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El pasado 15 de abril el mundo entero observó con horror cómo la Catedral de Notre Dame era devorada por las llamas. Como consecuencia, la aguja y el tejado se derrumbaron, ocasionándose además daños graves en el interior. «París está decapitado», escribió Pierre-Eric Trimovillas en The New York Times. Que el mundo entero se ha volcado con la Catedral queda demostrado con el hecho de que 24 horas después del incendio ya se habían recaudado más de 800 millones de euros para su reconstrucción. Todas las miradas están centradas en esta centenaria construcción, tanto que como informa Jon Henley en The Guardian, Nuestra Señora de París de Victor Hugo, la novela que puede considerarse una carta de amor hacia la Catedral, se ha convertido en el número uno en la lista de libros más vendidos de Amazon Francia. No es la primera vez que los franceses buscan consuelo en la literatura después de una tragedia: tras los atentados terroristas que hubo en París en 2015, en los que fueron asesinadas 130 personas, París era una fiesta de Ernest Hemingway se convirtió en el libro más vendido de Francia.

No es solo el interés por Notre Dame y porque este edificio sea el protagonista de la novela de Victor Hugo, volver los ojos a Nuestra Señora de París en este momento tiene una importante carga simbólica. El libro fue escrito en una época, a principios del siglo XIX, en la que Notre Dame atravesaba por un mal momento.

Primera página del manuscrito de Nuestra Señora de París (Fuente).

Hasta el momento de la publicación de la novela de Hugo Notre Dame estaba en un estado pésimo. Como informa Gillian Brockell en el Washington Post, durante el reinado de Luis XIV se hicieron renovaciones poco afortunadas en los que se retiraron los vitrales para poner ventanas transparentes y un pilar fue demolido. A continuación, la revolución francesa no mejoró demasiado la situación. Notre Dame fue considerada un símbolo de la iglesia y de la monarquía, así que fue saqueada por los revolucionarios que se dedicaron a decapitar estatuas, robar el plomo del techo para hacer balas y fundir las campanas de bronce para hacer cañones. La catedral fue devuelta a la Iglesia Católica en 1802, pero nadie tenía demasiado interés en ella. La arquitectura gótica del edificio «había dado paso al Renacimiento», escribió Richard Buday para Arch Daily en 2017. «Para entonces los parisinos consideraban edificios medievales, monstruosidades deformes», añade.

Victor Hugo no estaba de acuerdo. Él creía que la arquitectura gótica era magnífica y quería ver restaurada Notre Dame. En 1828, el editor parisino Charles Gosselin le pidió que escribiera una novela al estilo de Walter Scott, que estaba muy de moda en Francia, y que además Hugo apreciaba mucho. El contrato original prevé la entrega de la novela en abril de 1829 pero Hugo se atrasa porque está centrado en otros proyectos y a partir de la primavera de 1830 su relación con Gosselin se deteriora y este incluso llega a amenazarlo con llevarle a juicio. Finalmente Hugo se compromete a entregarla el 1 de diciembre de 1830 aunque más tarde consigue renegociar el plazo y lo amplía dos meses más. La novela fue escrita a partir del verano de 1830, dejando de lado tres capítulos que la hubieran alargado demasiado y que más tarde serían incluidos en una edición posterior.

Ilustración de la edición original de Nuestra Señora de París, realizada por Azara Sirgo (Fuente).

La primera edición de Nuestra Señora de París aparece el 16 de marzo de 1831, precedida por un breve prologó donde Hugo evoca la inscripción, grabada en letras griegas Ananké ‒Fatalidad‒, que había visto «en un rincón oscuro de una de las torres», e incluye una breve pero severa crítica de las restauraciones hechas a monumentos históricos de la ciudad en general y a Notre Dame en particular. A pesar de que su novela transcurre en el siglo XV, cuando la Catedral estaba en pleno esplendor, no pierde la oportunidad de lamentar su decadencia. «[Es] es difícil no suspirar, no estar tan indignado, ante las innumerables degradaciones y mutilaciones que tanto el tiempo como los hombres causaron en el venerable monumento», escribió Hugo.

La novela se convirtió en un éxito y además recibió buenas críticas por parte de la prensa. Revue de Paris alabó talento con el que Hugo revive el París del siglo XV y cómo la catedral es «la gran figura de la novela, quizás su verdadera heroína». Esta idea fue secundada por una buena parte de la crítica. Gracias a ese éxito, Nuestra Señora de París hizo que los contemporáneos de Victor Hugo miraran al edificio con nuevos ojos, haciendo que tuvieran una valoración más positiva de la arquitectura medieval. Un interés renovado que llevaría a restaurar la catedral a partir de la década de 1840, con el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, defensor del naciente estilo neogótico, a la cabeza.

Reparar los daños causados a Notre Dame por el reciente incendio probablemente llevará años y costará miles de millones, pero el presidente francés Emmanuel Macron no tardó en prometer que se haría. Tal vez haya muchos a los que les parezca que el edificio nunca volverá a ser el mismo. Toda reconstrucción o restauración de una obra centenaria no está exenta de polémica. También lo fueron la aguja o las gárgolas que Viollet-le-Duc incorporó en el siglo XIX y hoy los considerábamos partes fundamentales y simbólicas de la Catedral. Notre Dame volverá a estar en pie. Si Victor Hugo levantara la cabeza estaría feliz de ver todo el afecto que despierta ese edificio que él en su época tuvo que reivindicar a través de la literatura.

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