¿Qué ocurriría si, un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más solitaria de tus soledades y te dijese: “Esta vida, como tú ahora la vives y la has vivido, deberás vivirla aún otra vez e innumerables veces, y no habrá en ella nunca nada nuevo, sino que cada dolor y cada placer, y cada pensamiento y cada suspiro, y cada cosa indeciblemente pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y todas en la misma secuencia y sucesión -y así también esta araña y esta luz de luna entre las ramas y así también este instante y yo mismo. ¡La eterna clepsidra de la existencia se invierte siempre de nuevo y tú con ella, granito del polvo!”?

F. Nietzsche.

Kafka

Kafka

Existen días en que la existencia tiene un «peso formidable»¹. Existen días en que la vida es una molestia y una carga. Existen días, también, en que la alegría se desborda en nuevas posibilidades y exalta a una voluntad que quiere seguir viviendo; la alegría ensancha, por lo tanto, el amor a lo vivo. Todo se torna, entonces, en una vitalidad y un enérgico poder para el sentido de la existencia.

Desde mi perspectiva, ambas posturas, de dolor como de placer, de alegría como de tristeza, de llanto como de risa, comprometen al individuo a vivir con toda existencia que le rodea. Puedo decir que la fragilidad es un carácter de la decadencia y de la vulgaridad, de la fuerza imponente e incomprensible del interior humano.

Contra el mundo de la depresión nada se puede hacer. El carácter humano se desarrolla en condiciones que están limitadas por el contexto histórico y social. Estas no definen la voluntad.

Por otro lado, la libertad transforma. La depresión nada puede contra ella. De ahí que el héroe ante lo funesto no tema, aunque la columna fundamental de su carácter esté cincelada por un destino invisible. Antes bien, se enfrenta a la adversidad con ayuda de la inteligencia, la realidad se vuelve necesaria para el héroe. En palabras de Dickens: «En la vida sólo son necesarias las realidades».

El héroe como sujeto fuerte o no, bravo o no, profundo o no, importante o no, que obtiene la victoria cuando acumula imaginaciones en una realidad concreta, que hace inteligible dichas imágenes para su instrucción y para su experiencia, para educación de su hermano, de su contemporáneo, amigo y compañero.

Como resultado el héroe es semejante al escritor. Consciente de la fragilidad, de la turbulencia, tanto de obstáculos imaginativos como reales, tanto de tristezas como alegrías, tanto de frases aniquilantes como sapientes oraciones, dispone solamente de su vida como instrumento creativo. La opresión es un impulso de la productividad.

Hace algunos meses leí la Metamorfosis de Franz Kafka. Quedé maravillado. Gregorio Samsa en el fondo es inocente e ingenuo. Tiene intenciones pueriles, pero altruistas. Se sacrifica por su familia, trabaja para ellos, quiere solamente su felicidad, es el retrato de la finalidad de todo buen hombre. Es el Yo momentáneo con el que se identifican algunos lectores.

Es curioso que la edad de Gregorio no se mencione en la novela, en cambio, se menciona el cortejo fallido a una mujer. ¿Qué intención tenía Gregorio con la mujer? ¿Fracasa por el amor y el compromiso que tiene con su familia? ¿Gregorio en realidad elige libremente sus decisiones? ¿Por qué Kafka evita mencionar la edad de Gregorio?

Ser un escarabajo no es repugnante, es estar muerto. Gregorio no se lamenta jamás por ser un insecto, sino por no realizar lo que debe. El deber es sacrificio y el sacrificio obliga vivir. En la metamorfosis nadie vive por placer: la vida está sujeta a la obligación de cumplir algo. Precisamente, la transformación de Gregorio en escarabajo no cambia su sentido de la existencia y del deber.

Además, en la metamorfosis no hay héroes, hay personas que trabajan y se preocupan por su existencia. Esto significa que la interpretación de la novela no está subordinada a la sociedad burguesa y a la exclusión de lo diferente y lo inútil de su sistema, sino al sentido de la vida dentro de los planes familiares, cuyo horizonte está limitado por la fraternidad y el amor que fácilmente puede confundirse con obligación, sacrificio y deber.

En resumen, la vida sometida a esa dualidad de dolor-felicidad, es la vida más humana. De ahí que sean pocos los escritores que hablan de la alegría como impulso vital, cuyas fantasías producen excesos y fiebres que hacen creer que se puede ser salvador del mundo o ser amado por todos. Como dice Balzac: «¿Quién no ha saboreado en los placeres ese momento de alegría ilimitada en que el alma parece haberse liberado de los vínculos de la carne, y hallarse como devuelta al mundo del que procede?»

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¹Título de un aforismo aparecido en la Gaya ciencia de Nietzsche y que irónicamente expresa un eterno retorno como amor a la vida.

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