Una vez tuve un vínculo mononormado con todos los vicios de la monogamia. En ese contexto de exclusividad aquel chabón salía con una piba que un día, así de la nada, me contactó por una red social para hablar pestes de él.
Al principio no le hice caso y confié en él pero la chica insistió y al final me abrió los ojos. Admito que antes de eso llegué a caer en todos los lugares comunes: celos, recriminación a la piba, indirectas por “face”, etc. Pero ella estaba decidida a que yo lo supiera todo, y hasta me pasó la clave del mail que ellos usaban para comunicarse. Por supuesto no pude resistir la tentación y entré. Como era de esperar, el pibe era un reverendo flojo de chincha.
No pude creer lo que vi. Hasta el día de hoy no puedo superar que él le haya dicho a la piba espérame para cenar, para después no ir. Comprá la pizza vos que yo ando seco, le decía, y conmigo se gastaba toda la guita. Dejarlo me costó más que una operación sin anestesia pero nunca superé que conmigo fuera un príncipe y con la piba un tremendo hijo de yuta.
Sí, claro, yo me llevé la mejor parte: las salidas, el romance, los viajes. Y la verdad que lo de la exclusividad nunca me interesó. Eso fue algo que él puso como condición y que no después no cumplió. Yo no me sentía la formal pero no me importaba, la pasaba híper recontra genial. El tipo era lo más hermoso del mundo: me contenía, me divertía. Era mi compañero en todo y le puso el pecho a las épocas más difíciles de mi vida. El estilo de vida, los momentos que me dedicaba, la ayuda que me dio, el soporte emocional, todo era perfecto. Fue un verdadero soporte en momentos muy difíciles, fue todo lo buena persona que alguien puede ser en esos momentos. Por eso no puedo odiarlo. Lo que sí, no pude superar lo mala persona que también podía a llegar a ser. Y eso me asustó.
Si él hubiera sido un hijo de yuta conmigo lo dejaba en cinco segundos pero el chabón era perfecto en todo, por eso me costó dejarlo. Y lo dejé pero por lo maldito que fue con la piba. Digo, he visto muchas mujeres tomar la posición de quedarse con el tipo y culpar a la otra. Eso lo entiendo porque conmigo el tipo fue un dandi. Flojo de papeles, sí, pero no lo hubiese dejado por eso. Le agradezco todos los días la relación tan intensa que me dio porque dejarlo me adelantó veinte casilleros en la deconstrucción. Fue un antes y un después.
No digo que era buena persona, sólo digo que yo la pasé de lo mejor y que no tenía ni medio motivo para dejarlo. Sí, quizás él se escribía con la otra, que se yo, no soy de estar controlando todo. Eso no me preocupa en lo más mínimo. Por eso resaltó que lo dejé por lo bestia que fue con la otra.
El tipo era un manipulador pero yo estaba en un etapa muy especial de mi vida. De no haber sabido los detalles escabrosos del maltrato hacia la chica yo no tenía demasiado en su contra y lo hubiese perdonado de cajón. Había comprado la monogamia con todo lo que implicaba.
Lo dejé por solidaridad con otra mujer, otra no lo hubiese dejado. Igual a veces me la secan algunas que aplican un feminismo perfecto y están cual maestra antigua con el puntero. El otro día una me hizo un escándalo porque me comí algunos tipos casados.
Pude, gracias al feminismo y al ejercicio de la sororidad, no sentir dolor. Desde mi ser mujer, la recibí a ella y juntas pudimos revisar el lugar donde nos ponen los machos. La sororidad de verdad es sanadora además del escudo de defensa más impenetrable que podemos atesorar contra el patriarcado.
Lección para la vida: la mononorma se puede superar dándole rienda suelta a la sororidad. Si yo pude dejar de ser una mononormie, pelotuda, ignorante y re Mariana, vos también podés. Todos podemos ser mejores con nuevos vínculos y mejorar el trato entre nosotros. Eso. Mi evolución, mí deconstrucción, orgullo.
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