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El 24 octubre del año 79 d.C. el volcán del monte Vesubio entró en erupción destruyendo las ciudades de Pompeya y Herculano en una explosión de lava y humo que las dejó sepultadas en unos 25 metros de ceniza, que acabaron convirtiéndose en roca sólida. Así se mantuvieron hasta que fueron redescubiertas a mediados del siglo XVIII. Increíblemente, la biblioteca de Herculano, conocida como Villa dei Papiri, sobrevivió con más de 1800 pergaminos sobre literatura, ciencias o religión, eso sí, solidificados y convertidos en cáscaras oscuras. Las palabras que contenían podían proporcionar una visión sin precedentes de la historia humana, pero eran prácticamente inaccesbiles. Los papiros estaban tan dañados y rígidos por la falta de humedad que cualquier intento por abrir los rollos a mano acababan destruyéndolos. Durante mucho tiempo parecía como si los secretos de esos textos permanecerían guardados para siempre.

En 2009 dos de esos rollos carbonizados, bautizados como «Fat Bastard» y «Banana Boy», cayeron en las manos de Brent Seales, profesor de ciencias de la computación en la Universidad de Kentucky, y se planteó la posibilidad de desvelar su contenido abriéndolos digitalmente mediante escaneo y un software de tomografía computarizada.

Seales se inició en este tipo de técnicas en 1995, cuando fue invitado a la Biblioteca Británica de Londres para escanear y conservar Beowulf. Sus páginas, de un milenio de antigüedad, habían sido dañadas por el fuego y deformadas por el paso del tiempo, unas imperfecciones que los escaneos en 2D dejaron intactas. El uso de un software especial permitió su visualización en 3D, haciendo posible restaurar la copia manchada. Seales basó su idea original en el mundo de la medicina, donde las tomografías digitales ofrecen una visión del interior del cuerpo de una manera no invasiva. ¿Qué pasaría si, se preguntaba Seales, se aplicara el mismo principio al estudio de documentos frágiles? ¿Qué pasaría si una reliquia de estas características pudiera ser examinada de la misma manera en que un radiólogo puede visualizar unos pulmones? Seales regresó a la Biblioteca Británica en el año 2000 para trabajar con otros documentos delicados. Después de escanear con el prototipo de una máquina capaz de hacerlo en 3D sin contacto físico, utilizó un software para suavizar las páginas dobladas y agrupadas. El resultado fueron versiones realistas y planas de páginas dañadas y con siglos de antigüedad.

Pero Seales quiso llegar todavía más lejos. Además de reparar de forma virtual páginas dañadas utilizaría esa misma tecnología para llegar al interior de los rollos de Herculano sin el peligro de destruirlos. Solo el Instituto de Francia, uno de los cuatro principales poseedores de los rollos, aceptó la idea de Seales y en 2009 se le concedió el permiso para escanear dos de los rollos que tenían en su poder, P.Herc.Paris 3 y P.Herc.Paris 4, apodados por el equipo de Seales como «Fat Bastard» y «Banana Boy».

La primera parte del proceso se conoce como escaneo volumétrico, que consiste en cortar el rollo en secciones transversales de 14 micrones de espesor ‒los pelos humanos miden alrededor de 75‒ y a continuación usar una «malla» geométrica para volver a ensamblarlas en una superficie legible. El problema fue Seales pensaba que era posible aislar los metales de la tinta, separándolos de la página y haciéndola legible pero había tan poca cantidad de metales que era imposible identificar las letras. Tampoco se podía distinguir el carbono del papiro del carbono de la tinta. Y, por otra parte, el software no estaba preparado para procesar la enorme cantidad de terabytes resultantes del escaneo. El resultado fue que, si bien era posible mirar dentro de los pergaminos, no había manera de determinar qué era lo que se estaba viendo. Seales demostró que era posible conseguir imágenes del interior de los rollos, pero necesitaba mejorar la visualización del documento.

El software de Seales mejoró enormemente cuando en 2014 entró en contacto con Pnina Shor, encargada del Proyecto de Rollos del Mar Muerto en el Israel Antiquities Authority. Shor había oído hablar del trabajo de Seales y quería saber si podía analizar unos datos de tomografía que había recolectado de un trozo de pergamino de unos ocho centímetros encontrado en Ein Guedi, Israel, en 1970. Seales aplicó su proceso en el documento, que contenía tinta oscurecida por los pliegues del pergamino. Utilizó un paso que llamó «texturizado», que identifica las diferencias de densidad y otros datos del papel y que indica dónde se ha aplicado la tinta, asignando un valor a ese punto. La información registrada se puede reensamblar para que aparezcan en forma de letra. Hay que tener en cuenta además que el rollo de Ein Guedi estaba hecho de piel de animal, lo que es mejor para el contraste entre la tinta y el papiro, y también utilizó una resolución que fue el doble de la que usó en 2009. En 2015 Seales envió sus hallazgos a Shor: los primeros dos capítulos del Libro de Levítico, el primer ejemplo de texto bíblico después de los Rollos del Mar Muerto.

El mismo método usado para el material de Ein Guedi debería funcionar para la colección de Herculano, gracias en gran medida a la tecnología de rayos X de alta potencia que se encuentra en el Diamond Light Source en el Reino Unido y que permite aislar el plomo de la tinta. De ahí a aislar letras claramente definidas, que finalmente serán agrupadas en oraciones por el software que está actualmente desarrollando solo hay un paso.

El trabajo realizado con Shor es la prueba de la importancia de las nuevas tecnologías para revelar textos que han permanecido ocultos durante siglos. Como es lógico, los conservadores suelen ser bastante recelosos a manipular reliquias tan delicadas ‒son ellos mismos los que introducen y sacan los pergaminos de los escáneres‒, pero Seales ha demostrado que el riesgo es mínimo y que merece la pena. En la actualidad se encuentra en negociaciones con la Universidad de Oxford y con la Oficina de Papiros de la Biblioteca Nacional de Nápoles, donde se encuentran la mayor parte de los rollos de Herculano, pero incluso con los permisos necesarios, el éxito de su empresa finalmente depende del dinero que se esté dispuesto a invertir. Con el tiempo y con la financiación necesaria, los secretos de las cápsulas del tiempo enterradas por el monte Vesubio durante siglos podrían ir saliendo a la luz.

Fuente: Mental Floss.

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