Hoy en día, a poco que se visiten librerías, es difícil no tener dos o tres marcapáginas a mano, porque los regalan, pero en caso de necesidad cualquier cosa es buena para señalar la página por la que vas leyendo para evitar doblar las esquinas superiores y terminar deteriorando el libro. Yo, personalmente, suelo usar el ticket de compra o una cuartilla en la que voy tomando notas del libro a medida que avanzo en su lectura. Por originalidad que no quede.

La batalla contra los dobladores de páginas es antigua, tanto que prácticamente se ha convertido en un lugar común dentro del mundo de la lectura. Y ya se sabe: hoy en día del tópico al meme hay un paso. Desde hace años circulan por las redes sociales imágenes en las que se usan como marcapáginas objetos de lo más variopinto. Hasta ahí no hay ningún problema. Los lectores también tenemos sentido del humor. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando se da un paso más en el humor y se empiezan a usar como marcapáginas cosas que dañan los libros? No voy a ser yo quien le ponga límites al humor, desde luego, pero cuando un meme que daña libros se hace viral, ya no es solo que se esté dañando un libro, es que pontencialmente se pueden dañar muchos.

El meme en concreto lo empezó la marca de cereales Chex Mix. Uno de sus tuits decía: «¿No tienes marcapáginas?» Intenta usar Chex Mix en su lugar». El mensaje incluía dos fotografías de un libro, abierto y cerrado, con productos de la marca actuando como marcapáginas. Tal vez irrespetuoso para muchos lectores, pero con quitar los cereales es suficiente. Es poco probable que el libro resulte demasiado dañado. El problema vino cuando a alguien en otra marca, la bebida energética Vitamin Water, se le encendió la bombillita y se le ocurrió hacer lo mismo: usar su producto como marcapáginas. Esta vez sí se estaba dañando el libro, al tirar líquido sobre las páginas.

Ya sabemos cómo funciona Internet: otros usuarios y marcas de Twitter pronto comenzaron a ofrecer sus sugerencias de marcadores improvisados, desde mascotas y comida hasta armas y toda clase de utensilios. El problema viene, sobre todo, cuando los marcapáginas son comidas o bebidas, porque probablemente ahí sí se está dañado el libro. La marca de galletas Oreo, por ejemplo, primero echa un chorro de leche sobre el libro abierto, y después, con el libro cerrado y lleno de galletas, vuelve a echar otro chorro de leche sobre la cubierta.

Como suele ocurrir en estos casos, el meme ha resultado divertido para algunos, seguramente muchos de ellos dobladores de esquinas, pero muchas bibliotecas, librerías y editoriales se han posicionado en contra de este meme y ofrecen alternativas más sensatas, como es el caso de Strand Book Store.

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