Nelly Sachs y Samuel Agnon preparándose para recoger el Nobel en la ceremonia de Estocolmo, el 10 dediciembre de 1966

   Aunque en ciencias no es extraño que el Premio Nobel se comparta, con el Nobel de Literatura solo ha ocurrido en cuatro ocasiones a lo largo de su historia. No están nada claros cuáles son las pautas que hacen que este galardón se comparta. Hay quien piensa que, aunque se supone que el premio está al margen de cuestiones políticas, este tipo de criterios, llevado en no pocas ocasiones por favoritismos nacionales, llega a salpicar su concesión ‒lo que puede acabar en meteduras de pata‒. Esta puede ser una posible explicación para justificar el reparto de la medalla. Aunque también puede ocurrir, por qué no, que el Comité no se ponga de acuerdo y que haya división, más o menos homogénea, en cuanto a la consideración de quién merece el premio.

   De cualquiera modo, según la página del Premio Nobel, en la década de los setenta se estableció una política con dos condiciones para compartir el premio ‒siempre entre dos escritores y nunca entre más‒: «que cada uno de los dos candidatos fuera el único digno del Premio» y «que hubiera una comunidad entre ellos que justificara el procedimiento».

   ¿Tal vez el carácter de excepcionalidad tal vez se deba a que el premio compartido corre el riesgo de ser visto solo como medio laurel? Quizá esto sea una tontería, pero la cuestión es que casi todos los escritores que compartieron el Nobel de Literatura hoy en día son muy poco conocidos, como puede verse a continuación.

1904: Frédéric Mistral y José Echegaray

   Frédéric Mistral fue un dramaturgo francés que escribió en occitano, una lengua hablada sobre todo en el sur de Francia. Se le concedió el Premio Nobel, según el Comité, «en reconocimiento a la originalidad fresca y la verdadera inspiración de su producción poética». Sus obras, explicó el Comité, «reflejan fielmente el paisaje natural y el espíritu nativo de su pueblo». Además se reconoce «su importante trabajo como filólogo provenzal». Su obra más famosa es tal vez un largo poema titulado «Mireille», publicado en 1859, al que dedicó ocho años de esfuerzos.

   El dramaturgo José Echegaray es quizá algo más conocido en el ámbito hispánico por ser el primer español en recibir el Nobel de Literatura. El Comité le concedió el Premio para reconocer sus «composiciones numerosas y brillantes en las que revivió las grandes tradiciones del drama español». Aparte de su nombre, es probable que ninguna de sus 67 obras de teatro ‒34 de ellas en verso‒ sean recordadas. Hay que decir su tuvo gran éxito entre el público de su época, pero ha acabado cayendo en el olvido porque la crítica posterior ha señalado su falta de valores literarios. Una de sus piezas más conocidas es El gran Galeoto.

1917: Karl Gjellerup y Henrik Pontoppidan

   Gjellerup y Pontoppidan, ambos daneses, compartieron el Premio Nobel de Literatura en mitad de la Primera Guerra Mundial. Gjellerup fue un poeta y prosista que fue premiado por «su variada y rica poesía, que inspiró ideales elevados», mientras que de Pontoppidan se reconocieron sus «auténticas descripciones de la vida actual en Dinamarca».

1966: Shmuel Agnon y Nelly Sachs

   Tras la Primera Guerra Mundial, nadie compartió el Premio Nobel de Literatura durante casi 50 años, hasta que Shmuel Agnon y Nelly Sachs lo hicieron. Shmuel Yosef Agnon fue un novelista judío nacido en Ucrania que residía en Israel en el momento en el que fue premiado ‒de hecho, se considera el primer autor israelí en ganar el Nobel‒. El Comité reconoció su «arte narrativo profundamente característico, con motivos de la vida del pueblo judío». Como otros escritores judíos, escribió en hebreo y está considerado como uno de los autores más representativos de la literatura moderna hebrea. Una de sus obras más conocidas es la histórica épica El pabellón nupcial, de 1931.

   Nelly Sachs nació en Berlín, Alemania, pero al ser judía durante la Segunda Guerra Mundial se exilió a Suecia y vivió gran parte de su vida en Estocolmo. Con una obra que gira mayoritamente en torno al tema judío, esta escritora fue galardonado con el Nobel «por su destacada escritura lírica y dramática, que interpreta el destino de Israel con fuerza conmovedora».

1974: Eyvind Johnson y Harry Martinson

   No se había cumplido una década todavía desde el último Nobel de Literatura compartido, cuando esta excepcional situación se produjo por última vez, en 1974. Una vez más, dos escritores de la misma nacionalidad, esta vez suecos, compartían el premio. Eyvind Johnson fue reconocido «por un arte narrativo, de enorme visión en el tiempo y en el espacio, al servicio de la libertad». Entre sus obras destacan Odisea, Regreso a Ítaca de 1946 y Los días de su majestad de 1961. La explicación que dio el Comité para la concesión del Premio a Harry Martinson era algo más poética. Se decía que sus escritos habían conseguido «abarcar desde una gota de rocío a todo el universo».

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