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Se consideran oficialmente los albores de la literatura. La Odisea y la Iliada, los dos grandes poemas épicos de la cultura occidental, llevan siglos transmitiéndose de forma oral y escrita. Sus primeros registros, sin embargo, no han sobrevivido al tiempo de la misma forma en que lo han hecho las historias que cuentan. De las copias antiguas en papiro que se hicieron de estos libros apenas han quedado registros. Sin embargo ahora, informa la BBC, arqueólogos griegosa han encontrado trece versos de la Odisea cincelados en una tabla de arcilla que data del siglo III d.C. o anterior. Este testimonio representa las líneas más antiguas del poeta que han encontrado hasta la fecha.

La tableta fue descubierta cerca de las ruinas del Templo de Zeus, en unas excavaciones en las ruinas de la antigua ciudad de Olimpia, en la península griega del Peloponeso, que llevan tres años en marcha. Los versos, concretamente, son del decimocuarto libro de la epopeya, en el que Ulises habla con su amigo de toda la vida, Eumeo, la primera persona que ve al regresar a casa.

En un comunicado de prensa, el Ministerio de Cultura griego ha afirmado que la fecha del texto ha sido confirmada, aunque todavía quedan muchos análisis por delante. De verificarse lo que piensan los arqueólogos, la tabla se convertirá en un artefacto literario e histórico de valor incalculable. Los rastros de Homero antes de la Edad Media son muy singulares y dan una idea importantísima de cómo se compuso y se transmitió su obra.

El acuerdo general es que tanto la Odisea como la Iliada provienen de la tradición oral. Incluso se pone en duda la existencia de Homero, al que tradicionalmente se le ha dibujado como un poeta ciego. Muchos investigadores opinan que Homero no era una persona en concreto sino que en realidad se trataría de un cajón de sastre en el que entraría toda una tradición cultural desarrollada durante siglos. Una tradición que se pondría por escrito entre los siglos VIII y VI a.C. Eso significaría, como es natural, que en el mundo antiguo podían existir multitud de versiones diferentes de una misma obra transcrita. Los rapsodas que recitaban la obra de memoria habrían narrado versiones diferentes y los escribas habrían transcrito obras distintas dependiendo de la versión escuchada. Es por eso que es imposible que no hubieran multitud de versiones de las obras homéricas en el mundo antiguo.

Las versiones que conocemos en la actualidad provienen de copias medievales hechas de obras completas basadas en fuentes antiguas, ahora perdidas. Después de que esos textos fueron redescubiertos durante el Renacimiento se convirtieron en clásicos y fueron traducidos hasta la saciedad, con distintas versiones casi en cada generación. Es por eso que hablar de un único Homero o de un texto homérico oficial no tiene mayor valor que aquello que nos pueda contar sobre cómo se compuso y se transmitió la obra.

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