Me he ido unos días de vacaciones y he aprovechado para terminar el libro que tenía abierto desde hacía un tiempo. Viendo nevar desde la ventana de mi estancia, he dado carpetazo a ‘Un mundo robot’, de Javier Serrano, y con él he dejado el pasado detrás. Esto no es una reseña al uso, pero sí una alabanza. El libro me ha parecido excelente, e invita a reflexiones como la que tendréis hoy aquí.
Dime, lector, ¿a qué te dedicarías si no tuvieses que ganarte el sustento con tu trabajo? ¿Te dedicarías a algo? Supón que vives en una sociedad que ha trascendido la idea del trabajo tal y como lo conocemos. Las máquinas se encargan del grueso de los trabajos “pesados” tales como cultivar, preparar nuestra comida, e incluso llevarnos de un sitio a otro. Puede que pienses que hablo de una utopía, pero parece que este futuro se acerca rápidamente…
¿Un mundo robot? 🤖
Hace pocos meses, la startup Ekim anunciaba el lanzamiento de su pizzería. Nada nuevo bajo el Sol, si obviamos que el encargado es un brazo robótico llamado Pazzi (abajo). Pazzi prepara la pizza, la mete al horno, la sirve y la cobra. Todo sin intervención humana más allá de su mantenimiento, que es relativamente asequible y fácil de realizar.
El cliente diseña su propia pizza. Si una de estas cadenas se instala en un centro comercial, el resto de servicios de restauración no tendrán ningún tipo de competencia porque el mayor coste del mercado laboral es el ser humano.
Del análisis de qué ocurrirá cuando todas las cadenas de pizza y todos los taxistas del mundo sean robots trata el libro de Javier Serrano, que analiza con un humor exquisito a qué se dedicará la humanidad cuando nadie tenga que dedicarse a nada para vivir. Si todo el trabajo lo hacen robots, la prestación por desempleo debería llamarse simplemente “prestación”.
Es la renta básica incondicional o renta básica universal de la que hablaban Manuel Hidalgo y Marta García en sus respectivos libros El empleo del futuro y El fin del mundo. Si la automatización se vuelve tan agresiva que los humanos nos quedamos sin trabajo al resultar no ya desempleados sino inempleables, una renta mínima parece la única alternativa. Ahora bien, ¿a qué te dedicarías?
¿Trabajarías si no tuvieses que hacerlo?
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Ponte en la situación de cobrar el salario mínimo de tu país sin necesidad de ir a trabajar. Es decir, el salario mínimo que te permite llevar una vida digna pero sin excesivo lujo. En España hablamos de 858,55 euros, en Francia de 1498,47 euros, en Portugal de 676,67 euros. Varía según el coste de la vida en cada región.
El sistema de la renta universal funciona de la siguiente manera: todos cobran un mínimo y, si consigues trabajar por un salario tal y como lo conocemos, no perderías con ello su prestación. De modo que uno abonaría la renta universal más su salario. ¿Trabajarías?
En mi caso —supongo que algo así es demasiado personal— tengo claro que no dejaría de trabajar incluso aunque no se me pagase de manera directa por ello. Claro, que mi trabajo es mi hobbie. Yo tengo suerte, o me la he sabido buscar. No todos los trabajos son tan placenteros. Piensa en los repartidores a pedales.
Si un futuro como el que augura Javier Serrano en ‘Un mundo robot’ sale adelante —después de leer el libro soy incapaz de imaginar ningún otro—, cada uno de nosotros tendrá que decidir qué tipo de vida va a llevar. Arriba vemos cómo el grueso de los camareros y repartidores pronto quedarán sin trabajo. ¿Trabajaremos unas horas al día? ¿Estudiaremos sin parar? ¿Haremos voluntariado? ¿Nos dedicaremos a la meditación?
La versión pesimista
Algunos agoreros vaticinan en este marco la pérdida de los valores actuales de la humanidad. Si no tenemos por qué madrugar para ganar dinero, es posible que nos convirtamos en obsoletas bolas de grasa llenas de legañas. ¿Para qué molestarse por nada, si todo viene hecho?
La versión optimista
Estoy convencido que parte de la sociedad funcionaría con ese mecanismo de parasitación, pero no puedo imaginar un futuro mejor que aquel que me deje tiempo para leer, estudiar y escribir como ya lo hago durante el día. Creo sinceramente que la gente acabaría dedicándose a materias más intelectuales una vez que sus problemas de recursos básicos quedasen cubiertas.
