Haz memoria. ¿En cuántas empresas has trabajado? Antes de hacerme autónomo trabajé en al menos nueve. Solo en una de ellas había biblioteca. Cubría toda la pared de la sala de reuniones, y estaba repleta de exquisitos libros de ingeniería con dibujos y láminas maravillosas.
No es la de arriba, pero era del estilo. El dueño de la empresa leía durante casi toda la jornada, y nos animaba a coger alguno para el camino. A veces incluso entraba en el despacho y decía algo así como “Venga, a relajarse un poquito y a leer”. Era otra forma de trabajar de la que guardo gratos recuerdos y eché en falta tiempo después.
Se alienta a las empresas a digitalizarse, a hacerse más humanas e incluso a pagar el gimnasio de los trabajadores (una medida fantástica, por cierto, que redunda en beneficios sociales y empresariales), pero no se ven muchas empresas con bibliotecas. ¿Y si nos planteamos la posibilidad?
Hace unos días tuve la oportunidad de visitar las oficinas de un gran grupo tecnológico en Madrid. El tipo de grupo que tiene decenas de años a sus espaldas. Letras grandes en mayúsculas en el rótulo frontal del edificio. Una empresa seria, ya os imagináis.
En uno de los rincones de la empresa, escondido en la tercera planta junto a una máquina de gimnasio que nadie usaba (confirmado), había cuatro estanterías con cerca de una veintena de libros en cada una. Poca cosa, pero menos es nada.
Uno esperaría que una empresa preocupada por la salud de sus trabajadores (tiene gimnasio, servicio de guardería y comedor) tendría más en cuenta la salud mental que aporta llenar el cerebro de palabras. Con permiso del guia hice un repaso a los libros.
Bestsellers de mejores épocas competían en ser los siguientes en la lista. No eran el tipo de libros que uno esperaría ver en una gran tecnológica. “¿Y los libros técnicos?”, pregunté con curiosidad, “¿Dónde están los libros que guardan relación con la empresa?”.
Las preguntas fueron recibidas como bofetadas, y mi guía se atrincheró en una respuesta a la gallega. “¿En las casas de los empleados?”. Es probable. Después de todo el perfil técnico probablemente necesite documentarse y mantenerse actualizado. Pero al parecer no se estaba fomentando mucho a nivel interno.
Pero lo cierto es que la empresa lo estaba intentando. Al menos había baldas y un área de esparcimiento, e incluso había una circular de redacción voluntaria con los últimos libros adquiridos. Más o menos. Mi guía recuerda que hubo una hace unos dos o tres años. Quizá cinco. Cuanto más pregunto más me doy cuenta de que estoy echando sal a una herida sin cicatrizar.
El polvo sobre los libros apunta a proyecto fracasado. Alguien hace años tuvo la idea de crear un punto de intercambio poco a poco olvidado. Una lástima. No estaría de más que la empresa empezase a adquirir volúmenes actuales y de corte técnico, dado el tipo de trabajo que se lleva allí.
Estas acciones van más allá de sacar puntos sociales que coticen en bolsa. Si tengo que elegir entre una empresa con biblioteca y una sin ella, los libros van a ganar y, aunque no sea una prioridad para el grueso de los trabajadores, seguro que anima a muchos a leer. Algo positivo se mire por donde se mire.
Imágenes | Alfons Morales
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