La obra maestra de Aristóteles

La obra maestra de Aristóteles

El ser humano siempre ha sentido curiosidad por el sexo y la necesidad de satisfacer ese sentimiento a través de la educación sexual no es ninguna tendencia actual fruto de una modernidad progresista. Con el progresivo aumento de la alfabetización en la Inglaterra del siglo XVII fueron apareciendo algunos libros y manuales pensados para cubrir esa necesidad, unos textos que, como es lógico, mostraban una visión del sexo muy diferente de la que se tiene hoy en día, bastante precaria e incorrecta.

Uno de los libros más populares fue La obra maestra de Aristóteles, publicado por primera vez en 1684 y del que se hicieron infinidad de revisiones y reediciones al menos hasta la década de 1850. Ni que decir tiene que este libro, que era una especie de guía prematrimonial, no estaba escrito por Aristóteles, pero añadir su nombre al título le confería un halo de prestigio que lo hacía más legítimo. El texto es una compilación de libros anteriores, mezclado con el saber popular una buena cantidad de patrañas y rumores. Tanto que casi se podría decir que es un manual sobre cómo no es el sexo.

Grabado

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En el libro se habla del clítoris como el centro del placer venéreo, una parte del cuerpo que puede crecer sin parar en busca de placer cuando se somete a una lujuria extrema, algo que no estaba permitido hacer a la mujer por sí sola. También se explicaba que el hombre posee un huevo dentro de sus testículos que era fecundado por la mujer y que luego se implantaba en el cuerpo femenino. Para saber si la mujer se había quedado embarazada era necesario hacer una prueba de orina tres días más tarde, buscando en la sustancia la presencia de pequeñas criaturas. Una señal clara de que se había logrado el embarazo era que la mujer tuviera los párpados hinchados o los ojos enrojecidos en los días posteriores al encuentro sexual. En una de sus afirmaciones más curiosas el libro advierte de que el hecho de que el himen esté desgarrado no significa que la mujer no sea virgen.

El sexo se concebía fundamentalmente para la reproducción y todo lo que no fuera esa función era considerado pecado. Quedaban al margen puntos muy oscuros y conflictivos, como las enfermedades de transmisión sexual, sobre las que no se sabía casi nada cierto y que podían llegar a ser devastadoras. Con tanto error descomunal, esta guía servía más para confundir a ignorantes jóvenes y no tan jóvenes que para resolver dudas. También hay que decir en su descargo que en determinados aspectos fue más precisa y menos dañina que algunas obras de divulgación sobre sexualidad publicadas a finales del siglo XIX. La última versión de La obra maestra de Aristóteles siguió vendiéndose al público hasta principios del siglo XX, con apenas cambios desde el siglo XVII, porque cualquier hallazgo hecho en materia de sexualidad no se divulgaba.

Aunque como manual de educación sexual es nefasto, La obra maestra de Aristóteles es una documento histórico único para comprender la visión que tenía del sexo toda una época. Solo por eso ya merece la pena consultarlo, algo que se puede hacer aquí o aquí ‒o también se puede descargar directamente‒. Eso sí, es preferible no hacerle mucho caso.

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