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Una biblioteca puede hacer por su comunidad mucho más que prestar libros. En alguna ocasión, por ejemplo, hemos visto cómo han ayudado a las personas con riesgo de exclusión social incluyendo en sus plantillas a trabajadores sociales. Muchos son los vagabundos que acuden a ellas no solo en busca de un techo bajo el que cobijarse y huir de las incomodidades que implican vivir en la calle sino para ampliar sus horizontes de expectativas. Lo que ocurre es que a medida que va aumentando el flujo de visitas por parte de este sector de la población, van apareciendo nuevas problemáticas y retos que hay que afrontar. Muchas de estas personas no poseen unas condiciones salubres, no ya a nivel físico sino mental, lo que puede poner en peligro la integridad del resto de usuarios de la biblioteca.
Es evidente que estas personas no disponen de los medios económicos para recibir tratamiento y las bibliotecas, cuyo acceso es gratuito y libre para toda la población, se convierte en uno de los últimos lugares al que acudir. Conscientes de estas dificultades, por primera vez los empleados del sistema de bibliotecas de Sacramento recibirán una formación de primeros auxilios en salud mental para ayudar a los usuarios que padezcan problemas mentales o que hayan abusado de algún tipo de sustancia.
El objetivo es dejar atrás todos los tópicos que conllevan el estigma de la enfermedad mental y ayudar a los bibliotecarios a tratar a este tipo de personas y a derivarlos hacia algún tipo de profesional. Es importante dejar claro que la biblioteca con una sola formación no pretende en ningún momento suplir el trabajo de un profesional, que los bibliotecarios no se convierten automáticamente en expertos en salud mental, que no son terapeutas, ni consejeros, que no están formados para hacer diagnósticos. Lo que se pretende es dar pautas para detectar los signos y síntomas de las enfermedades mentales, ofrecer herramientas para gestionar situaciones conflictivas y crear los puentes necesarios para que puedan poner en contacto a los implicados con los profesionales adecuados.
Decenas de personas sin hogar visitan diariamente la Biblioteca Central, en el centro de Sacramento. Muchos de ellos usan los baños para asearse, las mesas y sillas para descansar, leen, acceder a Internet en los ordenadores o simplemente ordenan sus cosas. La mayoría son respetuosos con el resto de usuarios, pero de vez en cuando ha habido algún incidente, como personas gritando o hablando solas, han arrancado cosas o deteriorado algún bien de la biblioteca. Es ese tipo de situaciones las que hay que afrontar.
La formación no estaba dirigida específicamente a la población sin hogar, pero las estadísticas muestran que las enfermedades mentales son más comunes y menos tratadas con personas que viven en la calle.
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