Jon Bilbao es uno de los grandes referentes de la literatura nacional española. Su carrera siempre se ha acercado al género, desde obras como El hermano de las moscas, Bajo el influjo del cometa Estrómboli. Su incursión en el mundo del cómic es una gran ocasión para celebrar, y más si el resultado es La auditora, una obra a medio camino entre la ciencia ficción y el suspense que centra su foco en un punto de partida muy cercano a Blade Runner y que usa los códigos propios del autor para derivar hacia una obra intimista, sentimental y evocadora que deja un gusto dulce al término de la lectura.

En La auditora, editada por Astiberri, se nos narra la historia de una ciudad, una burócrata, un mundo futuro pero cercano y los problemas derivados de la tecnología, el cambio climático y la búsqueda de identidad. La sinopsis oficial reza:

A mediados del siglo XXI la compañía multinacional Robot Systems logra fabricar robots indistinguibles de los seres humanos. Este logro tecnológico produce, no obstante, decepcionantes resultados prácticos. Los robots causan problemas desde el primer momento por la incertidumbre que generan entre las personas. Prolifera el rechazo y son sistemáticamente eliminados, al tiempo que surgen plataformas sociales pro derechos de los robots, cuyos militantes los han adquirido en todo el mundo para “liberarlos” y ocultarlos entre los humanos. Mar, una empleada de Robot Systems, llega a un pequeño pueblo para investigar la posible presencia de un robot escondido. Durante sus indagaciones se enfrenta al miedo de los vecinos, a los caprichos de la familia que rige la localidad y a Automedonte, la temperamental inteligencia artificial que debe ayudarla. 

Esta es una obra peliaguda de reseñar, pues cualquier acercamiento al argumento más allá de la sinopsis inicial nos acerca, peligrosamente, al spoiler. El misterio en La auditora reside, en parte, en la búsqueda del robo que se oculta en el pueblo, pero también en las relaciones entre la familia propietaria y los ciudadanos; los perros enloquecidos por los gases de la fábrica, la relación entre Mar y la inteligencia artificial que la ayuda…vamos, que esta una obra de relaciones, que es lo que mejor maneja Jon Bilbao.

El guion de La auditora, y esto incluye diálogos y argumento, está soberanamente bien escrito, usando el silencio en los momentos adecuados, el diálogo elegante y escueto en ocasiones, la intercalación de viñetas y los diferentes puntos de vista. Todo esto narrado con un estilo muy visual, muy adecuado. El dibujo de Javier Peinado, autor de otras obras aparecidas en la editorial tales como La tempestad El fin del mundo resulta quizás algo caricaturesco al principio, demasiado colorido y poco detallado para lo que acostumbran las obras con un guion de ciencia ficción tan profundo, pero al que nos vamos adecuando y disfrutando a medida que avanza la lectura. Un estilo cercano al cartoon que resta algo de dramatismo al conjunto, pero que no impide que algunas páginas, sobre todo ciertos splash que llenan la novela gráfica de poder y suspense, que componen gracias a un color chillón y un dibujo con tremenda soltura. Empastan muy bien guion y lectura, aunque la elección de la portada me parece muy poco sugerente y la sinopsis no hace justicia al desarrollo de la trama.

La auditora es una primera incursión en el mundo de la novela gráfica realmente exitosa para este autor nacido en Ribadesella en 1972 y que convierte todo lo que toca en una historia muy interesante de ser contada. Pese a las similitudes con Blade Runner (imposibles de ignorar), o precisamente gracias a ellas, esto se convierte en una carta de amor a la ciencia ficción más íntima, pero también una historia coral llena de elementos interesantes que la hacen más cercana a obras menos mainstream del género como Rant de Chuck Palahniuk o Neuromante de William Gibson. Un cómic sofisticado, delicioso y lleno de matices.

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