Gabo. Memorias de una vida mágica

«La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla». Así empieza Gabriel García Márquez el primer tomo de sus memorias, Vivir para contarla. Muchos han sido los autores que han contado la vida de García Márquez, en artículos, en ensayos o en libros completos, además del propio autor: Plinio Apuleyo Mendoza, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Gerald Martin o Dasso Saldívar, solo por mencionar a algunos. Cabría pensar, con el escritor Óscar Pantoja, «que su vida se ha convertido en una multiplicidad de vidas en el papel». Cada uno cuenta la película a su manera, haciendo hincapié en determinadas épocas, en ciertos aspectos, en su infancia, en su formación, en su viaje, en su orientación política o en la construcción del realismo mágico. Se ha abordado su figura desde puntos de vista tan diversos que editar un documento que aporte algo nuevo parece poco menos que improbable.

Improbable, pero no imposible. O, al menos, no lo parece, a la vista de su biografía versionada en cómic. Gabo. Memorias de una vida mágica es el homenaje que Óscar Pantoja quiso hacer a García Márquez en 2013, cuando el autor todavía estaba vivo, y después de escribir el guion contó con la ayuda de cuatro dibujantes colombianos: Miguel Bustos, Felipe Camargo, Tatiana Córdoba y Julián Naranjo.

Esta novela gráfica, como cualquier biografía, nos relata casi la totalidad de la vida de García Márquez, desde su nacimiento en Aracataca en 1927 hasta, como punto final, la concesión del premio Nobel en Estocolmo en 1982. Ahora bien, de la misma manera que el tiempo no es lineal en el realismo mágico, que nadie se espere la típica cronología al uso sino una estructura llena de saltos al pasado y al futuro. Para que el lector pueda ordenar la historia en su cabeza, cada uno de estos saltos está introducido por una contextualización en la que se indica el espacio y el tiempo en el que suceden los acontecimientos. El conjunto del libro está dividido en cuatro partes y un epílogo, tras el cual Óscar Pantoja explica los motivos que le han llevado a plasmar la historia de esta forma, además de acompañarse una breve bibliografía fundamental y una cronología de la vida y obra de Gabo. A pesar de los saltos, sí es posible encontrar un núcleo temático en cada una de las partes, correspondiéndose la primera a su niñez y su formación, la segunda con sus inicios en el periodismo así como sus primeras incursiones en el mundo de la escritura, la tercera con su consolidación como autor con la publicación de su obra maestra y la última ‒la más breve‒ la concesión del Nobel, entendido casi como la culminación de su carrera.

La primera parte nos ayuda a comprender muchas de las claves que posteriormente el escritor colombiano desarrollaría en su obra y que servirían para construir su universo. También las anécdotas del relato del libro, sus viajes a ciudades europeas como Roma, París o Londres, o a los países socialistas, sus amistades y sus referentes literarios, las penurias económicas por las que atravesó antes de alcanzar el éxito, todo ello nos ayuda a entender su obra y su proceso de creación. Porque si se concluye con la lectura de este volumen es la profunda relación que hubo entre vida y obra del autor.

El detonante del relato, y podríamos entender por tanto que presente, es el viaje que Gabo hizo con su mujer y sus hijos a Acapulco en 1965. Esto se debe a que es un momento fundamental en su vida, ya que durante ese episodio el escritor acabó de concebir la que ha sido su obra más importante y reconocida, Cien años de soledad, una historia que llevaba años rondando su cabeza y que en principio pensó en titular La casa, en referencia al hogar de su niñez, el de sus abuelos, Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán. Será este el libro que marque un punto de inflexión en su trayectoria como escritor y de ahí que a lo largo de toda la novela gráfica ocupe un lugar central.

¿Y qué hay en cuanto al estilo del dibujo? De una novela gráfica que tuviera a García Márquez como protagonista cabría esperar exuberantes vegetaciones de selvas tropicales, animales exóticos, sensualidad y lujuria desmedidas; cabría esperar un Macondo donde se mezclara realidad y magia, un absoluto espectáculo visual sobre el que no saber dónde reposar la vista. Nada más lejos de la realidad, Gabo. Memorias de una vida mágica tiene un estilo sobrio y comedido, con un uso del color muy coherente, usando únicamente diferentes tonos del amarillo. No en vano, se sabe que el escritor sentía predilección por este color, que consideraba símbolo de la buena fortuna. En los eventos Gabo solía aparecer con una flor amarilla en la solapa, en su mesa nunca faltaban rosas de ese color y durante su funeral, en 2014, miles de mariposas hechas con papel amarillo flotaron por el Palacio de Bellas Artes. Mariposas amarillas, una misteriosa simbiosis que está muy presente en Cien años de soledad y que, por supuesto, no podía faltar en esta novela gráfica, en algunas de sus páginas, y sobre todo en su cubierta. Volviendo a estas memorias, uno de los detalles más sorprendentes es que a pesar de que ha sido el resultado de las manos de cuatro dibujantes diferentes, el conjunto tiene una homogeneidad visual que haría pensar que son obra de una misma persona ‒la estructura dividida en capítulos es probablemente una consecuencia de la necesidad de repartir el trabajo entre los distintos ilustradores‒. También hay que decir que en la obra original de 2014 cada capítulo estaba en una tonalidad diferente, pero en esta reedición Rey Naranjo ha optado por homogeneizar más todavía el conjunto extendiendo el amarillo a todas sus páginas.

Salta a la vista que hay un exhaustivo proceso de documentación detrás de este título ‒habida cuenta de la bibliografía que aparece al final‒, pero en ningún momento abruma con los datos. Gabo. Memorias de una vida mágica es una magnífica opción para aquellos que quieran acercarse a la figura de este escritor de una forma rápida y sin rodeos, así como para aquellos que habiéndolo leído ya quieran tener una perspectiva diferente, muy poco al uso, de uno de los creadores del realismo mágico.

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