Imagen vía Shutterstock.

El mundo de los derechos de autor dentro del ámbito de la literatura está abierto a muchas sutilezas. Muestra de ello son las encarnizadas batallas legales producidas a raíz de algunas obras o de determinados personajes, porque que un autor pase a dominio público no significa que sus personajes lo hagan. Se puede entender, por ejemplo, que J.K. Rowling registre el nombre «Harry Potter» ‒a pesar de que ella no fue la primera que lo utilizó‒ para evitar que otros escritores llamen así a algún personaje, por mucho que no tenga nada que ver con el universo de Hogwarts. Sin embargo, cuando se trata de términos de uso común y extendido no parece tan razonable registrar una palabra y velar por que otros autores no la usen. Y, a pesar de eso, hay quien lo intenta. No hace mucho hemos tenido ocasión de verlo con la escritora Faleena Hopkins y la palabra «cocky».

Sí, «cocky» es una palabra de uso común, pero algo más ocurre con este término. En el mundo de las novelas románticas existen determinadas palabras que están asociadas al género. Es decir, que tan pronto como los lectores las ven en los títulos de algún libro, se pueden hacer una idea bastante exacta de qué van a encontrar dentro del libro ‒algo que ocurre con toda la cubierta en general‒. Lo que sucede con la palabra «cocky» es que forma parte del título de la serie de libros de Hopkins The Cocker Brothers, por lo que esa palabra, con un tipo de fuente concreta, es fácilmente asociable a esa serie. En ese sentido, se habría entendido hasta cierto punto que Hopkins hubiera registrado la palabra con su fuente para evitar que nadie la usara en ningún otra cubierta, pero lo que ha registrado ha sido la palabra sin más, con independencia del tipo de letra con que se use.

Hay que decir que no es que ningún libro pueda usar la palabra «cocky» en su cubierta, sino que el registro se aplica exclusivamente al género romántico. A pesar de ello, esta iniciativa sienta un peligroso antecedente, ya que abre la posibilidad a que cualquier autor registre otras palabras de uso común. Imaginemos, por poner el caso, que alguien consigue registrar la palabra «vampiro». Eso supondría que cualquier otro escritor tendría que pedir permiso y pagar por utilizarla en los títulos de sus libros.

Desde que Hopkins registró la palabra ha mandado notificaciones a diferentes autores comunicándoles que están infringiendo los derechos de autor y pidiéndoles que retiren la palabra de sus títulos. Y lo peor de todo es que algunos autores, temiendo enfrascarse en una batalla legal, emprendieron la enorme tarea de cambiar sus cubiertas y todo el material a nivel publicitario y de promoción que implica un cambio de tanta envergadura como es modificar el título de un libro.

Como resultado, Amazon comenzó a retirar los libros que contenían la palabra en sus títulos, probablemente como respuesta a una denuncia por parte de Faleena Hopkins. Lo curioso es que esto llegó a afectar a autores que ya usaban la palabra mucho antes de que Hopkins lo hiciera por primera vez. Así mismo, Amazon también retiró libros que contenían la palabra ya no solo en su título sino en sus descripciones

Muchos de los autores directamente afectados ‒porque indirectamente afecta a todos‒ comenzaron a hacer piña y se manifestaron en Twitter con hashtags como #cockygate o #byefaleena. Teniendo en cuenta el terrible precedente que supone, la Romance Writers of America ‒RWA‒ tomó cartas en el asunto pidiendo a cualquier autor afectado por la situación que se pusiera en contacto con ellos para ayudarles. De hecho, consiguieron que muchos de los libros retirados de Amazon volvieran a estar disponibles hasta que la situación se resuelva por completo. Por su parte, diferentes profesionales del derecho han estado intentando que se revoque el registro de la marca, al tiempo que se producían ofertas para rediseñar cubiertas a los afectados de forma gratuita.

Hay escritores que no están dispuestos a pasar por el aro. Uno de ellos lanzó una parodia titulada C*cky Author. Aunque el gesto más significativo lo hizo un grupo de autores que formó el grupo Cocky Collective e invitó a otros escritores a enviar manuscritos para una antología titulada Cocktales: The Cockiest Anthology. Todas las ganancias de la venta de este libro se donarán a los afectados por la marca registrada de Faleena. Una de las primeras podría ser la escritora Tara Crescent, con quien Faleena Hopkins ya ha emprendido acciones legales por usar la palabra en los títulos de una serie de libros. Parece poco probable que Hopkins pueda defender legalmente su marca porque la palabra en cuestión se considera uso común, pero en cualquier caso eso es algo que se tendrá que decidir próximamente en los tribunales.

Comentarios

comentarios