Con el tiempo, y las idas y venidas por el los anchos e interminables océanos de Internet, uno va atesorando una lista de sitios en los que se siente tan a gusto como en casa y a los que vuelve cada dos por tres. Quien siga mis andanzas por La piedra de Sísifo sabrá que el blog Notas para lectores curiosos de Elena Rius, del que he hablado en decenas de artículos, es uno de esos lugares. Porque aunque es cierto que en el mundo digital levantas una piedra de piedra y te salen de debajo páginas sobre literatura como churros, no es menos cierto que la originalidad escasea, más allá de la afiliación amazónica o de las reseñas del «te resumo el libro y esto me gusta y esto no me gusta». Por eso, cuando supe Elena iba a dar el salto de la pantalla al papel y que además lo hacía en la colección Tipos móviles de Trama Editorial, que tiene joyas como ,
o
, entre muchas otras, sabía que el libro, titulado
, iba a ser de los de fondo de armario.
¿Qué ha pasado de Notas para lectores curiosos a El síndrome del lector? Convertir un blog en libro en ocasiones puede parecer un ejercicio gratuito. ¿Para qué hacerlo, si todo está disponible de forma gratuita en Internet? Como Elena dice en la introducción del libro, el formato blog, con su estructura cronológica, tiende a ser más efímero en cuanto que los artículos más antiguos tarde o temprano acaban cayendo en el olvido, en ese pozo sin fondo que es la red, cosa que no ocurre en el libro, donde la página 89 no es ni más ni menos importante que la 121. Sin embargo, El síndrome del lector es mucho más que una transcripción palabra por palabra del contenido del blog. Elena ha cribado cincuenta artículos de entre un total de más de cuatrocientos, eliminando aquellos más circunstanciales o fugaces y manteniendo los que cumplen con un mínimo de calidad ‒que los que conozcáis el blog sabéis que es bastante alta‒, que además han pasado por un proceso de revisión y, en algunos casos, de reescritura.
Al mismo tiempo, los artículos han sido agrupados en cuatro bloques temáticos titulados «Maneras de leer», «El síndrome del lector», «Curiosidades librescas» y «Galería de bibliómanos». Cada una de ellas está precedida de una pequeña introducción donde se nos explica de qué se va a hablar. El primero de ellos es una sección que incluye pequeñas reflexiones, de no más de dos o tres páginas, en los que se hace un repaso sobre el acto de leer desde distintos puntos de vista, desde los hábitos de los lectores hasta dónde o cuándo se lee. Algunas partes están muy en la línea de .
Los tres apartados restantes siguen una línea bastante parecida a la de La piedra de Sísifo y a la de títulos como Enfermos del libro de Miguel Albero o Libros malditos, malditos libros de Juan Carlos Díez Jayo. Están llenos de anécdotas y curiosidades acerca del mundo del libro, de lectores incurables y sus manías o de coleccionistas enfermizos. Cosas que pasan cuando te gustan mucho los libros, libros para ligar, viajar con libros, packs literarios, finales abruptos, personajes literarios y sus nombres, libros falsos, y así varias decenas de artículos. ¿Cómo no enamorarse de un libro así? Cuando además se da la circunstancia de que la persona que se encuentra detrás de Elena Rius ‒que es un seudónimo‒ es María Antonia de Miquel, una profesional de la edición con dilatada carrera detrás, con diferentes oficios relacionados con los libros, entre los que destacan el haber sido directora literaria de Edhasa, de Destino y de Alba Editorial, además de haber escrito un par de manuales de técnicas de escritura ‒hasta aquí no hago mucho spolier porque Lorenzo Silva lo desvela en el prólogo‒. Experiencia y conocimiento del mundo del libro y de la lectura no le falta.
«El síndrome del lector no es una enfermedad que venga reseñada en ningún manual de medicina pero ha sido descrita con frecuencia en la literatura», dice la contracubierta en referencia al título. No es sencillo describir qué se siente cuando se abre un libro para sumergirse en una buena historia literaria. Hay quien lo compara con abrir un agujero negro, con dar un salto a otra dimensión, en un reino secreto y fugaz, el de la imaginación, donde todo está permitido, donde cualquier sueño está al alcance del lector. Y cuando sales de él, solo quieres repetir esa sensación una y otra vez, solo quieres volver a abrir alguno de esos portales maravillosos y volver a perderte en ese mar de tinta y palabras. Dicho así, parece comprensible que uno acabe convirtiéndose en un devorador de libros, que quiera repetir la experiencia una y otra vez, hasta desarrollar una verdadera adicción. ¿Habrá contraído entonces ese síndrome del lector del que habla Elena Rius? Leer sus artículos y disfrutarlos son, desde luego, una manera inevitable de terminar desarrollándolo. O quizá sea el síntoma más evidente. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿El lector obsesivo o la obsesión por leer?
disfruté mucho leyéndolo