Los tiempos cambiaron, estamos más sensibles. ¿Puedes sentirlo? Y no sólo eso, también creemos que tenemos derecho a no ser ofendidos. Si algo nos ofende es importante que todo el mundo lo sepa.
¿Y porque ocurrió esto? Porque una generación de padres arruinó a una generación de hijos.
Hace años atrás cuando un chico llegaba del colegio y decía: “Mamá, Papá, no le caigo bien a la maestra”, los padres respondían: “¿a quién carajo le importa? En la vida a mucha gente no le vas a caer bien, acéptalo y busca una solución”.
Hoy en día el chico llega a la casa diciendo lo mismo y los padres responden:
“Bueno, entonces digámosle a la escuela que la despidan. Es obvio que es una incompetente porque mi hijo es perfecto y le cae bien a todo el mundo. Es más, hagamos una campaña en Instagram, Twitter y Facebook acusando a la maestra de maltrato infantil”.
Los padres les metieron en la cabeza a los hijos que el mundo debe arrodillarse a su pies.
Ahora yo escribo este artículo y alguien escribe un comentario: “eso que escribes me ofende”.
Y yo respondo: “Pero a muchos les hace reír e incluso lo invita reflexionar”.
Y esa persona responde: “No me importa, ofende mi sensibilidad”.
En un mundo coherente esa persona debería ir al psicólogo por victimizarse constantemente pero lo que ocurre en la actualidad es que millones de bebés llorones lo apoyan es su cruzada de malcriado.
Durante un show de stand up un hombre tuvo convulsiones. Se recuperó rápidamente pero debió retirarse. Más tarde el comediante dijo: “Así de bueno es mi show, la gente tiene convulsiones”.
Una mujer se para y dice: “No puedes bromear con eso”. El comediante replica: “¿A qué te dedicas?”. Ella responde: “Soy médica”. El cómico remata: “¿Y por qué mierda no lo ayudaste?”
¿Saben porque ella no socorrió al hombre? Porque es más fácil quejarse que hacer algo. Creemos que visibilizando un problema alcanza para solucionarlo. Preferimos matar al mensajero.
En el fondo no nos interesan la causas pero cuando nos quejamos desde una computadora creemos que cambiamos el mundo cuando en realidad no hacemos nada.
Citando al comediante Guillermo Aquino:
“Facebook es la red social que usamos para liberar hostilidad con la excusa de que estamos salvando al mundo a través de un largo e inútil debate sobre política, religión, aborto y memes con una persona desconocida de muy bajo nivel educativo”.
Al parecer hay ciertos temas sobre los que no se puede bromear, que son tabú: la violencia, el racismo, las violaciones, el sexismo, el incesto. Vivimos en un ambiente donde las personas quieren criticar lo que los otros dicen porque se sienten moralmente superiores.
El comediante George Carlin responde: “puedo hacer que la violación sea graciosa: imagínate al Pato Lucas violándose a Bug Bunny. Puede bromearse sobre cualquier cosa, todo depende de como construyas el chiste”.
O recordemos el capítulo de South Park donde dicen que la última película de Indiana Jones fue tan mala que es como si George Lucas y Spielberg hubieran ultrajado en forma literal al amado personaje.
Entonces, ¿cómo se puede ser valiente en este ambiente de censura? Un comediante cuenta su experiencia cuando comenzó a dedicarse full time al stand up. No conseguía trabajo y le resultaba muy difícil insertarse en el ambiente de la comedia. Dicen que la adversidad te hace conocerte mejor.
Entonces le preguntó a sus amigos a que comediantes veían y qué les gustaba de la comedia. Le dijeron que el problema era que los shows eran muy largos. Entonces el cómico hizo unos vídeos para YouTube de quince minutos. Fue un éxito a nivel mundial.
Empezó a tener fans en distintos países. Su carrera despegó. Luego comenzó hacer vídeos de tres minutos y las personas veían veinte vídeos seguidos.
Él dice que el secreto de la comedia es la autenticidad: ser uno mismo las veinticuatro horas, como lo hace el comediante Larry David.
El secreto no es hacer humor sobre cómo debería ser el mundo sino sobre como realmente es. La gente no puede negar la realidad por siempre. En el largo plazo te conviene ser tu mismo y si a alguien no le gusta es su problema, no el tuyo.
Lo de lo políticamente correcto, por no llamarle estupidez, es ya una epidemia. Confiemos en que, como toda epidemia, acabará pasando, aunque supongo que dejará secuelas.
Muy bueno, muy simpático, muy acertado el artículo, por cierto.