Los cazadores siempre son invisibles de Julio Holgado

Poco podía imaginar John F. Kennedy que cuando se levantó el 22 de noviembre de 1963 ese sería su último día, que el discurso que pronunció esa mañana sería el último. Pocas horas después, a las 12:30, fue herido de muerte por varios disparos mientras circulaba en el coche presidencial en la Plaza Dealey, en Dallas, Texas. No tardó en ser detenido como presunto homicida un tal Lee Harvey Oswald, empleado del almacén Texas School Book Depository. Tres investigaciones oficiales concluyeron que Oswald había sido el asesino, pero este, que lo negó en todo momento, no llegó a ser juzgado porque dos días más tarde, mientras era trasladado por la policía, fue asesinado.

De esta forma se esfumó la única posibilidad que tal vez había para esclarecer los hechos y dio pie a un sinfín de especulaciones y de teorías de la conspiración, entre las que se incluyen la posibilidad de que Oswald pudiera no haber actuado solo. Incluso a día de hoy sigue habiendo mucho secretismo alrededor del caso: en octubre de 2017 se desclasificaron todos los documentos reservados del asesinato excepto unos 200 documentos más, cuya publicación fue paralizada a la espera de ser evaluada de nuevo en abril de 2018.

Julio Holgado

Teniendo en cuenta esos nuevos documentos revelados, y tras cuatro años de investigación, Julio Holgado ha puesto las cartas sobre la mesa en este caso, que puede considerarse uno de los mayores acertijos del siglo XX, con su nuevo libro titulado Los cazadores siempre son invisibles. Escrito en forma de novela de ficción, el libro de Julio Holgado en realidad no se limita a la figura de Kennedy ‒a quien se dedica aproximadamente la mitad de la novela‒ sino que destapa las últimas investigaciones sobre cuatro de los magnicidios más importantes de la historia, que tienen como protagonistas otros presidentes de Estados Unidos y otras épocas. Los cazadores siempre son invisibles es la historia de unos aficionados que divulgan teorías disparatadas sobre esos presidentes asesinados y con cada uno de ellos tienen más éxito mediático que con el anterior, lo que les anima a seguir hasta el caso Kennedy, donde la teoría que eligen tiene unas consecuencias inesperadas.

Cada uno de los tres magnicidios anteriores al de Kennedy son una especie de antesala del asesinato estrella, de tal forma que los lectores irán entrando en materia, desarrollando su perspicacia detectivesca y un escepticismo necesario, al tiempo que se dan cuenta de que las motivaciones que hay detrás de los magnicidas siempre son las mismas, con independencia de sus protagonistas y de sus épocas. Siempre es posible entrever la mano de un cazador mayor, invisible, que en última instancia es el que sale ganando. En ese sentido descubriremos que Oswald también tuvo sus propios cazadores, que también fue víctima y que formó parte de la coreografía de su caza, probablemente sin saberlo. La sensación que produce este descubrimiento es, cuanto menos, paradójica, porque además de la admiración hacia Kennedy el lector podrá sentir una secreta admiración, quizá mayor, hacia la figura de Oswald.

Los cazadores siempre son invisibles,

Al fin y al cabo, la novela está planteada desde el punto de vista de alguien que se siente identificado con Oswald, que desea reconocerle el mérito de haber actuado solo, de haber cometido el mayor crimen del siglo sin ayuda de nadie, pero que al mismo tiempo lucha contra esta teoría, la del asesino solitario, porque es la única que no le sirve para venderla al mundo mediático ni le servirá a él para hacerse rico. Así, el lector sentirá que podría haber estado en la piel de cualquiera de los protagonistas de los cuatro magnicidios y quizá, solo quizá, haber actuado de la misma manera.

Los cazadores siempre son invisibles supone una estupenda forma de acercarse, con rigor, a esos magnicidios, normalmente desconocidos para el gran público, pero no pretende ser un estudio pormenorizado de los mismos. No hay que olvidar que el libro es, en esencia, una novela de suspense, y que por tanto existe un hilo narrativo. A través de sus personajes Julio Holgado ofrece al lector una manera amena de acercarse a esos magnicidios, a su contexto histórico y, sobre todo, a sus personajes más fascinantes, a John F. Kennedy y a Lee Harvey Oswald. A pesar de desarrollarse como novela de ficción, al terminar el libro el lector tendrá una idea muy clara sobre lo que pudo, con toda probabilidad, suceder. ¿Qué más se puede pedir?

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