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Por primera vez desde 1949, la Academia Sueca ha dicho que este año no se otorgará el premio Nobel de Literatura. En medio de una crisis sin precedentes, la institución ha tomado esta determinación tras una serie de filtraciones y acusaciones por escándalo sexual y negligencia financiera.
Una gran cantidad de esas acusaciones están centradas en Jean-Claude Arnault, fotógrafo y figura cultural importantísima en Suecia, que está casado con Katarina Frostenson, autora y miembro de la academia. En noviembre del año pasado, el diario sueco Dagens Nyheter publicó testimonios de 18 mujeres que acusaban a Arnault de acoso sexual y abuso físico durante un período de más de 20 años, en Francia y Suecia. Durante años, Arnault y Frostenson dirigieron Forum, un club en Estocolmo en el que tenían lugar exposiciones, lecturas y actuaciones de destacadas personalidades culturales, incluidos algunos premios Nobel. Ahora cerrado, el club fue financiado en parte por la Academia, lo que provocó acusaciones de conflicto de intereses. A medida que crecía el escándalo, Dagens Nyheter también informó sobre una investigación interna de la Academia en la que se apuntaba que Arnault podría haber filtrado los nombres de siete ganadores de premios Nobel, entre los que se incluían nombres como Harold Pinter en 2005 o Bob Dylan en 2016. El abogado de Arnault alegó que su cliente se ha convertido en víctima de una cacería de brujas cuyo único propósito es dañar su imagen. Pero aunque una parte de los cargos han sido retirados por falta de pruebas, la mayor parte de la investigación continúa abierta.
De cualquier manera, la crisis no se ha gestionado de la mejor manera desde la Academia. Las acusaciones contra Arnault provocaron una disputa interna y sus miembros, en lugar de hacer gala de la discreción que les caracteriza, intercambiaron insultos públicamente en diferentes medios de comunicación. Además, tres de los dieciocho miembros de la Academia renunciaron recientemente como protesta ante la negativa de expulsar a Frostenson. En teoría, los miembros de la Academia son nombrados de por vida y no pueden renunciar, aunque sí que pueden, de forma voluntaria, dejar vacíos sus asientos. Sin embargo, es necesario un mínimo de doce miembros y ahora solo hay diez, por lo que el rey Carlos XVI Gustavo ha anunciado hace poco un cambio en los estatutos con vistas a garantizar la supervivencia de la institución.
La decisión de posponer el premio de 2018 ha sido valorada de forma positiva desde la Academia porque supone conseguir un tiempo extra para restaurar la reputación de la institución y al mismo tiempo permitirá llenar los asientos vacíos. «Consideramos necesario dedicar tiempo para recuperar la confianza del público antes de anunciar al próximo galardonado», ha comentado uno de los académicos, Anders Olsson. Por su parte, la Fundación Nobel, que administra el patrimonio de Alfred Nobel, ha lanzado un comunicado en el que afirma que «su decisión subraya la gravedad de la situación y ayudará a salvaguardar la reputación a largo plazo del premio».
Aunque no está muy claro cuál es el proceso que sigue la Academia para nombrar al ganador del Nobel, sí se sabe que a partir de febrero el jurado revisa unas doscientas nominaciones, para elaborar una lista final que se completa en mayo; de esa lista eligen a cinco autores que continúan compitiendo entre ellos durante el verano y el premiado se da a conocer en otoño.
El Nobel de Literatura solo ha dejado de entregarse en siete ocasiones desde que se concediera por primera vez en 1901: en 1914 y en 1918 por la Primera Guerra Mundial, en 1940, 1941, 1942 y 1943 por la Segunda Guerra Mundial y en 1935 por razones desconocidas. De cualquier modo, la decisión no significa que el premio se declare desierto en 2018 sino que en 2019 se revelarán dos laureados. Además, la Fundación ha dejado claro que esta determinación solo afectará al premio Nobel de Literatura y no al resto de categorías.
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