Después de Aniquilación, publicado en febrero de 2014, con este segundo volumen de la trilogía Southern Reach, Autoridad, Jeff VanderMeer construye un híbrido de ciencia ficción y de terror algo más tranquilo que el anterior libro. Tranquilo en lo que se refiere a la acción, pero con el segundo volumen de la trilogía VanderMeer sumerge a los lectores aún más profundamente en la paranoia y la desorientación que caracteriza al conjunto. Una de las grandes diferencias entre ambas novelas es que toda Aniquilación transcurría dentro de los límites del Área X, una zona del paisaje costero acordonada cuyo ecosistema ha sufrido un cambio inexplicable, sutil y monstruoso tras un evento de origen desconocido que tuvo lugar hace treinta años; Autoridad, en cambio, se desarrolla fuera del Área X, en el mundo real, que demuestra ser no menos extraño y amenazador.
Como ocurría en Aniquilación, es un mundo en el que los nombres desaparecen, adquiriendo un valor simbólico relacionado con la función que desempeñan dentro del gran engranaje. Así, el protagonista, John Rodríguez, pasa a ser conocido como «Control», un nombre que, unido al título de la novela, nos da una de las claves más importantes para interpretar la historia.
Después de una docena de expediciones desastrosas al Área X, Southern Reach, la agencia que investiga la zona, se encuentra en un caos absoluto. Ahí es donde entra en juego Control, un ex agente enviado para poner orden. La tarea es aparentemente sencilla: descubrir qué ha salido mal y por qué, y volver a hacer que Southern Reach funcione de forma adecuada. El personaje pronto comenzará a toparse de frente con misterios infranqueables y descubrirá que no se trata de un simple trabajo burocrático. En mitad de ese entramado de poderes mueve los hilos, desde las sombras, la Central, una organización oscura, misteriosa y orwelliana cuyos dirigentes tienen una identidad desconocida.
Como cualquier organismo que trabaja con secretos en su día a día, Southern Reach es un microcosmos cerrado y endogámico, en el que cualquier elemento que proviene del exterior es visto como una amenaza. A pesar de que la subdirectora de Southern Reach, Grace, coopera con Control, este es visto como un intruso, por lo que el trato hacia él es de una cordialidad hostil. Grace pronto manifiesta una devoción hacia la directora que parece exceder los límites de lo profesional. Esta última no es otra sino la psicóloga que dirigió la expedición de Aniquilación. Su obsesión hacia el Área X la llevó a cruzar sus fronteras sin autorización, pero curiosamente esta infracción le valió poco más que un tirón de orejas, sin que ello tuviera mayores consecuencias. En cuanto al resto de miembros del personal de Southern Reach tampoco parecen estar en posesión de una salud mental envidiable. Es como si lo desconocido e inexplicable atrajera a personas profundamente obsesivas y con motivaciones personales que esconden algún tipo de segundas intenciones.
Existe una especie de paralelismo entre Aniquilación y Autoridad: Control va descubrimiento poco a poco los secretos de la agencia de la misma manera en la que la bióloga iba adentrándose en el Área X. A simple vista la narración de Autoridad es más anodina, con una falsa sensación de calma. La mayor parte del tiempo Control está enfrascado en trabajo buocrático, que si una reunión, que si una entrevista, que si resolver algo relacionado con el personal, pero VanderMeer va insertando rarezas cuidadosamente, a intervalos bien sincronizados, para recordarle al lector que se encuentra cerca del Área X y esta va tomando poco a poco la realidad. Mientras limpiaba la oficina de la anterior directora, por ejemplo, Control encuentra una planta viva dentro de uno de los cajones del escritorio, que había permanecido cerrado durante meses; o el misterioso graffiti, familiar para los lectores de Aniquilación, que aparece en una de las paredes de la oficina. Los incidentes se van acumulando, creando tensión y terror dejar claro que el Área X no va a mantenerse dentro de sus fronteras.
Al igual que en el primer libro, VanderMeer también realiza un cuidadoso estudio psicológico de los personajes, expuestos a situaciones extremas e incomprensibles. Siendo algo más extensa que su primera parte, Autoridad desarrolla la historia y las motivaciones de su protagonista más que a las expedicionarias de Aniquilación, que eran en su mayor parte tábulas rasas. Autoridad consigue colocar a los lectores en el mismo paisaje emocional desquiciante de Aniquilación evitando, desde un punto de vista tanto narrativo como estilístico, repetir lo sucedido anteriormente.
Desde las primeras páginas de la novela somos conscientes de que hay algo profundamente perturbador que acecha a Control y al resto de personajes sin que ellos acaben de percibirlo del todo. VanderMeer nunca lo muestra abiertamente y hace avanzar la historia con unas conexiones con el primer libro que son las que hacen que el lector se estremezca. De esta forma, somos impulsados a lo largo de una corriente subterránea de inquietud, en un ejercicio que combina novela de terror y ciencia ficción. Hay algo que recuerda a Poe en ese enfoque cada vez más paranóico, pero también a Kafka, a Lovecraft e incluso a David Lynch. VanderMeer no necesita recurrir a artilugios ni a artimañas para asustarnos o ponernos nerviosos. Simplemente va dosificando la información y nos guía a lo largo de un viaje hacia la pesadilla. La tensión se va acumulando de forma mucho más lenta que en el primer libro, pero la recompensa hace que valga la pena la paciencia.
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