solo el 4% de la ficción infantil era digital. Estos datos coinciden con una encuesta que la agencia de investigación juvenil Voxburner realizó en 2013 y que concluía que el 62% de los jóvenes de 16 a 24 años preferían imprimir libros digitales. La previsión de Steve Bohme, director de investigación de Nielsen Book Research UK, es que las ventas de libros digitales sigan cayendo en 2017, a no ser que se produzca algún avance en la tecnología de los libros electrónicos.

   A pesar de esto, el mito de que los jóvenes prefieren leer en formato digital está bastante extendido, y ha empezado a tener importantes repercusiones en los sistemas educativos y en las bibliotecas públicas de países como Estados Unidos o Australia, donde se ha optado por eliminar una gran parte de los libros en papel en favor de los libros digitales. Al tomar esta decisión, estas instituciones están limitando el acceso a los libros a los jóvenes más lectores, lo cual podría tener un impacto negativo en su hábito lector a la larga.

   El gran problema, parece ser, es que la lectura en un dispositivo digital da más pie a las distracciones, al permitir que el usuario cambie fácilmente entre aplicaciones. Esto puede ser un problema para jóvenes que ya de por sí tienen una atención dispersa y que prefieren la recompensa inmediata de un juego antes que la lectura reposada. Otra dificultad añadida es que damos por hecho el que por haber nacido rodeados de tecnología los niños tengan que saber cómo funcionan los dispositivos para leer y en realidad este tipo de usuario solo conoce el funcionamiento de estos aparatos para los tres o cuatro usos más frecuentes.

   Los libros digitales no tienen tanta capacidad para fomentar la lectura como se piensa. Frente a ello, en The Conversation se ofrecen una serie de claves para animar a los niños a la lectura, como estar en contacto con gente que lee, crear y acceder de forma regular a espacios para leer en casa y en la escuela ‏‒sin grandes ruidos ni distracciones y con una iluminación adecuada‒, dar tiempo para la lectura, permitirles elegir los libros que les gustan a ellos o propiciar diálogos sobre libros. Es cierto que existe una tendencia a que los niños dejen de leer a medida que van creciendo, pero eso ocurre simplemente porque se les va retirando el estímulo y esto les lleva a asumir que la lectura no es algo importante para ellos.

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