Hace años que el arte dejó de regirse bajo las normas clásicas en las que la armonía, la proporción, el equilibrio y la perfección eran las bases de una obra, esto no quiere decir que, en la actualidad, los artistas no se preocupen por ello. No obstante, hay que considerar que el arte siempre ha tenido ciertas restricciones, por decirlo así, existen factores ajenos a la obra y al artista que determinan el valor de una creación. Pensemos en la academia o institución, en los teóricos y críticos de arte, en el público, en las galerías, incluso en el mecenazgo; todos ellos son quienes van marcando el éxito o fracaso, no sólo de la obra, sino del mismo artista; ellos, como el artista, se encuentran en una delgada línea entre la libertad creadora y el purismo.
Si a lo anterior, agregamos lo que menciona Ortega y Gasset en la deshumanización del arte, respecto a que “el arte nuevo divide al público en dos clases de individuos: los que lo entienden y los que no lo entienden; esto es, los artistas y los que no lo son”.
Pensaríamos que alguien sin conocimiento del arte no podría apreciarlo, pero no es del todo cierto, ya que el arte, a través de la historia, ha dejado un gran catálogo de corrientes, artistas y obras para todos los gustos. Esto hace que el público conecte de alguna manera con la obra, cuya apreciación puede definirse desde “algo bonito”, hasta un acto contemplativo abstracto. De tal forma que nos encontramos en un momento donde la apreciación del arte no se limita a que una obra sea perfecta, bella o proporcionada. El arte nuevo se presenta como un trabajo creativo.
Sin embargo, el arte como lo conocemos tuvo que pasar crisis, reflexiones, cuestionamientos y manifiestos sobre lo que era o no arte. Fue hasta el siglo XX que se produjo una visión diferente, con las vanguardias y la llegada de la modernidad, los artistas comenzaron a preocuparse por otros elementos del proceso creativo que reaccionaban al entorno. Así, la constante industrialización y el arribo de nuevas tecnologías en el mundo provocó que artistas como Jackson Pollock, Marcel Duchamp, Roy Lichtenstein o Andy Warhol experimentaran con nuevas técnicas de creación, como el action painting o la serigrafía. A esto, se suma que la nueva producción artística llegara a un público diverso, dando popularidad a su trabajo de forma masiva.
El arte moderno le dio otro significado al arte y le otorgó una libertad creadora para experimentar, sin preocuparse, aparentemente, por los factores externos que intervienen en la contemplación o el pensamiento crítico. Esta idea sigue vigente, ¿por qué? Aquí dos ejemplos. Por un lado, habrá quienes piensen que poner prendas íntimas manchadas de tinta roja sobre la pared o cualquier superficie de un museo, es una expresión artística que representa la violencia hacia las mujeres, pero, ¿qué pasaría si esas prendas las viéramos en un tendedero de vecindad?, ¿el mensaje cambiaría? Notemos que el espacio y tiempo también son factores que intervienen en el valor que le damos al arte. Por otro lado, tenemos a las famosas Latas de Sopa Campbell de Andy Warhol, la obra está compuesta por 32 lienzos y se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, hasta la fecha sigue desatando críticas, habrá quienes piensen que fue una broma del artista, una crítica al capitalismo o una forma de hacerse famoso. Cierto o no, es conocida mundialmente, y Andy Warhol es uno de los pioneros en el movimiento Pop-Art.
Así podríamos dar miles de ejemplos, pero de momento no quiero que hablemos de una corriente, de un artista o de una obra. Quiero reflexionar sobre el arte en las redes sociales, ─el cual tiene que ver con esa libertad creadora que tanto menciono─, que ha sido poco atendido por los críticos y la academia; como se imaginarán, muchos son los pintores que publican su trabajo en Instagram y Facebook, trabajo que en esta era de la inmediatez, donde casi todo está al alcance de un click, se ha transformado y ha marcado un estilo, gracias a técnicas como el collage y el pastiche.
El collage, según el Diccionario de la Lengua Española, es una “técnica pictórica que consiste en componer una obra plástica uniendo imágenes, fragmentos, objetos y materiales de procedencias diversas”. Mientras que el pastiche, según el mismo diccionario, es una “imitación o plagio que consiste en tomar determinados elementos característicos de la obra de un artista y combinarlos, de forma que den la impresión de ser una creación independiente”.
De este modo se presenta un nuevo estilo artístico en cuentas de Instagram, principalmente, como @maxfromtax, @taxcollection @_art_psycho o @pasticeinplace_, las cuales se dedican a publicar imágenes. La mayoría de ellas son de artistas visuales que trabajan con herramientas digitales. Su estilo consiste en ocupar técnicas como el pastiche y el collage para crear algo nuevo que llame la atención, cause gracia o logre conectar con los usuarios. Algunos de los artistas muestran su trabajo en galerías, trabajan para alguna marca o en colaboración con otros artistas, así como en casas de arte. Gran parte de su fama y labor se debe al talento y a la red social que convierte a sus seguidores en clientes, patrocinadores o más seguidores. Aquí dejamos algunos ejemplos.
Como vemos, hay imágenes que ocupan los lienzos de obras famosas y los combinan con elementos de la cultura pop, como actores, cantantes, caricaturas o productos. Con ello, notamos que esta ola de nuevos artistas no está bajo una norma, su libertad creadora radica en el uso inagotable de sus técnicas, y ya sea en una plataforma de internet, una impresión o un lienzo, se han popularizado a nivel mundial. A pesar de esto, hay quienes conservan la vieja escuela y deciden pintar a mano, tal es el caso del artista Dave Pollot:
Mi proceso creativo comienza dentro de tiendas de segunda mano donde encuentro obras de arte abandonadas y olvidadas. Uso pinturas al óleo para alterar estas piezas y mezclar mis adiciones (a menudo elementos de la cultura pop), transformándolas en nuevas obras con un nuevo significado […] Mi trabajo es la confluencia de períodos de tiempo, zeitgeists, estilos e intenciones. Al integrar distintos elementos de la cultura pop de una generación en la obra de arte abandonada de otra, las líneas de propiedad cultural se desdibujan y el arte olvidado se reintroduce en un mundo más comunitario donde las cosas como ‘nostalgia moderna’ y ‘arte pop clásico’ tienen sentido; uno en el que los espectadores pueden escapar, aunque solo sea por los pocos momentos que pasan al observar un poco de la cultura pop insertada en algo que podría haber colgado en la casa de sus abuelos
Lo interesante de este artista es que muestra el proceso creativo en sus redes sociales, como Instagram: @davepollotart, además de presentar la obra terminada. Aquí les dejamos algo de su magnífico trabajo.
Finalmente, a lo largo de estas líneas hemos visto el actual estado del arte, que podemos nombrar como un “arte pop digital”, que parodia la realidad, alude a un pasado remoto y renueva el significado de una obra artística. Pero que, a la vez, incita al pensamiento crítico y cuestiona si esto es una nueva expresión artística o un pretexto para ganar popularidad. Ya habrá tiempo de polemizar sobre estas cavilaciones en otra nota.
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