En la década de 1980, en plena Guerra Fría, un estadounidense llamado Dennis Hope hizo creer a todo el mundo que se había aprovechado de un vacío legal en el Tratado del Espacio Exterior de 1967 para convertirse en el único propietario de la luna e hizo una pequeña fortuna vendiendo trozos de la superficie del satélite. Si bien los medios de comunicación pintaron a Hope como un excéntrico inofensivo, si se analiza su caso más de cerca salta a la vista que se trata de un empresario magistral, capaz de ganar millones de dólares vendiendo poco más que pedazos de papel.

Pero, ¿cómo lo logró? En 1980 Hope era un vendedor de zapatos desempleado que estaba intentando recuperarse de un divorcio y buscando una manera de llegar a fin de mes. Él mismo dijo que después de descubrir que la compraventa de propiedades era un negocio muy rentable, se asomó por la ventana y al ver la luna pensó que allí había un buen filón. Hope se dirigió a una biblioteca para investigar si había alguien que poseyera el satélite de la Tierra. Allí descubrió que, según el Tratado del Espacio Exterior de 1967 firmado por todas las naciones que operaban en el espacio en ese momento, así como por otras cien naciones, ningún país podía reclamar la soberanía sobre ningún cuerpo celeste. La conclusión que sacó Hope es que si bien el Tratado prohibía a los países y gobiernos reclamar la Luna, no decía nada sobre individuos concretos, así que presentó una petición para reclamar la propiedad de la luna. Supuestamente la petición fue aceptada, por lo que se convirtió en el único propietario de la luna.

Como cortesía, Hope escribió una carta a la ONU y al gobierno ruso informándoles de que el gobierno de Estados Unidos le había otorgado la propiedad de la luna y desafiándolos a oponerse a dicha resolución. Como nadie respondió nunca, Hope dio por hecho que el que calla otorga y comenzó a vender parcelas lunares por unos 20 dólares por acre, o un poco más si también se deseaba comprar derechos mineros.

Desde entonces, Hope ha afirmado haber vendido «611 millones de acres de tierra en la Luna, 325 millones de acres en Marte y un total de 125 millones de acres en Venus, Io ‒una de las lunas de Júpiter‒ y Mercurio» a aproximadamente seis millones de propietarios, incluyendo según él a celebridades como Tom Hanks, George Lucas o los ex presidentes Carter, Bush Jr. o Reagan. También afirma haber vendido extensas parcelas a cadenas de hoteleras prestigiosas como Hilton o Marriott. Además de vender propiedades en los diversos cuerpos celestes, Hope también afirma ser el dirigente de lo que ha llamado «Gobierno Galáctico», que según él mantiene relaciones diplomáticas con unos treinta gobiernos de nuestro planeta ‒si entendemos por relaciones diplomáticas enviar un correo electrónico que tal vez nadie respondió‒. En teoría su gobierno galáctico es el más rico del sistema solar, ya que afirma que son el único gobierno que tienen como respaldo de su moneda reservas de helio, procedentes de la superficie lunar, por valor de seis cuatrillones de dólares.

Ahora bien, ¿cuánto hay de cierto en la historia de Hope? En el artículo VI del Tratado de Espacio Exterior de 1967 se dice: «Las actividades de las entidades no gubernamentales en el espacio ultraterrestre, incluyendo la luna y otros cuerpos celestes, requerirán la autorización y supervisión continua por parte del Estado que figure en el Tratado». Como Hope nunca ha recibido la autorización de ningún Estado que forme parte del Tratado para realizar ninguna actividad en la luna, lo que incluye poseerla, cualquier abogado que analizara su caso diría que en realidad lo único que vende Hope es humo.

¿Pero no se supone que la petición de Hope fue aceptada? Para empezar, la oficina gubernamental donde Hope dijo que había registrado la propiedad de la luna no existe, y si lo hubiera hecho en una oficina estatal local esta no tendría el poder de otorgarle derechos fuera de su jurisdicción, como ocurre con la luna o cualquier planeta. Esto no ha impedido que Hope afirme que un funcionario aceptara su petición. Por desgracia, la documentación del proceso se perdió y parece imposible obtener una copia de la misma en ninguna oficina del gobierno. El único registro que le queda a Hope es una copia de la petición que hizo, que por cierto está llena de numerosos errores ortográficos y gramaticales.

¿Consiguió entonces Hope el gran sueño americano de hacerse millonario creando su propia empresa? Hope afirma que en 2011 una organización le ofreció comprar todo el polo norte de la luna por la friolera de 50 millones de dólares, pero él rechazó su oferta porque su deseo es que todas las personas puedan acceder a una parcela por precios económicos. Si creemos sus cifras de ventas, Hope es una de las personas más ricas del planeta. Según él su patrimonio neto actual es de más de cien mil millones de dólares solo en tierras, debido a que posee más de siete mil millones de acres de propiedades extraterrestres, además de poseer derechos mineros exclusivos del helio lunar por valor de unos seis cuatrillones de dólares. Todo esto sin mencionar los innumerables depósitos de minerales y recursos en los otros cuerpos celestes que afirma poseer, como los ricos depósitos de metano escondidos en lo profundo de Urano. Algo habrá de cierto teniendo en cuenta que no tiene otro trabajo conocido desde 1994.

Por cierto, Hope no ha sido la primera persona en afirmar ser dueño de la luna, y seguramente no será el último. De hecho, el diseñador de videojuegos y empresario británico-estadounidense Richard Allen Garriott, que despegó a bordo de un Soyuz TMA-13 hacia la Estación Espacial Internacional como turista espacial ‒previo pago de treinta millones de dólares‒, es el único individuo que posee de forma legal algo que está actualmente en la luna. En 1993 compró a los rusos el Lunokhod 2 y el módulo de aterrizaje Luna 21 por 68.500 dólares en una subasta.

Comentarios

comentarios