
Del Solothurner Fechtbuch de 1423 (Fuente).
Tal vez suene a Juego de tronos, pero el juicio por combate era una práctica recogida por la ley germánica que estuvo vigente durante toda la Edad Media, hasta al menos el siglo XVI, y que se usaba para resolver acusaciones en ausencia de testigos o de confesiones. Las dos partes se enfrentaban en combate singular, siendo el vencedor proclamado el ganador del juicio. Estaba práctica llevada a cabo por las antiguas tribus germánicas era desconocida tanto en la ley anglosajona como en la romana, además de no figurar en las tradiciones de la antigüedad oriental, como el código de Hammurabi o la Torá. Dentro de la ley tribal germánica, las diversas leyes regionales del Imperio franco prescribían diferentes detalles y reglas de combate.

Ilustración de Hans Talhoffer (Fuente).
A diferencia de los desafíos de combate único, como los duelos caballerescos o los duelos de honor posteriores, en la Edad Media en algunas regiones de Europa, principalmente en los principados alemanes, las partes en disputa estarían obligadas por la autoridad a entrar en un combate judicial. Tales ocasiones se convertían en grandes espectáculos para la comunidad. A los participantes se les daba uno o dos meses para prepararse y el enfrentamiento conllevaba ciertas formalidades y rituales que variaban de un lugar a otro.

Ilustración de Paulus Kal (Fuente).
Una de las formas del duelo judicial fue el llamado duelo matrimonial (o duelo conyugal) en el cual un esposo y una esposa se enfrentaban para resolver disputas domésticas. Nos han quedado algunos testimonios escritos sobre tales combates. En el año 1200, una pareja luchó en Bale, Suiza. En 1228, una mujer luchó contra su marido en Berna, Suiza, y lo derrotó. Para que el enfrentamiento fuera lo más igualitario posible, a los esposos se les obligaba a luchar enterrados hasta la cintura en un pozo poco profundo y con un brazo atada a la espalda. Según la ley alemana el hombre debía estar armado con tres palos de madera y la mujer con tres piedras, cada una envuelta en una tela en forma de pequeño saco. El hombre no podía dejar su agujero, pero la mujer era libre de correr alrededor del pozo. Si el hombre tocaba el borde del pozo con la mano o el brazo, tenía que entregar uno de sus espadas a los jueces. Si la mujer lo golpeaba con una piedra mientras lo hacía, ella perdía una de sus piedras. Requerían una vestimenta especial, por lo general a los esposos un traje ajustado con una capucha para los esposos, como se muestra en el manual de combate del siglo XV escrito por Hans Talhoffer, y una camisa larga especial con una manga cerrada alargada, similar a un saco (en la cual se colocaba una piedra) para las esposas, tal como se representaba en el Manual de combate del siglo XIV escrito por Paulus Kal, maestro del duque de Baviera. En un primer momento la derrota podía suponer la muerte, aunque más tarde esa sentencia fue suavizada.
Si observamos las imágenes de los siglos XV y XVI que representan esta práctica podemos concluir que se marido y mujer se daban una buena somanta de palos y pedradas. En alguna imagen también los podemos ver portando cuchillos. Normalmente están desnudos hasta la cintura, cubiertos de sangre. En los dibujos de Paulus Kal, de un manuscrito de 1400, vemos a la esposa vestida con camisa larga sujeta entre las piernas y con una piedra atada en la manga derecha. Su marido, enterrado en un hoyo hasta la cintura, tiene el brazo izquierdo atado a la espalda y se defiende con un palo. El manuscrito describe muchos tipos de duelos judiciales, con una gran variedad de armas: dagas, espadas, lanzas, palas, bolsas llenas de arena o de piedras.

Ilustración de Hans Talhoffer (Fuente).
Las ilustraciones del manual de combate del siglo XV escrito por Hans Talhoffer son las más completas. Las condiciones del combate son bastante similares a las descritas por Paulus Kal un siglo antes, aunque los contrincantes visten un traje más ajustado, equipado con una capucha. La esposa ataca a su marido con un pedazo de tela cosida al traje que contiene un peso. Talhoffer parece asumir que cualquiera de las partes tiene las mismas oportunidades de ganar el combate. De hecho, no hay fuentes que permitan evaluar las posibilidades reales de los contrincantes en tales duelos. Si bien Talhoffer considera que ambos rivales tienen las mismas posibilidades, no parece que una mujer que pelea con una piedra en un saco o en la manga de su camisa tenga muchas posibilidades de vencer si es que su oponente le agarraba el saco o la manga y la arrastraba hacia el agujero.

Ilustración de origen desconocido (Fuente).
Aunque este tipo de duelos fueron habituales en el período medieval y moderno temprano, la profesora Allison Coudert, de la Universidad de California, afirma que en ningún lugar del Sacro Imperio Romano se consideraron como un medio apropiado para resolver las disputas matrimoniales. En los siglos XV y XVI, las leyes, las costumbres y la religión estaban tan en contra de las esposas agresivas que es imposible imaginar a las autoridades cívicas permitiendo que una esposa ataque a su marido con una piedra o con una espada. Según una ley consuetudinaria del siglo XIV, en algunos lugares era delito que los esposos se dejaran vencer por sus esposas. Es por eso que no queda del todo claro hasta qué momento se pudieron estar practicando los duelos conyugales.
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