¿Cómo te encuentras? ¿Triste, cansado, animado, feliz, taciturno, enfadado…?  La mayoría de nosotros, cosillas de la biología y la evolución, contiene un conjunto de hormonas variable a lo largo del tiempo que chirrían dentro de nuestro interior y nos hacen percibirnos a nosotros mismos con un determinado estado de ánimo en lugar de cualquier otro.

lectura sentimientos estado de ánimo

   A veces, este estado es genial y estamos animados y felices, por lo que buscamos conservarlo durante todo el tiempo que nos sea posible; mientras que otros vivimos en una burbuja de pesimismo y apatía que intentamos por todos los medios cambiar (o no). ¿Nos ayuda la lectura a cambiar nuestro estado de ánimo?

Si la música amansa a las fieras, ¿no van a hacerlo los libros?

   Estoy convencido de que, al igual que un servidor, la música se convierte en un aliviadero de penas y potenciador de alegrías; y que YouTube conoce, gracias al historial de nuestras canciones, mejor que nosotros mismos cuál es nuestro estado de ánimo en cada momento. O, al menos, parte del mix químico que hace cada día que nosotros seamos nosotros, variable con las horas…

Yo = 0,2·Felicidad + 0,4·Tristeza + 0,3·Aburrimiento + 0,1·Otros

Yo = 0,25·Felicidad + 0,35·Tristeza + 0,3·Aburrimiento + 0,1·Otros

   Estos estados anímicos, o de ánimo, pueden ser modificados a lo largo del tiempo; y de hecho varían con frecuencia a lo largo del día, no digamos ya de un mes o de nuestras vidas. No somos los mismos por la mañana, al despertarnos, que cuando nos acostamos por la noche. Y la música (cualquier arte, en realidad) juega un papel clave en estas emociones.

   Se dice con frecuencia que «la música amansa a las fieras» y, a pesar de que la mayoría de los experimentos han demostrado falsa esa afirmación (la música [humana] no es percibida por los animales del modo en que la percibimos nosotros, del mismo modo ordenado y melodioso), el mensaje se entiende. La música es capaz de cambiar nuestro estado de ánimo. ¿Y los libros?

Píldoras de lectura a favor o en contra de determinados estados de ánimo

   Las palabras, no es la primera vez que lo mencionamos, tienen una fuerza enorme y, del mismo modo que escuchamos música alegre para alegrarnos o vemos una comedia para dejar de lado la tristeza de un día gris (al menos durante unas horas), muchos de nosotros abordamos la lectura no solo como un pasatiempo o un ocio con el que llenar el tiempo, sino como una píldora emocional que cambie (o no) nuestro estado de ánimo.

   Aunque no puedo afirmar lo mismo de todo lector, hay días que curo el contenido de mi lectura con el objetivo único de mantener un estado de ánimo concreto. Hay días que quiero reírme y que las endorfinas recorran un poco mi torrente sanguíneo, en cuyo caso salto sobre alguna que otra tira cómica. O abro algún libro cuyo autor despierte mi positivismo innato, como Una breve historia de casi todo, mi libro de consulta.

   Otros días, por contra, lucho por retener la apatía y la tristeza, o la rabia en mi interior, quizá porque funciona bastante bien con según qué tipo de contenido que intento redactar, como un relato basado en la violencia. En ese caso sintonizo en mi reproductor algo de amargo rap francés y releo varias líneas de agonía de algún escritor insoportable a fin de copiarle el estilo y escupir líneas similares. Es curioso: funciona… durante unos minutos.

lectura cambiar estados de ánimo

   Buscar la alegría, destituir la tristeza (o perseguir y conservar esta última), son intenciones que muchos de nosotros (he encontrado al menos a otro humano que hace lo propio) solucionamos vía lectura.

   Por supuestos, los estados de ánimo son mucho más complejos de lo que podrían parecernos en la antigüedad y, a pesar de que los tratemos de manera superficial como algo sencillo por resultar comunes, sabemos que dependen de un delicado equilibrio que la neurobiología llama homeostático y que no es fácil de manipular de manera consciente. (De ahí que los fármacos contra la depresión sean tan frecuentes). Dicho esto, los libros pueden ayudarnos a modular nuestros sentimientos.

Los libros como puerta de escape de la realidad

   Claro que no es necesario modificar nuestro estado de ánimo para sentirnos satisfechos tras ingerir una de estas píldoras de lectura, ya que a veces basta con evadirse del cuerpo, escapar de la prisión física a la que estamos relegados, para saltar a otro plano, aunque sea este una ficción. Y quizá precisamente porque este lo es resulta tan placentero salir de donde uno se encuentra.

   La ficción no deja de ser un tipo de huida de la realidad hacia una que nos atrae más en un momento determinado, cierto tipo de procrastinación mental. Cuando estamos apáticos, tristes o deprimidos, pocas opciones hay mejores que saltar a las páginas de un libro que actuará como KitKat o paréntesis de nuestra propia tragedia.

   Quizá buscando otra, o un momento alegre o temerario por parte de lo personajes de nuestra novela. Ese tipo de situaciones pasionales y emocionantes que no vivimos en nuestras vidas y que justifican el éxito de las novelas románticas o de aventuras.

   Y el lector, ¿qué hace para mantener o huir de un determinado estado de ánimo? ¿Qué lees para animarte? ¿Qué escuchas para conservar la tristeza en tu interior?

Imágenes | kaboompics, PublicCo

Comentarios

comentarios