Si eres usuario del servicio de membresía de Amazon es probable que te haya llegado un email con buenas noticias. A partir de ahora tu suscripción a Prime incluye libros gratuitos en formato electrónico. Se llama Prime Reading. Pero, ¿quién paga a los autores? ¿Estamos ante una rotura de precios?
¿Cómo puede ser que un libro se ofrezca de manera “gratuita”? ¿Quién paga los costes del sistema? ¿Por qué el cliente no tiene que pagar más? ¿Cómo afecta esto a los escritores o las editoriales? Amazon vuelve a la carga con el producto con que arrancó Cadabra, y la que más nos gusta: los libros.
Pese a lo que pueda parecer, hay más chicha de la que muchos esperan en un tema como este. Así es el negocio de Amazon, y su núcleo aparece en los Términos y Condiciones que no te leíste. Sí, esos que necesitan nueve horas de lectura. Vamos a retirar el velo de los ojos, y a hablar también de negocios.
La oferta del libro “gratuito”
Dice el refrán que “nadie da duros a pesetas”. Para los lectores de fuera de España, “nadie cambia un billete de cinco por uno de un dólar”. Y, sin embargo, los suscritos al servicio de Amazon Prime que pagábamos 19,99 euros hace unas semanas. Ahora, con Prime Reading, no pagamos más. ¿Cómo puede ser?
No significa exactamente que los libros sea “gratuitos” para nosotros, como veremos más adelante. Pero, antes, veamos qué incluye eso del Prime de Amazon:
Envíos Prime gratuitos. La alternativa es abonar 2,99 euros por envío. Significa que si hacemos siete pedidos al año habremos compensado la inversión Prime. La mayoría de usuarios de este servicio superamos con creces su coste porque pedimos para nosotros y para nuestra familia y amigos.
Prime Photos. Almacenamiento ilimitado de fotografía a una calidad razonablemente alta. Servicios como Google Photos siguen una política similar.
Prime Video, la competencia de Netflix y HBO de Amazon. Supongamos que tenemos Prime únicamente por esta opción. Significa que abonamos 1,66 euros mensuales por contenido de bastante calidad como ‘The man in the high castle’ (2015) o ‘Philip K. Dick’s Electric Dreams’ (2017). Algo falla. Algo no está bien. Un pálpito nos dice que hay más escondido.
Prime Music. Ah, sí, lo olvidaba. Además de lo de los libros Amazon acaba de sacar para sus suscriptores un servicio de música en streaming llamada Prime Music. Si ya eres Prime, no pagas nada. Pero, ¿qué puñetas está pasando? ¿Cómo es posible que Amazon regale tantos servicios?
Hay más: Prime Now, Amazon Dash Button, Prime Day, entrega el sábado, puntos de recogida, Amazon Pantry… Es evidente que veinte euros no dan para todas estas ventajas. ¿Dónde está la pega? ¿De dónde sale el dinero? ¿Quién paga todo esto?
¡Datos, datos, compramos sus datos!
También dice el dicho que, “cuando algo es gratis, el producto eres tú”. En este caso, tus datos. Amazon nació con la firme intención de aprovecharse de los datos que tú mismo le dabas para organizar su negocio y sacar rédito. Nunca lo ha ocultado. Lo hizo con libros, y por aquel entonces se llamaba Cadabra.
Cadabra Inc. nació en los Estados Unidos un 5 de julio de 1995, y eligió los libros porque eran un producto muy demandado y caracterizable desde el punto de vista de los datos. Se puede filtrar el libro por editorial, temática, autor, fecha, longitud y un largo etcétera de factores que hacen salivar al big data moderno.
Traducido: Amazon podría saber, después de comprar cuatro o cinco libros, qué tipo de publicidad en libros sería la más adecuada para que comprases el sexto. A medida que ha ido creciendo ha ido caracterizando más y mejor a sus clientes hasta el punto de ofrecernos golosinas a todas horas (Ofertas Flash).
Volvamos para atrás unas líneas. Hemos hablado de libros y música “gratis”, y sin duda lo son económicamente para aquellos usuarios que ya éramos Prime porque no pagamos más por ellos. Pero, ¿qué ofrece Prime Reading? Porque si son cacas desactualizadas…
Prime Reading, lo que ofrece al lector
Este fin de semana he estado trasteando y he localizado cinco libros que me interesan mucho. En otras palabras: Amazon me está dando algo que me interesa, “gratis”, que me costaría mucho dinero en cualquier otra tienda. Por ejemplo, ‘Eso no estaba en mi libro Historia de España’, de García del Junco. Parece interesante, ¿verdad?
Ahora retomemos la lectura por donde lo habíamos dejado: datos. Si leo este libro y no otro, le estoy diciendo a Amazon qué me gusta leer. Si hago scroll en una colección de gominolas gratuitas y dejo pasar 20, 50, 100 títulos, le digo qué no me gusta leer ni aunque me lo regalen. Esta información vale oro. O euros.
