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A medida que el contenido digital y su distribución se han vuelto algo más común en la publicación de libros, el temor por parte de autores y editores a la piratería y a la consiguiente pérdida de ventas ha crecido de forma exponencial. A poco que se haga una búsqueda, no es difícil encontrar páginas donde se puede acceder a una inmensa cantidad de ebooks gratis. Top Webs, por ejemplo, ofrece una exhaustiva lista con las 30 mejores páginas para descargar libros gratis de toda clase. Y a todo esto hay que añadirle, además, los cada vez más completos catálogos de las bibliotecas digitales, como es el caso de eBiblio. Si bien el debate sobre el impacto de este tipo de contenidos normalmente tiende a enfocarse desde un punto de vista negativo, lo cierto es que las discusiones generadas a menudo carecen de datos concretos.

Y no será porque la situación no se lleve analizando desde hace años. Desde 2008 la editorial O’Reilly Media está realizando experimentos para evaluar el impacto que tiene sobre las ventas el contenido libre. En un artículo publicado en 2011 plantean algo tan insólito como lanzar una promoción para un nuevo libro, en concreto uno escrito por Megan Lisa Jones, en BitTorrent, un espacio que tradicionalmente se ha asociado con la piratería. Según el escritor Matt Mason, lo bueno de una plataforma como BitTorrent es que consigues dirigirte a una audiencia de 160 millones de personas y es un tipo de audiencia, afirma Mason, que precisamente porque comparte contenidos está dispuesta a gastarse dinero en ellos ‒una teoría que, por cierto, puede ser bastante cuestionable‒. Teniendo en cuenta que pones tus contenidos en un escaparate al que se asoman 160 millones de personas, que son potenciales consumidores, es posible que una parte de ellos decidan pagar por esos contenidos. Si nos atenemos a datos, sí sabemos que la novela de Megan Lisa Jones tuvo 342.242 descargas en dos semanas, pero no se nos concreta qué impacto tuvo esto sobre las ventas.

Neil Gaiman corrobora esta tendencia desde su experiencia personal. En 2008, como forma de promoción, su editorial, Harper Collins, lanzó online de forma gratuita su novela American Gods. ¿La conclusión? La explica el propio Gaiman en su blog: un significativo aumento en las ventas semanales de todos sus libros, no solo en American Gods, mientras duró la promoción y una disminución hasta llegar a los niveles previos a la promoción cuando esta finalizó.

Cierto que todos los escritores no son Neil Gaiman y que O’Reilly Media no ofrece datos concretos. Sí lo hace, en cambio, un estudio de John Hilton, de la Universidad Brigham Young, publicado en 2010 por The Journal of Electronic Publishing bajo el título de «The Short-Term Influence of Free Digital Versions of Books on Print Sales». Este estudio parte de un experimento llevado a cabo por Random House en marzo del 2009. La editorial anunció que lanzaría una serie de libros de forma gratuita a través de su portal. Hilton analizó los datos de ventas de BookScan de un total de 41 libros, organizados en cuatro categorías, antes y después del lanzamiento en digital, para determinar hasta qué punto las versiones digitales gratuitas de los libros afectaban a las ventas de libros impresos. Si bien es cierto que una de las categorías no experimentó ningún cambio en las ventas, el resto sí experimentó un aumento significativo en sus ventas. En total, las ventas combinadas de las cinco categorías aumentaron un 11%. Las ocho semanas previas al lanzamiento gratuito vendieron, de forma conjunta, 4.633 copias, frente a las 5.155 copias que vendieron en las ocho semanas posteriores al lanzamiento.

¿Significa esto que, contrariamente a lo que se suele pensar, los ebooks gratuitos más que perjudicar pueden beneficiar a las ventas de los libros en papel? Ni mucho menos. Todavía estamos en pañales, como quien dice, en lo que se refiere al modelo digital y a sus confluencias con el analógico, y probablemente tendrán que pasar décadas antes de que podamos llegar a conclusiones definitivas. Lo que parece es que páginas para descargar libros gratis, como las que recopila Top Webs, no tienen por qué ser, a priori, algo negativo, siempre y cuando estemos dentro de los márgenes de la legalidad. Afirmar, como hace Matt Mason, que BitTorrent es un modelo viable de promoción y de distribución parece una temeridad, pero sin llegar a esos extremos, el mundo digital ofrece una enorme cantidad de recursos y de estrategias para darle un empujón al analógico que todavía están por explorar.

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