Tras morir Nabokov, el autor dejó instrucciones para que el manuscrito inconcluso de su última novela, El original de Laura, fuera destruido. Su viuda, en lugar de respetar sus últimas voluntades, decidió converservarlo. El manuscrito permaneció en la cámara acorazada de un banco suizo hasta que en abril de 2008 Dmitri Nabokov, hijo y albacea literario del escritor, comunicó su intención de publicarlo, lo que ocurriría un año después. Este episodio dio lugar a un interesante debate sobre quién es el verdadero dueño de la obra ‒por supuesto desde un punto de vista moral, no legal‒, si se deben respetar los últimas deseos de sus creadores y hasta qué punto es correcto publicar esbozos o textos inacabados. ¿Y qué pasa cuando lo que el escritor desea destruir es una obra completa y cerrada y no algo inacabado? A lo largo de la historia muchos autores han destruido o han tenido deseos de destruir su obra, algo incomprensible desde un punto de vista lógico, porque es como destruir una parte de sí mismos.
Recientemente hemos tenido ocasión de volver a verlo con las novelas inacadas de Terry Pratchett. Al morir en marzo de 2015, tras una larga batalla contra el Alzheimer, el autor de la colorida y satírica serie Mundodisco dejó instrucciones para que su obra no terminada fuera destruida, pero no de cualquier manera; muy en su línea, Pratchett pidió que fuera aplastada por una apisonadora, como su amigo y escritor Neil Gaiman comentara en su día al Times.
Rob Wilkins, que fue su ayudante durante más de quince años y que gestiona el legado literario de Pratchett, tuiteó desde la cuenta oficial del escritor ‒y que ambos compartían‒ que estaba a punto de cumplir con su obligación hacia Terry, junto con una imagen de un disco duro intacto. A continuación tuiteó otra imagen en la que mostraba ese mismo disco duro destrozado. Además, siguiendo los deseos de Pratchett, su obra fue destruida con una apisonadora, una vieja John Fowler & Co. El acontecimiento tuvo lugar en un lugar muy curioso, en el Great Dorset Steam Fair, una feria anual de vehículos y maquinaria a vapor, antes de la inauguración de una nueva exposición sobre la vida y obra del autor en el museo de Salisbury, y de la que el disco duro, ya destrozado, formará parte desde septiembre.
Desde que Pratchett fuera diagnosticado de Alzheimer en 2007, el que fuera autor de más de 70 novelas se convirtió en defensor de la eutanasia, sobre la que incluso llegó a dar una conferencia. A pesar de la enfermedad, Pratchett continuó escribiendo y publicando, cada vez más con la ayuda de otros, hasta su muerte en 2015. Sus dos últimas novelas, fueron publicadas a título póstumo: ‒en colaboración con Stephen Baxter‒ y
‒la última novela de la saga de Mundodisco‒.
No hay comentarios