Lo mismo cuando hablamos de Prime Music. Cuando escucho una canción y no otra, cuando reproduzco de manera compulsiva la discografía de mi grupo favorito o paso canciones, le digo a Amazon lo que quiero escuchar. Y, por ende, lo que no. Cuando veo Prime Video le chivo a Amazon el éxito de la temporada siguiente.
¿Y las fotos de Prime Photos? Bueno, cuando subes una foto a este sistema estás dando a Amazon información visual analizable mediante técnicas de aprendizaje automático: qué tipo de vida llevas, qué ocio te gusta, qué objetos hay a tu alrededor, con cuántas personas sales, qué tipo de persona eres, etc. Recuerda que Amazon ha desarrollado una de las inteligencias artificiales más sofisticadas que existen, llamada X-Ray.
El lector paga el coste… con posibles compras futuras
De modo que, por un lado, el lector recibe “gratis” libros y música. Y no hablamos de libros malos o música mediocre, novedades de hace diez años o música desclasificada. Es decir, Amazon apuesta por darnos “gratuitamente” cierta calidad. Y a cambio le decimos qué nos gusta. ¿Le sale a cuenta?
Sí, siempre que su estrategia basada en datos le lleve a vender más, y parece que sucede así. Cuando accedemos a Prime Reading rápidamente se nos ofertan otros libros de pago, así como la opción de adquirir Kindle Unlimited, el “todo lo que puedas leer” de Bezos. Prime Music invoca a Music Unlimited.
¿Qué significa esto? Que tanto Prime Music como Prime Reading son plataformas de leads y captación de clientes para otros métodos de suscripción. Si eres un lector compulsivo, como un servidor (libro semanal mínimo) es posible que acabes pasando por el aro del Unlimited para estar al tanto de las novedades. Echa cuentas: un libro semanal, con una horquilla de entre 10 y 25 euros, suponen entre 520 y 1300 euros anuales en libros.
Si “picas” ya no son 19,99 euros de Prime, sino 19,99 más 9,99 de Kindle Unlimited más 9,99 de Music Unlimited. Más el extra que saquen de vender productos cruzados vía tienda de Amazon. Más lo que saquen vendiendo tus datos a otras empresas de anuncios. Más el marketing de afiliación que encuentras en Goodreads.
En otras palabras, el lector paga el coste de lecturas gratuitas con posibles compras futuras. Probablemente a Amazon, pero también a otras tiendas virtuales y físicas. Y, si no eras de Amazon Prime (presente en el 3,5% de los domicilios de España según la CNMC), tienes un aliciente a pagar 19,99 euros al año. Porque, bueno, ofrece miles de libros.
Pensemos que los costes de Amazon son los mismos tanto si cuenta con el 3,5% de los hogares como si cuenta con el 7%. Pero, en este caso, el beneficio es casi el doble. De modo que no, no es gratis, sino “gratis”. Dar información tiene un coste presente y futuro.
¿Y qué hay del sector editorial? ¿Quién paga al autor?
En La Piedra de Sísifo hemos hablado alguna vez sobre la mecánica de Kindle Unlimited. Los lectores abonan 9,99 euros, y este dinero se reparte entre todas las hojas que leen de una serie de libros marcados. Los autores pueden apuntar a sus libros en esa serie marcada y cobrar en base al número de hojas leídas por mes. Parece justo: los libros más leídos recaudan más.
Prime Reading funciona igual, pero con la diferencia de que el lector no adelanta ese dinero: lo invierte Amazon. El escritor no se entera de esta diferencia porque el dinero le sigue llegando, pero el lector no lo abona en el acto. Recordemos: paga con datos. Son céntimos para Amazon… ahora. El cliente ya hará clic en un anuncio en el futuro, y eso supondrá una ganancia mucho mayor. Es una forma de invertir en su propia empresa.
Pero, si el lector ni el escritor se enteran, y todo sigue más o menos como hasta ahora, ¿hay ruptura del mercado? ¿Precios a la baja? Sí, pero las grandes perjudicados no serán los autores (que tendrán que apuntarse para que sus libros estén en la lista) o los clientes (que a corto plazo ganan mucho), sino las editoriales.
Amazon ya cambió las reglas del mundo editorial con su efecto Kindle hace tiempo. Es algo que llevaba mascando desde el 95 y que ha servido planificar con esmero. Aunque haya a quien le parezca un horror, hay que darles la razón en lo brillante de de su estrategia y en la inversión depositada. Más de veinte años y miles de millones de euros en un plan que podía no tener éxito.
Teniendo en cuenta que la estrategia visible de los últimos años es la de obligar a las editoriales a bajar los precios de sus libros, parece que Prime Reading puede ir en esta línea. De momento, lo que es seguro es que los lectores tenemos acceso como nunca a un banco de libros sin precedentes. Que también hay que valorar.
Imágenes | Maarten van den Heuvel, Franki Chamaki, Markus Spiske, Bruno Martins
No hay comentarios