Dicen los estudios que polarizarse es cada vez más fácil y que abrir la mente se ha convertido en un ejercicio complicado (y peligroso). Que viajamos hacia una humanidad desconectada en la que cada ser humano vive en su propia burbuja de realidad falsedad, una construcción a medida fruto de cortar en finas lonchas lo que ocurre fuera, de dejar pasar solo unos pocos posos de verdad. Aquellos que encajan con nuestra forma de ver el mundo.

no estar de acuerdo leer

   El gráfico de arriba, del estudio La emoción modela la difusión del contenido moralizado en las redes sociales muestra «El contagio moral en base a la ideología política». Los puntos representan mensajes (tweets) y las líneas cómo estas se comparten (retweets). El gráfico demuestra cómo la mentalidad liberal estadounidense (azul) tiende a infectar con ideas la mentalidad conservadora (rojo) con más frecuencia que en sentido contrario.

Vivimos en apacibles burbujas de información sesgada

   Dicho esto, que el azul vaya ganando o que los rojos sean más permeables al cambio de ideas que los azules dice poco sobre el enorme problema que se observa en ambos lóbulos, y que se pone de manifiesto en el estudio de William Brady et al: nos estamos aislando nosotros solitos.

   Lo más llamativo del estudio no son esos cañonazos de ideas infecciosas que el buque azul lanza contra el rojo para hundirlo, sino cómo el grueso de los mensajes solo impactan en personas que ya los tienen interiorizados. En otras palabras, no hay renovación de ideas dentro de las burbujas que los propios usuarios tejen a su alrededor, y penetrar esa corteza ideológica se vuelve con el tiempo más difícil.

   Hay poco espacio para el diálogo, como lamentablemente estamos viendo a nuestro alrededor con las distintas maneras de comprender la identidad regional y la democracia; y la opinión pública queda muy lejos de cualquier tipo de debate. Dentro hilo:

Hablar con quien es diferente, leer aquello con lo que no comulgas

   Decía hace unos días Iñaki Gabilondo (no soy especialmente fan, pero confieso que tiene ideas que considero brillantes) que la postura más arriesgada hoy día es la moderación, la escucha activa y el reconocerse como equivocado a uno mismo tras haber interiorizado el mensaje del otro.

   Y esto se debe a que dibujamos una línea casi sagrada a nuestro alrededor e identificamos cualquier idea que viene de fuera como un ataque personal. Como tal, nos escudamos en nuestras creencias y modos de ver el mundo y contraatacamos en lugar de dialogar.

   Una vez alcanzado este comportamiento, dar marcha atrás y declararse culpable de ser ingenuo se vuelve casi imposible. Demasiada inercia en cualquiera de las direcciones tomadas hacen que el único camino posible sea una huida hacia delante, un pisar el acelerador o apretar el puño para vencer el pulso de la otra parte. Una a la que más nos convendría aprender a escuchar si esperamos que pierda fuerza con nosotros, y no contra nosotros.

   Situarse, como dice Gabilondo, en un punto medio, en un gris entre blanco y negro, es complicado y arriesgado. Los blancos te considerarán demasiado negro, y los negros demasiado blanco; y ambas fuerzas te confundirán con aquello que ven ajeno y contra lo que luchan, reactivas.

   Creo sinceramente que las ideas solo tienen valor cuando vienen de dentro y no cuando aparecen como anticuerpos de ideas ajenas. Y para eso solo hay una cura: informarse, dialogar, leer. No queda otra. No hay caminos cortos, ni senderos ni atajos que lleven a comprender otra postura que no pase por bajar el escudo con el que nos protegemos y quedar a merced de ella. Expuestos.

   Es por eso que hoy os animo a coger la prensa que lleváis años sin leer y consultarla sin prejuicios ni fobias, en la medida de lo posible. Nunca hemos tenido tan cerca el poder comprender a otra persona, pero sospecho que nunca hemos estado tan alejados de nosotros mismos. La lectura tiende puentes, y solo con ellos podremos dejar atrás los absurdos enfrentamientos entre vecinos que se están dando estos días.

   Claro que opina de un modo diferente a ti. No eres tú, es otra persona, ¿cómo esperas que sus ideas sean las tuyas? ¿Te has parado a escucharlas?

 

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