No hay dos libros iguales. Ni siquiera aquellos que compiten por ofrecer un contenido similar son capaces de acercarse el uno al otro. Cada volumen cuenta las historias o los hechos de formas diferentes, desde perspectivas que difieren aunque sea un par de grados. Y con ello se alejan entre sí en sus desarrollos.
Quizá es por eso que me gusta machacar ciertos temas, leyendo una y otra vez sobre ellos. Pasé medio 2017 leyendo sobre física cuántica y el otro medio sobre el cerebro humano. Ahora le toca el turno a la divulgación científica orientada a astrofísica, y en lo que va de año he leído 11 libros sobre esta temática.
Me gusta leer para aprender, saber que después de terminar el siguiente capítulo seré, si no un poco más sabio, sí algo menos ignorante. Supongo que para algunos supone todo un alivio saber que nos acostamos menos tontos de lo que nos despertamos, y es por eso que hoy vengo a evangelizarte un poco.
La cultura contra la cultura
La mayoría de los lectores (tú, probablemente) leen para divertirse. Leen del mismo modo que la mayoría de la gente ve la televisión o escucha la radio: pasar el rato, echarse unas risas, dejar que corra el tiempo liberando endorfinas y otras sustancias divertidas. Pocos lo hacen para aprender, para mejorar.
Después de meditarlo durante mucho tiempo creo que la culpa es de la cultura contra la cultura. Saber no mola. Ser listo o inteligente no mola. Leer mucho no mola, exceptuando la novela y textos con imágenes. Y lleva sin molar desde que tengo uso de razón, cuando me “escondía” en clase para leer en el recreo.
Hay un enorme mecanismo cultural que presiona a favor de la ignorancia y el encefalograma plano. Empuja en dirección al fútbol o los realities (nada en contra en las cantidades adecuadas, 0,0 como la cerveza). Si hablas de fútbol y comentas Gran Hermano, molas y te integras. De lo contrario, el círculo al que dirigirte mengua con cada libro que añades al montón.
A menos que leer sea una actividad de interés. A menos que se fomente la lectura y el aprendizaje como algo divertido y apasionante. ¿Cuántos de tus profesores consiguieron que amases los libros? ¿Cuántos consiguieron que salieses a la calle con un libro bajo el brazo y que te vieran tus amigos?
Valorar el conocimiento
No, tranquilos, que no soy un hater de la televisión. De tanto en tanto la enciendo y me veo varias temporadas de Netflix del tirón. Pero echo en falta una cultura de apoyo a la cultura en lugar de la lapidación sistemática de quien desea estudiar por el mero hecho de estudiar. A menos que escribas un tuit al respecto adornándolo con una imagen, en cuyo caso consigues cierto apoyo:
https://twitter.com/euklidiadas/status/1001117062071242752
También me encantan los concursos culturales televisivos, pero decir que estos promueven la cultura es como pensar que la retransmisión de un partido nos ayuda a ponernos en forma. Creo sinceramente que necesitamos modelos a seguir por toda la sociedad, del mismo modo que los futbolistas suponen ejemplos de deportistas.
Que no digo yo que tengamos que intercambiar cromos de escritores en el recreo, pero sí valorar el conocimiento. Hacer que pase de ser un acto valioso a tener valía, y por tanto valientes. Hace unos meses El Langui buscaba valientes contra el acoso escolar, así que quizá no vayamos tan desencaminados.
Solo dando ejemplo conseguiremos que aprender leyendo sea algo divertido, motivo por el que escribo estas líneas. Para reivindicar un espacio cultural que no tiene esta afición.
Porque leer mola
Hace unos meses me fui con mi pareja a un viaje de un fin de semana. El sábado dormí hasta tarde y desperté cuando ella ya había salido de la cama. Estaba en el salón, leyendo, y descubrirla así fue una sensación genial. Fue en ese momento cuando supe que habíamos acertado el uno con el otro.
Ambos valoramos el conocimiento –aunque rara vez nos pongamos de acuerdo en cuál es más divertido– porque leer mola. Que te hace, si no más inteligente, sí menos tonto. Y ya somos bastante tontos.
Estoy completamente convencido de que cuando un niño salga al patio del colegio y presuma de todo lo que lee generando envidia habremos creado un mundo mejor. De momento, algo así carece de valía. ¿Quieres cambiarlo? Da ejemplo.
Imágenes | Alice Hampson, Josh Applegate
Una vez en el instituto, a los 17 o así, coincidí en la biblioteca de la escuela con otros 2 o 3 compañeros de clase. Estuvimos hablando de libros!! Y me sigue sorprendiendo por lo poco habitual. El otro día en el parque, también estuve hablando de libros con un tipo que paseaba a su perrita, y también me sigue pareciendo poco habitual. Que tengas esa impresión de haber acertado con tu chica, es de muy afortunado, y me alegro 🙂
Uno de mis recuerdos favoritos fue hablar de física en una fiesta de humanidades en la que unos colegas y yo nos colamos. A nuestro alrededor había comida, música y fiesta, pero buscamos un rincón tranquilo para conversar de temas que ahora llenan los podcast y poco a poco se hacen populares. Poco a poco 🙂
Sin querer suelo memorizar frases que me impactan, y esta es de una peli que seguramente habrás visto, El amor es un puente entre esta dimensión de la materia y otra espiritual, Interstellar 😉
«Estoy completamente convencido de que cuando un niño salga al patio del colegio y presuma de todo lo que lee generando envidia habremos creado un mundo mejor…»
Es triste pensar que ese día nunca llegue a suceder…
Poco a poco. Necesitamos potenciarlo 😉
Me preocupa que los niños, no sepan nunca como huele un libro nuevo. Los adultos tenemos parte de la culpa. Ah! y nada como enamorarse se un cerebro.
Un cerebro con todas sus curbas, valles y montañas.