No conviene subestimar la valiosísima labor de los traductores, porque son el eslabón invisible entre lenguas y, por tanto, entre culturas. Como tampoco conviene subestimar la complejidad de este trabajo, como expresa el proverbio de origen italiano «traductor, traidor». Traducir es mucho más que trasladar un mensaje desde una lengua de origen a otra de llegada, es conseguir impregnar una lengua con la cultura de otra lengua distinta sin que se note que nos encontramos ante una traducción. Que traducir es mucho más que ir cambiando el significado de las palabras una por una lo demuestran experimentos hasta ahora fallidos como el de Google Translate, que rara vez consigue ofrecer traducciones mínimamente aceptables.

   Por esto, a ningún editor en su sano juicio se le ocurriría dejar la traducción de un libro en manos de un programa informático. O al menos, así había sido hasta ahora. La distribuidora japonesa de libros electrónicos Media Do acaba de presentar un sistema de traducción automática basado en una Inteligencia Artificial que utilizará para que sus libros estén al mismo tiempo en japonés y en inglés. A diferencia de sistemas como Google Translate, esta tecnología de traducción es capaz de aprender frases tanto en japonés como en inglés, además del vocabulario y la gramática, mejorando así la calidad de sus traducciones, en un proceso conocido como aprendizaje profundo.

   La I.A. no solo será capaz de traducir libros enteros sino que podrá extraer frases clave del texto para crear una sinopsis. En un primer paso para implementar esta tecnología, Media Do ofrecerá a partir de finales de año un resumen automático para los usuarios de su librería digital. Esta sinopsis no estará fija sino que variará en función de las peticiones de usuario, que podrá decidir el numero de palabras que quiere que tenga. La traducción automática hará el resto del trabajo traduciendo sobre la marcha los resúmenes del japonés al inglés.

   De esta manera, Media Do espera alcanzar en los próximos años un mercado mucho más amplio, el de los lectores en inglés, y darle un buen empujón al mercado de los libros digitales que en Japón, como en el resto del mundo, ha empezado a estancarse.

   Evidentemente, el gran argumento de Media Do es que esta tecnología hará que la traducción sea un proceso mucho más rápido y barato que con las traducciones convencionales. Sin embargo, hay que reconocer que dejar al criterio de una máquina algo tan delicado y complejo como es la traducción, y que exige tanto conocimiento no solo de los idiomas sino de las culturas implicadas, es cuanto menos arriesgado. Y plantearlo de forma automática, sin que ni siquiera pase por una revisión humana, una absoluta imprudencia y una total falta de responsabilidad.

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