
Thomas Day por Joseph Wright of Derby, en 1770 (Fuente).
Emilio, o De la educación de Rousseau está considerado el primer tratado sobre filosofía de la educación del mundo occidental. En él, el filósofo relata la historia del joven Emilio y de su tutor para ilustrar cómo hay que educar al ciudadano ideal, promoviendo un sistema educativo que permita al hombre natural vivir en la corrupta sociedad. Pero aunque hay consejos sobre cómo educar a los niños, las niñas quedan excluidas de este principio y solo se hará referencias a ellas como un instrumento para satisfacer a los hombres. Tanto es así que Mary Wollstonecraft dedicó una larga parte de su Vindicación de los derechos de la mujer a responder a Rousseau.

Portada de la primera edición (Fuente).
El ensayo de Rousseau despertó la admiración de lectores prácticamente desde su publicación. Hubo incluso quien se atrevió a ponerlo en práctica, como es el caso de Thomas Day y Richard Lovell Edgeworth. Day se convirtió en el tutor del hijo de Edgerwoth, Dick, y aplicó sobre él las propuestas educativas de Rousseau. Durante sus estudios en Oxford, Day, que era descrito como un personaje de mal genio, melancólico y una cara marcada con cicatrices de viruela, sufrió varios desengaños amorosos. Su conclusión fue que eran las mujeres las culpables de su desgracia y que sería imposible encontrar a una que se ajustara a sus estándares así que decidió crear a su propia esposa ideal, educándola prácticamente desde la infancia según la teoría y las técnicas que Rousseau había expuesto en su tratado.
En 1796, Day puso en marcha su plan con la ayuda de su abogado John Bicknell. Eligió en un orfanato a dos niñas de 11 y 12 años a las que educaría para convertirlas en la esposa perfecta. Al elegir dos se aseguraba el doble de posibilidades de que el experimento funcionara, ya que tenía una segunda alternativa en el caso de que una de las dos no pasara la prueba.

Richard Lovell Edgeworth (Fuente).
Después de cumplir 21 años y recibir la herencia de su padre, Day viajó con Bicknell al orfanato de Shrewsbury, donde seleccionó a la primera niña, una jovencita de 12 años llamada Sabrina ‒en realidad Day estaba indeciso y el que eligió fue Bicknell‒. Sabrina fue descrita como una hermosa niña de voz agradable. Por supuesto, al orfanato nunca se le mencionó cuál era la verdadera razón que había detrás de la adopción. Como la adopción solo se concedía a un matrimonio, los amigos declararon que la persona responsable legalmente de Sabrina sería Edgeworth, que en ese momento no sabía nada sobre el plan de Day. Sabrina y Day se encontraron por primera vez en Londres, en agosto de 1769, y le puso el apellido Sidney. Apenas un mes después, Day eligió a la otra niña de su experimento y la llamó Lucrecia. Day y Bicknell redactaron un contrato en el que se indicaba que Day elegiría con quién se casaría en un período de un año y que la otra niña se convertiría en aprendiz de un oficio, así como el dinero que se le pagaría a cada una de ellas.
Day se mudó con las dos niñas a Francia, tal vez con la idea de que al no entender francés solo pudieran comunicarse con él y nadie más pudiera influir en ellas. Siguiendo las técnicas de Rousseau, Day combinó la aritmética básica o la lectura con responsabilidades como la limpieza, la cocina y otras tareas domésticas. Les enseñó conceptos básicos sobre física y geografía y al mismo tiempo aprendieron el desprecio filosófico por el lujo tan de Rousseau. En sus cartas a Edgeworth, Day reveló que su preferida era Sabrina porque parecía más dispuesta a ser enseñada que Lucrecia. Sin embargo, parece ser que ambas niñas se aburrieron con su educación, lo que hizo que Day se sintiera cada vez más impaciente y enfadado. En la primavera de 1770, Day volvió con las dos niñas a Inglaterra y Lucrecia se convirtió en aprendiz de molinero mientras que la educación de Sabrina pasó a otro nivel.
En Emilio, o De la educación, Rousseau explica el concepto de «educación negativa», que Day interpretó en el sentido de que debía someter a la niña a pruebas de resistencia que ayudarían a endurecerla. Intentando aumentar su resistencia al dolor, por ejemplo, Day vertía cera caliente sobre la espalda y los brazos de la joven, o le clavaba alfileres mientras, al mismo tiempo, le ordenaba que no gritara. Rousseau también declaró que una persona se acostumbraría a los explosivos si, por ejemplo, explotan fuegos artificiales o pistolas cerca de ellos, así que Day llegó a disparar una pistola cargada con pólvora junto a la niña. Para probar su resistencia al lujo, Day le dio una caja llena de seda y le ordenó que la tirara al fuego. Al final, la educación de Day consiguió algo de éxito: Sabrina era capaz de soportar la cera caliente sin gritar, pero no podía evitar hacerlo cuando Day disparó la pistola junto a ella. Llegó un momento en que Sabrina comenzó a cuestionar las técnicas de Day y a quejarse por las cosas que le obligaba a hacer. En la Navidad de ese año Edgeworth los visitó y sugirió a su amigo que el experimento había fracasado y que no podía mantener a Sabrina más tiempo sin casarse con ella porque ya era demasiado mayor.