Un salario digno, solo por existir
Desde que la humanidad guarda registro no se conoce ninguna sociedad que haya logrado un alto nivel de bienestar sin necesidad de dar un palo al agua. Hacía falta trabajar y ganarse el pan con el sudor de la frente (hoy con el culo sobre una silla de oficina). Todo parece indicar que las máquinas se encargarán de nuestras tareas. ¿Nos volveremos locos por el excesivo ocio? Dicen que las parejas rompen más en verano.
Es probable que el futuro que viene disgregue el trabajo de renta y podamos dedicarnos, dentro de unos límites, a lo que nos de la gana. Esos límites probablemente acaben a ras de “viajar por el mundo”, un sueño para mucha gente que podría no hacerse realidad.
¿Cuántos viajes al año dan 858,55 euros, o 1000? Probablemente pocos. En series como The Expanse se analiza el futuro del empleo, y la humanidad se muestra aburrida ante el hecho de que ya no hay nada que hacer. Todo está resuelto, lo cual puede hacer que nos volvamos todos locos.
Si por algo me ha gustado ‘Un mundo robot’ es por la forma que tiene de llamar a meditar sobre este tipo de cuestiones, que deberíamos tener resueltas antes de que el futuro nos alcance. Como individuo: ¿merece la pena invertir ya en un fondo que rente algo más que la paga estatal con la que me jubilaré a los 40?
Aunque no tenemos muy claro cuándo va a llegar el momento, sabemos que a las pizzerías les queda poco. Con ellas caerán todos los servicios de restauración tradicionales que no incluyan espectáculo (poner capa sobre capa para hacer una hamburguesa no es algo difícil para un robot), y algunas tecnologías disruptivas se asoman a la vuelta de la esquina para transformar otros sectores.
¿Tendremos que adaptarnos al ocio forzado?
En España hay unas 67 000 licencias de taxi, unas 6000 de VTC, y decenas de miles de camioneros. Se estima que hay unos 500.000 puestos laborales construidos sobre la habilidad humana de conducir.
Pero la movilidad autónoma está a la vuelta de la esquina, y dentro de 10 o 20 años es muy poco probable que se siga conduciendo de manera profesional. En su momento lo encontraremos peligroso porque los robots no tienen accidentes. ¿A qué se dedicará esa gente? ¿A leer?
Desde mi posición de escritor no estoy más lejos de ser automatizado que un camarero. Los mecanismos de análisis del lenguaje avanzan a marchas forzadas, y en este blog hemos analizado qué pasa cuando las máquinas se ponen a escribir.
No parece que haya arte exento de ser automatizado, y eso significa que es cuestión de tiempo que nuestras respectivas profesiones, querido lector, carezcan de sentido. Quizá sigan existiendo como actividad vintage o de ocio, pero es poco probable que consigamos por ellas una remuneración.
Es decir, es muy probable que tengamos que adaptarnos a un ocio forzado. Y, entonces, ¿nos dedicaremos a algo más elevado que a nuestro trabajo anterior? ¿Pasaremos la vida en el sofá esperando a que llegue nuestra paga?
Un mundo para humanos
Hay que afrontar el hecho de que, aunque la idea es cautivadora, es muy poco probable que el empleo desaparezca en unas décadas. En otras palabras: que nos tocará trabajar al menos un par de generaciones más. Pero ‘Un mundo robot’ invita a reflexiones del tipo: ¿está preparada la economía para el cambio? ¿Lo estoy yo?
Supón que los gobiernos se ponen al día y legislan por primera vez antes de que la tecnología se vuelva disruptiva (el registro histórico hace esto improbable). Un día te encuentras 1000 euros en tu cuenta bancaria, y al mes siguiente tendrías otros tantos. ¿Dejarías tu trabajo?
Me gusta pensar que la gente mantendría vivo el esfuerzo aunque su salario no dependiese del mismo. Que viajaremos, aprenderemos constantemente, y usaremos el tiempo con sabiduría. Javier Serrano ha escrito un libro más que interesante que prefiero no desgranar aquí —que sea el lector el que se encuentre con el futuro cara a cara— y que invita a pensar. Lo recomiendo.
Buenos días, me ha gustado tu sincera reseña y opinión del libro. Ando en él, en parte documentándome para una novela al respecto, pero concebida como una utopía-distopía.
En términos realistas me preocupa que al no ser mano de obra útil el ser humano en ese futuro su escenario sea el quedar orillado en la miseria. Y en qué se transformará el consumo entonces? Eso es lo que mantiene el sistema actual. O nos quedamos como consumidores puros o habrá que reformular totalmente la existencia humana.
Tal vez eso traiga una mengua de la población a medio plazo, algo muy necesario.
Te recomiendo, por otra parte, el libro 2050, que planta con datos científicos un futuro muy negro para la humanidad.
Un saludo.