Katsufumi Sato poniendo los carteles

   En la prefectura japonesa de Iwate, en la isla de Honshu, tienen un problema con los cuervos, especialmente en el Centro Internacional de Investigación Costera del Instituto de Investigación de la Atmósfera y el Océano, de la Universidad de Tokio. Un tsunami golpeó el edificio de tres plantas el 1 de marzo de 2011, dando lugar a gravísimos desperfectos. El tercer piso fue reparado para usarlo de forma temporal, pero los pisos primero y segundo estaban tan destrozados que solo se despejaron los desechos y el espacio quedó convertido en almacén. La primera invasión de cuervos tuvo lugar en la primavera de 2015. Los pájaros, que entraban por las tuberías y las ventanas rotas, no solo destrozaron y arrancaron el material aislante de las tuberías de los techos de las instalaciones sino que provocaron severos daños a las viviendas próximas al centro de investigación e incluso hubo residentes que tuvieron que ser trasladados a otras áreas.

   En estas circunstancias, tratar de ahuyentar a los pájaros poniendo en todos los accesos letreros en los que está escrito el mensaje «Prohibida la entrada a cuervos» puede sonar a broma. Sin embargo, todas las evidencias apuntaban a que el sistema funcionaba. La idea, propuesta por el investigador medioambiental de la Universidad de Utsunomiya Tsutomu Takeda al profesor de etología Katsufumi Sato, fue aplicada en el Centro Internacional de Investigación Costera con éxito. En un primer momento se pensó que podía tratarse de una casualidad pero con el tiempo hubo que reconocer que los carteles funcionaban.

   Entonces, ¿hay que pensar que los cuervos han estado aprendido japonés y obedecen lo que está escrito en los carteles porque saben leer? No exactamente. La explicación de Takeda es una especie de versión animal del efecto Pigmalión. El personal del Centro Internacional de Investigación Costera está más atento a los cuervos debido a las señales, así que cuando ven pájaros tienden a mirarlos, a señalarlos y a hacer comentarios, lo que hace que los animales se asusten con más frecuencia. La gente tiende a mirar al cielo y a buscar cuervos con mucha más frecuencia.

   A falta de una hipótesis más sólida, habrá que creerse la teoría de Takeda. Es eso, o aceptar que los cuervos japoneses han aprendido a leer. Lo cierto es que Sato sigue poniendo carteles en la zona, los pájaros siguen manteniéndose alejados, la gente sigue viendo los carteles y mirando al cielo eb busca de cuervos.

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