Cartel para una serie de conferencias que dio Beuys en 1974 (Fuente).

En el verano de 1977 tuvo lugar en la Free International University for Creativity and Interdisciplinary Research, fundada por el artista alemán Joseph Beuys, una serie de seminarios y talleres que formaban parte de una exposición titulada Documenta. Desarrollados en la entonces Alemania Occidental, el objetivo era establecer un espacio de discusión sobre cómo mejorar el futuro de la sociedad. Con temas como «Decadencia urbana e institucionalización» o «Energía nuclear y alternativas», participaron ponentes de todo el mundo y de todas las ramas del conocimiento humano, desde historia o política hasta ciencia y, por supuesto, arte.

Mientras los participantes intercambiaban ideas, Beuys tomaba notas y dibujaba diagramas en grandes pizarras. Cuando estaban llenas, las borraba y luego comenzaba a llenarlas de nuevo. Durante las más de cien sesiones, Beuys repitió el ritual, escuchando, escribiendo y borrando, para finalmente dejar las pizarras completamente limpias. Museo Hirshhorn y Jardín de Esculturas. Cuarenta años después, dos de esas pizarras, junto con el trapo y el cubo que Beuys usaba para limpiarlas, forman parte de la colección del Museo Hirshhorm y Jardín de Esculturas, situado en Washington D.C, con el título de Pizarras F.I.U. ¿Por qué dos pizarras vacías forman parte de la colección de un museo y qué pueden enseñarnos sobre cómo hacer que la sociedad sea más inclusiva, más igualitaria y más justa?

Beuys y otros artistas de su generación se apartaron radicalmente de los artistas abstractos que les precedieron. Él entendía el arte como un agente importantísimo para alcanzar el cambio social, como una manera para dar forma a la sociedad. Cada hombre es un artista, pensaba, y solo al unir el trabajo creativo de todos los seres humanos podría cambiarse la sociedad para mejor.

Documenta, donde Beuys hizo sus pizarras, es una muestra de arte internacional que se ha celebrado en Alemania cada cinco años desde su fundación en la década de 1950. En sus comienzos, estaba dedicado a la pintura abstracta, que se entendía que era un medio para resolver todos los problemas que había dejado la Segunda Guerra Mundial. El arte abstracto se entendía como una especie de lengua universal que todos los hombres podían entender, viendo más allá de los nacionalismos que, en gran medida, habían originado el conflicto bélico. Sin embargo, a finales de la década de 1960, estaba claro que el arte abstracto no había conseguido transformar la sociedad, y Beuys y otros artistas de su generación comenzaron a exigir un nuevo papel para el arte en el cambio social.

Beuys en 1973 (Fuente).

Beuys ya había generado bastante controversia con su obra mucho antes de 1977, con piezas de performance que él llamó «acciones» y que no dejaron indiferentes a los críticos ni para bien ni para mal. Así, pasó encerrado tres días solo en una galería de arte de Nueva York con un coyote vivo, o intentó explicar una serie de imágenes a una liebre muerta durante horas. Obras que aparentemente carecían de cualquier utilidad política o educativa.

Fundar la Free International University fue en sí mismo una especie de obra de arte, y fue, por supuesto, un paso más en el camino del artista enfocado hacia el activismo político. Durante la década de 1960 Beuys había sido profesor en en la Escuela de Bellas Artes de Düsseldorf, pero en 1972 fue despedido por protestar contra la política de admisiones selectivas de la institución, argumentando que la educación debía ser accesible a todo el mundo. Despedido, pero ni mucho menos silenciado, Beuys siguió enseñando y atrayendo a estudiantes con su personalidad magnética y su visión de lo que debería hacer el arte. Junto a un grupo de artistas fundó la F.I.U., una escuela llena de intelectuales que defendían la igualdad política, cultural y económica de todo el mundo. La revolución fue total, rechazando tanto el capitalismo como las estructuras institucionales. La jerarquía tradicional entre docentes y estudiantes también fue abolida en favor de discusiones abiertas como las que Beuys organizó en Documenta en 1977.

Beuys fue a lo largo de su vida un activista político, en contra de la desigualdad social, de la destrucción medioambiental o de las armas nucleares. En 1967 creó el Partido Alemán de Estudiantes, cuyos objetivos básicos eran educar a todas las personas en la madurez intelectual y propiciar un concepto ampliado del arte. En 1971 esta organización se transformó en la Organización para la Democracia por Referéndum, para la posibilidad de una democracia directa, más allá del comunismo y del capitalismo. Más adelante contribuiría a la fundación del partido Alianza 90/Los Verdes. Gracias a su carisma, Beuys consiguió ser seguido por una legión de artistas que le ayudaron a difundir su mensaje por todo el mundo.

Parte de su legado consiste en hacernos ver el arte como elemento configurador de la historia y de la sociedad. Su modelo de activismo artístico difiere enormemente de otras propuestas anteriores. El Guernica de Picasso, por ejemplo, es una de las obras más conocidas de todos los tiempos de arte antibélico, pero su compromiso político es radicalmente diferente al de Beuys. Picasso pinta en un lienzo un testimonio de una situación terrible; Beuys, en cambio, advierte de la necesidad de eliminar el sistema actual y sustituirlo por otro mejor. Otros artistas, en cambio, separan su activismo de su obra, como Andy Warhol, cuya obra carece por completo de intención política pero que dejó millones de dólares para apoyar a artistas contemporáneos y que pudieran seguir creando libremente.

Aunque las pizarras que Beuys llenó en el Documenta de 1977 ahora estén vacías, tienen mucho que decir. Si reflexionamos sobre ellas detenidamente, las preguntas no tardan en llegar. ¿Qué escribió, borró y volvió a escribir Beuys en ellas hace cuarenta años? ¿Qué fue de todas esas ideas que pretendían mejorar la sociedad? ¿Alguna de ellas llegó a buen puerto? ¿Alguna hizo del mundo un lugar mejor?

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