Orfanato de Shrewsbury (Fuente).
A principios de 1771 Day tomó la decisión de enviar a Sabrina a un internado en Sutton Coldfield, donde permaneció tres años. En 1774, dispuso que se convirtiera en aprendiz de los Parkinson, una familia que se dedicaba a la confección. Ella asumió bien sus funciones y la familia la trataba bien, pero por desgracia el negocio cayó en quiebra en menos de un año y Sabrina se volvió a quedar en la calle. Day, que se consideraba responsable de ella, intercedió para que se convirtiera en ama de llaves en la casa de unos amigos, la familia Keir.
Sin embargo, cuando Sabrina cumplió 18 años, Day comenzó a reconsiderar su decisión de casarse con ella. Creyó necesario volver a someterla a diferentes pruebas, y esta vez parecía superarlas con éxito, así que la esperanza de encontrar a la esposa perfecta volvió a nacer en Day. Parecía que la relación iba a llegar a buen puerto y que finalmente se casarían, pero Sabrina cometió un fallo en una de las pruebas de Day y todo se fue al traste. En una de sus visitas a la familia Keir, Day había dado instrucciones para que su esposa fuera vestida de una forma determinada y como no lo hizo, se enfureció con ella y desechó cualquier posibilidad de matrimonio. La mandó a una pensión de Birmingham con una paga de 50 libras al año y decidió no volver a verla nunca más.

Sabrina Sidney a los 75 años (Fuente).
Day finalmente se casó en 1778 con una joven acomodada llamada Esther Milnes. Después de ocho años viviendo en pensiones de Birmingham, Sabrina recibió una propuesta de matrimonio de un boticario, pero tuvo que rechazarlo. Le escribió una carta a Day pidiéndole permiso y él le contestó diciéndole que no permitía el enlace. En 1783 Bicknell regresa a la escena y en un sorprendente giro de acontecimientos le propone matrimonio a Sabrina. Una vez más ella se lo consulta por carta a Da y este le da una negativa por respuesta. Al verse rechazado Bicknell decide contarle a Sabrina toda la verdad sobre el experimento de Day. Cuando la esposa perfecta fracasada descubre toda la verdad sobre su adopción y el propósito de su educación, le escribe varias cartas llenas de furia a Day. Él no llegó a disculparse, pero sí le dio permiso para casarse con Bicknell, dándole una dote de 500 libras según había estipulado en el contrato inicial. La pareja compró una casa y tuvo dos hijos, pero la felicidad familiar no duró mucho ya que Bicknell dilapidó todo su dinero con deudas de juego y además murió solo tres años después, dejando a Sabrina y a sus hijos sin ahorros ni ingresos.
Day se compadeció por la situación y le asignó a Sabrina una nueva paga de 30 libras al año, una cifra que fue incrementada por algunos de los amigos de Bicknell. Sabrina consiguió trabajo como ama de llaves de un clérigo y maestro llamado Charles Burney. Tras la muerte de Day, su viuda, Ester, continuó enviando dinero a Sabrina, que trabajó para Burney hasta los 68 años, edad con la que murió, en 1843.
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