Jorge Luis Borges. Caracas, 1982

Jorge Luis Borges. Caracas, 1982

   A veces pensamos que hemos inventado la rueda cuando en realidad no hacemos sino darle vueltas a una idea que lleva siglos rodando. El arrogante hombre del siglo XXI se cree el inventor del selfie pero en realidad hay que retroceder hasta 1839 para dar con el origen del autorretrato. Y lo mismo pasa con el selfie de baño, un género caracterizado por poner morritos sexis en ropa interior frente al embaldosado, la puerta con la toalla colgada, los cepillos de dientes y el enjuague bucal. No deja de sorprender que un tipo de fotografía de tan dudoso gusto, puesta de moda por adolescentes y elementos como Kim Kardashian, fuera practicada desde la década de los ochenta por algunos de los más grandes escritores del siglo XX. El responsable de este disparate es el fotógrafo venezonalo Vasco Szinetar.

   Szinetar sentía una verdadera pasión por el mundo audiovisual desde muy joven, lo que le llevó a estudiar cine primero en la escuela León Schiller, de Lodz, Polonia, y después en la escuela International Film School de Londres. Sin embargo, al regresar a Venezuela encontró en la fotografía más que en el cine su verdadera vocación. Su carrera se inició cuando empezó a retratar a algunos de sus amigos escritores y una de esas fotos fue publicada en el diario El Nacional de Caracas. Desde ese momento Szinetar comenzó a retratar a algunos de los personajes más importantes de la cultura y de la política de todo el mundo.

   Uno de los primeros y más importantes logros de Szinetar fue hacerle un autorretrato a Borges. Logró engatusar al escritor que dijo que los espejos son abominables para hacerse una fotografía delante de uno de ellos en junio de 1982. Fue en la casa del escritor Miguel Otero Silva. Borges y su esposa María Kodama se encontraban asediados por periodistas y Szinetar sabía que conseguir la ansiada instantánea era algo poco menos que imposible. Así que el fotógrafo se dedicó a conversar con María, hasta que la convenció para que llevara a Borges al baño. Así nació el selfie de baño de Borges, una de sus fotografías más conocidas. Esta foto se convirtió en una tarjeta de presentación para Szinetar, gracias a la cual muchos otros escritores aceptaron ser retratados en idénticas circunstancias, como ocurrió con Salman Rushdie.

   Así fue tomando forma a lo largo de los años su serie «Frente al espejo», una galería de retratos con personalidades como Umberto Eco, Emile Cioran, Allen Ginsberg, John Ashbery, Geraldine Chaplin, Juan Goytisolo, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Álvaro Mutis, Joaquín Sabina, Fernando Savater, entre muchos otros. Para Szinetar el espejo del baño es una alusión al mito de Narciso y a la vez permite investigar el paso del tiempo a través de su propia persona, que aparece también en las fotografías. Confiesa el fotógrafo que aunque su larga trayectoria contribuye a allanar al camino para llevar al baño a personajes tan destacados, a lo largo de los años ha desarrollado toda una serie de estrategias para conseguirlo, lo que no quiere decir que no haya algunos que se le hayan resistido, como fue el caso de Cees Nooteboom.

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