Leer es una actividad con un importante componente hereditario, y no hablamos del genoma. Si tus hijos te ven leer, es más probable que interioricen esta actividad como algo normal, e incluso divertido. Pero en principio leer es una actividad que se hace solo, de manera aislada. Es rarísimo que dos personas lean a la vez el mismo libro, por ejemplo.
Incluso cuando una pareja destina buena parte de su ocio a la lectura, algo altamente recomendable, cada uno se haya inmerso en un universo diferente. Ya analizamos en su momento cómo leer puede ser perfectamente una actividad social. Ahora, tras la publicación en Science Robotics de un artículo sobre un ensayo con niños, lecturas y robots, nos preguntamos: ¿pueden los robots ayudarnos a leer?
Robots sociales ya nos ayudan en el día a día
El estudio al que hago mención se llama ‘Lectura social: transformar la experiencia de lectura en el hogar con un robot compañero de aprendizaje’. Esta arriesgada experiencia, por la percepción gris y ausente que tenemos de los robots, la han traído los investigadores Joseph E. Michaelis y Bilge Mutlu, ambos de la Universidad de Wisconsin–Madison.
Pensemos en cómo el mundo moderno ha hecho que los niños crezcan aislados del entorno social y, por tanto, de las experiencias aprendidas durante la infancia por nuestros padres. Yo mismo (tengo 30 años) me he criado parcialmente solo porque mis padres trabajaban. Esto significa que pasaba muchas horas con mi hermano, generalmente haciendo los deberes.
¿Puede un robot suplir algunas de las actividades sociales que mi generación no disfrutó? La sorprendente respuesta es que sí. Los robots sociales ya forman parte de buena parte de la población, aunque hay una enorme diferencia entre países. Probablemente todos recordamos a Nuka (1993), la foquita robot terapéutica que ha hecho que toda una generación de ancianos se sientan acompañados.
Arriba podemos ver una anciana con Alzheimer con una compañera Nuka, esta foca asistente. Robots similares se han demostrado muy eficaces en la ayuda de enfermedades neurodegenerativas, como ayuda a la soledad e incluso a la hora de socializar con niños con desorden del espectro autista.
Robots que ayudan a la comprensión lectora
El experimento de Michaelis y Mutlu es relativamente sencillo. Reunieron a un grupo de 24 niños de 10 a 12 años y los dividieron en dos grupos. Durante dos semanas, un grupo siguió un programa de lectura escrito en papel, clásico de la enseñanza actual al estilo de un libro de texto, y el otro fue acompañado por un robot.
Sorprende que los jóvenes acompañados del robot describieron la experiencia como positiva, y señalaron que el estar acompañados de un robot ayudaron a la comprensión de la lectura así como a motivarles a seguir leyendo. Además, desarrollaron cierta conexión social con el robot.
Resulta evidente que la experiencia de leer acompañado, aunque sea por un robot no muy complejo, es interesante para los jóvenes que pasan muchas horas solos. Lo ideal, por supuesto, será un adulto u otro niño que le guíe, pero esto es algo difícil en nuestra sociedad.
Además, a medida que los robots se sofistiquen es probable que resulten mejor guía que algunos humanos. No es una idea descabellada que cierto nivel de inteligencia y, sobre todo, un acceso a miles de bancos de datos de forma simultánea, serán de gran ayuda a la hora de motivar o facilitar la lectura.
Imágenes | Franck V., Franck V.
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