
Caroline Shawk Brooks con una de sus esculturas de mantequilla en Amory Hall en 1877 (Fuente).
Nacida en abril de 1840 en Cincinnati, Ohio, Caroline Shawk Brooks mostró su talento artístico desde pequeña. Con tan solo doce años ganó un premio por sus flores de cera. Su primer proyecto fue una escultura, eso sí, modelada en arcilla y no en mantequilla, de la cabeza de Dante.
Su primera escultura de mantequilla no fue creada hasta 1867, cuando buscaba una fuente de ingresos extra debido a que hubo una mala cosecha de algodón en la granja en la que vivía junto a su marido, en Arkansas. No era extraño que las mujeres del entorno de Brooks crearan formas decorativas de mantequilla con moldes, pero ella innovó creando esculturas completamente distintas y mucho más elaboradas, con rostros de personas y animales. Para moldear sus figuras, Brooks no utilizaba las herramientas de un escultor normal sino que usaba útiles de cocina. Después de un parón de varios años, retomó su actividad como escultora de mantequilla en 1873, creando un bajorrelieve que donó a la iglesia local para que reconstruyera su techo.
A partir de ese momento la escultora de mantequilla, como pasó a conocérsela, empezó a ganar cierta notoriedad. Un empresario de Memphis le hizo el encargo de que creara un retrato de María I de Escocia para exponerla en sus oficinas. A principios de 1874 expuso algunas de sus esculturas en una galería de Cincinnati, con bastante éxito de público y de la crítica. Un artículo del New York Times alababa la calidad de sus obras.

Escultura de mantequilla para la Exposición de Filadelfia de 1876 (Fuente).
En el mundo del arte a menudo se ponía en duda que las obras realizadas por mujeres realmente las hubieran hecho ellas y no hombres. Fue por eso que en una exposición que tuvo lugar en Filadelfia en 1876 se la invitó a ocupar un lugar central y a realizar una de sus esculturas en directo. Noventa minutos le llevó esculpir una pieza en la que se incluían organizadores de la exposición y miembros de la prensa. Todos los asistentes quedaron impresionados tanto por la rapidez de la artista y por el resultado final como por todos los instrumentos, un tanto toscos, que usó para esculpir en un material tan insólito como la mantequilla. Brooks se había ganado a pulso la consideración de artista seria, con creaciones al mismo nivel que otros trabajos esculpidos con métodos y materiales más tradicionales.
Después del éxito que tuvo en la exposición de Filadelfia, Brooks hizo una gira de conferencias, en las que se incluían demostraciones en las que esculpía, en ciudades como Nueva York, Chicago o Washington D.C. En esta época la escultora se separó de su marido y abrió un estudio en Washington D.C., donde esculpió una escultura a tamaño natural para mandarla a la Exposición Universal de París. Lo curioso es que los funcionarios de la aduana no la registraron como una obra de arte sino como, literalmente, «ciento diez libras de mantequilla». Transportar las figuras de mantequilla era todo un desafío. Para que las esculturas pudieran mantenerse en buenas condiciones era necesario que estuvieran congeladas. Eso hizo que el barco que debía llevar la obra a París retrasara su partida, hasta tener suficiente hielo para garantizar que la obra se preservara durante todo el viaje. Además, una vez que llegó a Francia, también tuvo que encontrar un vagón de ferrocarril que tuviera bastante hielo para poder transportar la pieza a París.

Brooks con el bajorrelieve de Colón en mantequilla, para la Exposición Colombina de 1893 (Fuente).
Años más tarde abrió un nuevo estudio en Nueva York. Allí, entre 1883 y 1886, esculpió gran variedad de bustos y retratos. Finalmente, con la capacidad financiera para comprar mármol, utilizó ese material para esculpir sus obras. No renunció, sin embargo, a la mantequilla. Para la Exposición Colombina Mundial de 1893 expuso en el Palacio de Bellas Artes y el Edificio de la Mujer de Chicago un bajorrelieve de Cristobal Colón en mantequilla, así como cuatro esculturas en mármol, entre las que se incluían dos de Lady Godiva. Para mantener algunas de sus piezas de mantequilla en perfecto estado, Brooks llegó a verter sobre ellas algo de yeso, que al endurecerse rápidamente se convertían en una especie de molde lubricado; solo era necesario hacer un pequeño agujero en la base y colocar la escultura sobre un recipiente con agua hirviendo para que la mantequilla se derritiera y saliera por el agujero. De todas formas, no usaba moldes de yeso para sus esculturas de mantequilla, sino que siempre prefirió esculpir piezas nuevas desde cero para cada exposición.
Poco se sabe sobre la etapa final de Brooks. Vivió en San Francisco desde 1896 hasta 1902 y murió en St. Louis en 1913. Aunque muy poco de su trabajo sobrevive en colecciones públicas, como la escultora de la mantequilla siempre será recordada como una pionera de la lucha por darle protagonismo a la mujer en el mundo del arte.
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