
La librería Bartleby (Calle Cádiz 50, Valencia). Comics, libros, vino y un buen ambiente para hablar de lo que más nos gusta.
¿De qué se habla en una tertulia literaria?
Alberto Torres Blandina (Cosas que nunca ocurrirían en Tokio, Con el Frío, Contra los Lobos…) organiza estas reuniones en la librería Bartleby de Valencia. Un grupo de escritores, un libro en común, todo por hablar, nada que esconder. En ocasiones, los autores del libro elegido se arriesgan a unirse a la tertulia.
Por fortuna, se han encontrado las crónicas de lo allí sucedido.
Noviembre 2016
En esta ocasión nos juntamos para hablar del libro VOCES DE CHERNÓBIL, un ensayo de corte periodístico sobre el desastre nuclear de Chernóbil, con multitud de diferentes voces y puntos de vista de testigos y protagonistas; desde bomberos a vecinos que aún viven en la zona, pasando por políticos, médicos o soldados de la extinta URSS. La autora se llevó un Nobel para casa, y este libro justifica el por qué.
Lectura totalmente recomendable, si bien es crudo como él solo, sobre todo porque cada palabra rezuma una realidad que sí, nos sonaba, pero de la que no hemos sido del todo conscientes de su gravedad. Intentamos recordar cómo lo vivimos por entonces, Alberto aseguró, no solo una, sino tres veces, que él tenía diez añitos y que no se acuerda de mucho. Huelga decir que nadie le creímos, ya le hacíamos por lo menos universitario.
En definitiva, a jóvenes y no tan jóvenes nos sorprendió la lacra de información que hubo y que hay sobre el tema. Concluimos que, como especie, hacemos las cosas mal, muy mal. Aprendimos o recordamos mucho de la historia reciente, del fin de la URSS, de sus procedimientos de andar por casa, que, de haber ocurrido por estas tierras, no se habrían sacrificado unos cuantos héroes por el bien de su país, de su sociedad y a cambio de un diploma, aquí no habría acudido al Kilómetro cero del desastre ni el tato. Aquí, todos en casa, de baja.
Y mientras arreglábamos el mundo y lo criticábamos pedimos una segunda ronda. Hablamos del humor negro que gastan los bielorrusos, incluso cazamos en el libro algunos ejemplos, un par de chistes malos sobre su propia desgracia, como el de: qué diferencia hay entre una sopa ucraniana y una sopa de Chernóbil: que la de Chernóbil lleva un par de dedos más. Joer, qué pasote. Y es que el pueblo bielorruso y nosotros nos parecemos más de lo que suponíamos, incluso cocinan un plato muy parecido a la paella, en ingredientes y en preparación. También coincidimos en lo del humor negro. Yo para rendirles el respeto que se merecen, diría que no gastan humor negro, sino un humor radioactivo. Joer, qué pasote
Por supuesto hablamos de más cosas, del nuevo libro de Alberto, CONTRA LOS LOBOS, de un viaje a Islandia…qué se yo. Lo que no comprendo es que, con el libro que teníamos entre manos, espeluznante, terrible por mentar una realidad tan incómoda, nos pongamos a hablar de sexo…sí, sí, de sexo, así, de repente y como quien no quiere la cosa, que venga un psicólogo y me explique el asunto. Confesamos nuestras primeras experiencias y nos reímos de cuando nuestras pobres madres se enteraron de que su hijo/hija había pasado a la versión 2.0, de sus diferentes reacciones, desde la histeria a la compresión y apoyo de mejor amiga, pasando por imposición de castigos infantiles de arresto domiciliario, confiscación de la consola y embargo de la paga; para que tú y tus hormonas os lo penséis mejor en la próxima ocasión que se presente. También se mentó a algún amante no del todo bueno que ejem-ejem. Y Aurora, a la que obligamos a beber más de la cuenta, se tuvo que marchar, y me encomendó que no perdiera detalle, que anotara los pelos y señales de cada palabra que dijéramos a partir de su ausencia, pero Alberto sentenció: «lo que se dice en Bartleby, se queda en Bartleby».
Donde manda patrón…pues eso…lo siento, Aurora, preferiría no hacerlo.
No hay comentarios