¿Se han preguntado por qué gustan tanto las telenovelas, series o dramas sentimentales? No es porque generen una fantasía o espejismo, sino porque llevan estas fantasías al mundo real, ¿no lo creen? Pensemos un poco en cómo y dónde se desarrollan estas historias: siempre le ocurre a una persona desafortunada, pero de buenos sentimientos, deseosa de encontrar el amor o de realizar sus sueños. Los personajes de la trama realizan actividades como las nuestras o viven en lugares parecidos a los nuestros, lo que despierta la posibilidad de que tal vez nos suceda. La historia del o los protagonistas contará cómo pasan los obstáculos y logran sus objetivos, a través del sacrificio y de sus buenas acciones, dándonos un ejemplo claro del buen comportamiento. Tal parece que esta fórmula literaria ha servido por los siglos de los siglos y es inagotable por los guionistas, basta con prender nuestro televisor o buscar en plataformas digitales para encontrar un culebrón.

En pleno siglo XXI, pese a las múltiples alternativas que tenemos para ver películas, programas o series, el público sigue cautivado por estas historias que, disfrazadas de una ilusión amorosa, marcan estereotipos con una moral tradicional, machista e intransigente. Quizá sea por el tema amoroso que el libro Como agua para chocolate de Laura Esquivel del año 1989 tuvo tanto éxito, pues por un lado nos presenta, desde una forma tradicional, y como una especie de recetario, una novela con tintes románticos que realza las costumbres familiares y a la cocina mexicana; no obstante, el contenido cuestiona en todo momento dichas costumbres, lo moral, lo bueno y lo malo de la sociedad de inicios del siglo XX.

Sinopsis

La historia comienza con la elaboración de unas tortas de navidad, que es el preámbulo para contar el nacimiento de la protagonista Josefita de la Garza, “Tita”, quien es la menor de las hermanas de la Garza; la mayor era Rosaura, le seguía Gertrudis y por último, Tita, todas hijas de mamá Elena. Con el nacimiento de Tita vendrá también la magia o lo maravilloso que marca su destino, el cual también será moldeado por la crianza de Nacha, la cocinera, ésta transmitirá toda su sabiduría culinaria y de vida a la más pequeña de las hermanas de la Garza. Es justo en el festejo de sus dieciséis años que Tita confiesa a su madre las intenciones de Pedro Muzquiz para pedir su mano en matrimonio. Mamá Elena le niega su derecho a ser feliz y decide otorgarle la mano de su hija Rosaura, obligando a Tita a seguir la tradición familiar que la condena a cuidar de su madre hasta que muera. Sin embargo, a pesar de lo estricta e insoportable que sea la vida a lado de mamá Elena, al grado de llevarla a la locura, Tita conservará la esperanza de estar con Pedro.

A lo largo del texto veremos ciertos rasgos sobresalientes que configuran el destino de cada personaje y dotan de significado a las historias. Tal es el caso de la protagonista Tita, cuya magia radica en los platillos que provocan un sinfín de sensaciones en los comensales, desde la melancolía por un amor hasta el frenesí lujurioso entre amantes. Tita, también es el centro de su casa, no sólo por estar en la cocina, sino porque tiene un vínculo con todos los personajes. Por otro lado, predomina un recurso antitético a lo largo de la obra, como son las representaciones de Pedro vs John, Gertrudis vs Rosaura, mamá Elena vs Nacha, lo moral vs lo inmoral, bueno vs malo, feo vs bello, verdadero vs falso, por mencionar algunos.

Asimismo, existen los recursos temporal y espacial que contribuyen tanto al tema gastronómico como al erótico dentro de la obra. La historia de Tita se desarrolla en el norte de México donde predomina el calor seco, dicho clima también se percibe en otros escenarios, como es el caso de la cocina o el baño, este calor se extiende por todos los espacios haciendo estragos en ella misma, así como en sus convidados. De tal manera que se vuelve corpóreo, expresándose en diversas formas como en los encuentros de Tita y Pedro, en los baños de Gertrudis o en la desnudez de los personajes; la imagen del calor abrazador, que incita a la pasión, adquiere mayor relevancia cuando se compara con las sensaciones que provoca la comida de Tita, en varios párrafos notaremos cómo sus platillos estimulan el apetito sexual.

Es así que Como agua para chocolate es un texto que propone una forma, poco usual, de contar historias de amor, lo vemos así desde el diseño editorial en sus páginas, o en los episodios fantásticos que cubren la vida de Tita, o en el ojo crítico sobre el buen o mal comportamiento de los personajes; todo esto sin mencionar las referencias literarias presentes en la obra, como la analogía entre Tita y Penélope de la Odisea. Laura Esquivel logró hacer una novela romántica que tuvo tanto éxito como los melodramas televisivos, y que se volvió más exitosa luego de estrenarse en la pantalla grande, cuyo guion estuvo bajo su tutela y contó con la dirección de Alfonso Arau, (Como agua para chocolate, 1992). A treinta años de su publicación y a veintisiete años de su estreno en cine, sigue causando revuelo, pues el año pasado la autora declaró que habrá una serie en Netflix y una obra musical en Broadway, así que, preparen sus platillos favoritos para disfrutar de sus nuevas versiones.

Comentarios

comentarios