En 1927, William S. Dutton, editor de la American magazine, decidió localizar al hombre más común de Estados Unidos. Los requisitos, publicados en American magazine, eran los siguientes: «Nacido en Estados Unidos, de estatura media, educación media e ideología de centro. Debía tener una casa común en una calle común, conducir un coche común y ser cabeza de una familia de cuatro miembros, que es la media de las familias según la oficina del censo. Tenía que trabajar en un negocio unipersonal, sin destacar en ningún tipo de asunto público, sin ser popular o impopular».
Para realizar su búsqueda, Dutton utilizó el informe del censo y un mapa para determinar cuál era la ciudad más promedio de Estados Unidos. El título, decidió Dutton, recaería en Fort Madison, Iowa. A continuación realizó una encuesta entre los habitantes de la ciudad para determinar quién era el hombre más promedio que vivía allí. Finalmente estableció que era Roy L. Gray, propietario de una tienda de ropa. Gray tenía 43 años, estaba casado y tenía dos hijos.
Dutton llamó a la puerta de Gray y le informó de que él era el hombre más normal de Estados Unidos. Gray pareció tomárselo bien, accedió a una entrevista y fue llevado a Chicago, donde se le dio un tratamiento VIP y se le presentó al alcalde de la ciudad.
Una vez terminada esta aventura, Gray volvió a su vida normal, llena de acontecimientos normales de los que ya no se tiene noticia.
Seguro que debía de tener una interesante vida interior, esperemos que no muy similar a la de su homónimo. Hubiera estado bien que entrevistaran también a su familia, sobre todo a los hijos, para ver cómo le habían salido. 🙂
Una historia súper sugerente, perfecta para comenzar un relato.
Precisamente la idea de escribir sobre este tipo de historias, de las que ya he recopilado un buen puñado, era tener una «base de datos» de ideas basadas en la realidad para poder utilizarlas en la ficción. En realidad esa es la idea que hay detrás de una buena parte de este blog 😉
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