Hace unos meses me llegó un encargo muy interesante gracias a un antiguo cliente. Se me encargó algo ‘raro’. El trabajo consistía en leerse tres de los libros de un autor conocido y redactar una entrevista. Entera, preguntas y respuestas, ocupando el rol de entrevistador así como el de entrevistado. Como ayuda disponía de un briefing con un plan de marketing.
No sé hasta qué punto este tipo de encargos son frecuentes en el mundo de la redacción, pero en una conversación privada un conocido me pregunto “¿Y eso que haces es ético?”. ¿Es ético guionizar una entrevista? Hoy todos tenemos presente el ‘No estoy aquí para hacerle las preguntas que usted quiere, ministro’. Por aquel entonces, ni me lo había planteado.
La ética existe en redacción
Preguntarse sobre la ética del trabajo que uno desarrolla es coherente y saludable. Con una pregunta similar hace un par de años dibujé una línea roja en mi trabajo. Por ejemplo, me niego a trabajar para dar visibilidad a la movilidad térmica, alimentos poco saludables o pseudociencia.
Es importante ser coherente con la línea ética que uno toma en el trabajo, que en principio debería ser la misma que la que uno sigue fuera de él. De modo que me puse a estudiar mi caso particular. ¿Cómo de ético es escribir lo que otra persona busca decir usando su nombre? De forma autorizada, se entiende, por encargo.
El encargo viene por parte de alguien que se dedica a la escritura —como he dicho ha escrito varios libros— pero que no sabe venderse. Sus libros son de divulgación, campo en el que estoy especializado. De modo que acudía a mí para resolverle la papeleta.
Una entrevista es más que un anuncio
La primera aproximación a la entrevista fue considerarla lo que por otra parte es: un anuncio. La mayoría de las entrevistas actuales se hacen con motivos publicitarios, y esta no era una excepción. Es por eso que su contenido debía ser realista, todo lo cercano a la realidad y sincero. Vaya eso por delante.
Sin embargo, una entrevista es algo más que un anuncio. Es un anuncio especial, uno con una identidad que yo estaba supliendo. No era la primera vez que hacía algo similar. Hace cuatro o cinco años recibí el primer encargo de negro y desde entonces estos engrosan buena parte de mis facturas.
Hacer de negro, en escritura, quiere decir escribir un texto por encargo para que firme otra persona. No os hacéis una idea de lo común que es esto en el mundo editorial. Si el autor escribe bien y no es escritor, probablemente tenga un negro, una práctica que comprendo y apoyo.
¿Es ético tener un negro en la escritura?
Para mí sí, por dos motivos. El primero es que hay un acuerdo entre las partes. Es decir, no es un esclavo ni está coaccionado. El trabajo se firma de consenso y ambas partes tiene libertad para decir que no. Siendo el negro de alguien se cobra bien. Muy bien, si ese alguien es famoso. Más aún si se sabe guardar el secreto y uno es discreto.
El segundo motivo es que hay negros en todos los sectores y está universalizado. Buena parte del marco ético lo aporta el entorno. Así, observamos dispositivos de la marca X fabricados por Y o grandes firmas de arquitectura cuyos calculistas no aparecen por ningún lado. No lo hacen porque así ha sido el acuerdo económico que une a ambas partes.
¿Cuánta sinceridad hay en una entrevista redactada?
Ahora vamos a un tema escabroso. Lo que yo redacto es sincero, pero se incurre en una trampa: no es el entrevistado quien responde, soy yo. Por descontado que este se lee la entrevista, la modifica diez veces y termina por aprobarla cambiando cientos de puntos. Pero el autor no la escribe, ni la pronuncia.
La mayoría de las entrevistas se graban y luego transcriben. Tienen edición, menor, casi toda ella para eliminar las muletillas del lenguaje hablado y hacerlo leíble. Pero aquel encargo estaba fabricado desde el inicio, y aún así lo considero ético. Me escudo en varios puntos importantes.
El primero es que el entrevistado buscaba decir lo que yo había escrito, pero no encontraba palabras. Esto es importante. Al igual que quien redacta el discurso de un mandatario o el teleprónter en un telediario, uno ha de ponerse en la piel de quien pronunciará o firmará las palabras.
Hay quien puede pagarse un redactor y así hablar mejor en público y quien no. Este último suele pasarlo mal, o ir dando tumbos. De hecho, el escritor actúa como un equipo de trabajo que opera coordinado con el entrevistado.
El segundo vuelve a ser del entorno, y es que vamos a tener que vérnoslas con sinceridad ficticia más a menudo. Jaime Altozano, conocido youtuber y referente cultural en música, abre uno de sus vídeos diciendo que “toda la música pop es mentira”. Esto último tiene mucha miga.
Bienvenidos a un mundo de adornos guionizados
Aún no puede verse en abierto, pero las nuevas versiones de Alexa, el asistente de Google o Cortana van a fingir inflexiones del habla humana. Es decir, hablarán contigo diciendo cosas como “mmm, mira a ver qué te parece esta canción [pausa], yo creo que va a gustarte, ¿no crees?”.
La máquina puede decir simplemente “mira esta canción”, sin más. Aséptico. Sin embargo, pronto funcionalidades que van más allá del utilitarismo puro adornarán el lenguaje de las máquinas, humanizándolo. ¿Significa que nos están mintiendo?
Altozano hablaba en su vídeo de cómo el cine se vanagloria de cómo “miente” al público con sus efectos especiales mientras que en la música los mismos efectos se esconden bajo la alfombra. Algo similar ocurre en la redacción frente, por ejemplo, el uso de realidad aumentada en el telediario.
Ni los cantantes cantan tan bien como nos parece, ni los entrevistados responden siempre con la chispa y la frescura con que les leemos. Y es que la redacción de entrevistas busca transmitir aquello que el entrevistado quiere decir, no lo que es capaz de pronunciar. Es un adorno.
Una entrevista guionizada es una entrevista preparada
Para mí, guionizar una entrevista es tan apropiado como hacer lo propio en un vídeo para YouTube. Si un youtuber como Altozano se pone a hablar a cámara sin guion, sin efectos, sin material, en simple directo con arreglos posteriores, probablemente baje mucho su calidad. Eso diría poco de su estima al público.
En otro ejemplo, si en lugar de haber meditado sobre este tema ético a lo largo de varias conversaciones y por escrito, y me hubiese puesto a escribir sin más, el resultado de este artículo habría sido cuestionable. Para mí, que haya un guion no significa que esté siendo poco ético, y sí que se toma en serio lo que hace.
Al igual que se corrigen y revisan los libros hasta el punto en que en ocasiones distan mucho del borrador original, vamos a tener que acostumbrarnos a un mundo en el que se ha retocado (véase el Photoshop en paisajes) un gran número de elementos. Esto no lo hace más falso, menos ético, pero sí mucho más dirigido a un propósito.
Imágenes | Brad Neathery, Markus Spiske
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