Roba como un artista de Austin Kleon

   En 2010 el escritor y artista Austin Kleon comenzó a pintar de negro páginas de periódicos haciendo que algunas palabras quedaran sueltas y se conectaran formando frases breves ‒el mismo método que utilizó Antonio Orihuela para escribir un libro entero‒. Kleon recogió todos esos textos en un libro titulado Newspaper Blackout y lanzó una página en la que se publicaban textos de lectores de todo el mundo hechos con ese mismo procedimiento. Newspaper Blackout lanzó a Kleon a medios tan prestigiosos como The Wall Street Journal o le dio la oportunidad de hablar de creatividad para TEDx o para The Economist. En una de esas charlas sobre creatividad, en la que Kleon se dirigía a estudiantes universitarios del norte de Nueva York, estructuró su discurso en diez puntos que le hubiera gustado que alguien le contara cuando empezó en el mundo del arte. Kleon aprovechó que la charla se volviera viral para profundizar en esas ideas. Así nació el libro .

   Antes que nada conviene aclarar ese polémico título. Kleon distingue entre el ladrón malo y el bueno, el de guante blanco. Recogiendo la idea de Picasso de que los artistas mediocres copian y los grandes artistas roban, «robar» no quiere decir aquí plagiar sin más sino estudiar no una sino varias fuentes, reflexionar sobre ellas, mezclarlas, transformarlas y citarlas dándoles el merecido crédito. Al tratar la noción de originalidad, Kleon aclara que no hay nada que sea completamente original porque nada viene de la nada.

   Cuando alguien se atreve a decir que algo es original es simplemente porque no es consciente de la fuente original, de las referencias que hay detrás, de cómo se mezclan, cómo interactúan. Los grandes artistas, esos a los que se refieren Picasso, son conscientes de esas referencias y las seleccionan cuidadosamente. Todo artista forma parte de una genealogía creativa y Kleon aprovecha para mostrar la suya. Jack London, por ejemplo, que tenía una formación autodidacta y que fue rechazado por decenas de editoriales, copió página tras página las obras de Rudyard Kipling. Con ese esfuerzo London intentaba absorber la musicalidad y la cadencia de Kipling.

   Lo importante es fraguarse esa genealogía. Las ideas creativas que se pueden robar están por todas partes: en las charlas con los amigos, en los profesores que has tenido, en las películas que ves, en la música que escuchas, en los lugares que visitas o en los libros que lees. Sobre todo en los libros que lees. Por eso es tan importante, dice Kleon, estar siempre leyendo, visitar bibliotecas y librerías, estar siempre rodeado de libros, aunque no se vayan a leer de inmediato, porque nada hay más importante que una biblioteca de libros no leídos. Uno acaba siendo la suma de todos esos componentes, de todo aquello que deja entrar en su vida y por lo que se deja influenciar. Toda persona creativa es, en potencia, un coleccionista de ideas, de buenas ideas. Es por eso que hay que tener alma de coleccionista y rodearse de buenas ideas.

   Una vez que se han localizado esas ideas inspiradoras, llega el momento de robar como un artista. Y digo ideas porque lo recomendable es no limitarse a una única fuente sino a muchos, que es la manera de conseguir que el resultado sea original. Austin Kleon distingue entre imitar y emular: imitar significa copiar sin más pero al emular se consigue ir un paso más allá. Si solo se imita la superficie del trabajo de otra persona, sin entender de dónde viene, tu trabajo no será nada más que una mala imitación. El buen robo tiene que interiorizar la forma de ver al mundo del original y transformarlo de manera que se logre hacer algo propio, conseguir convertirlo en algo mejor que el original. Robar como artista no es copiar, es transformar. La idea es terminar escribiendo el libro que a uno le gustaría leer, el cuadro que le hubiera gustado que alguien pintara.

   Otro punto sobre el que llama la atención Kleon es el trabajo manual. Aunque Internet y las redes sociales son una herramienta excelente para colaborar y estar conectados, es importante también alejarse de la pantalla y sumergirse en el trabajo físico real. «Los ordenadores nos han robado la sensación de que realmente estamos haciendo cosas», advierte Kleon, que tiene un «escritorio analógico» y otro «digital» para trabajar en cada uno de ellos de manera separada. La actividad física es importante; hay que involucrar a todo el cuerpo dentro del proceso creativo y no limitarse únicamente al cerebro.

   Estas son solo algunas de las ideas que se pueden sacar del libro de Austin Kleon. Es sorprendente que en tan pocas páginas, llenas de citas, ejemplos e ilustraciones y con una cantidad de texto mínima, el autor haya conseguido reunir tantas ideas útiles sobre la creatividad. Porque, eso también hay que señalarlo, el libro como objeto es una auténtica obra de arte que conviene tener en papel simplemente para deleitarse pasando las páginas. La lectura es rápida y amena ‒se lee en dos ratos‒, además de estimulante. Los consejos son bastante prácticos para ayudar a desarrollar el hábito creativo, o el hábito de pensar de forma creativa. Ofrece herramientas para que uno pueda crear crear su propio su arte, independientemente de la disciplina que desarrolle. Porque la creatividad está en todas partes y es para todos. «Recopilar ideas, mezclarlas y volver a darles forma para descubrir tu propio camino» sería una buena manera de sintetizar este libro de lectura necesaria para aquellos que quieran sacarle el máximo provecho a su creatividad.

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