Hay veces que le compramos lo que sea a un autor, bien porque nunca nos ha defraudado, bien por ser quien es. En mi caso, Elevación, la nueva novela de Stephen King cae en mis manos porque King es King, y aunque me haya defraudado muchas veces, otras muchas me ha encantado, impactado y hecho replantearme todo lo que creía saber sobre la literatura. Claro que, en mi caso, enfrentarme a un libro de Stephen King (y esto ya lo tengo muy asumido), es como echar la lotería: nunca sé qué esperar de la lectura.
En el caso de Elevación, ya lo voy adelantando, ha sido una soberbia decepción.
El cuerpo de Scott Carey sufre un extraño fenómeno: pierde peso sin parar pero no se vuelve más delgado, su báscula le dice que cada día es un poco más ligero, sin importar si lleva o no ropa o cómo de pesada sea esta.
Castle Rock es una ciudad pequeña en la que las noticias vuelan y Scott no quiere ser sometido a pruebas y experimentos, así que solo confía su secreto a su amigo el doctor Ellis.
Sin embargo, el misterio de su insólita enfermedad causará efectos inesperados en la convivencia de la pequeña ciudad y sacará a la luz lo mejor de la gente que le rodea.
Como otras muchas historias del autor, la premisa de Elevación suena, sencillamente, absurda. Pero esto no implica que vayamos a encontrarnos con un mal libro: la premisa de Carrie reducida a unas pocas frases es igualmente carente de gracia (una chica que descubre sus poderes telequinéticos al llegarle su primera menstruación), o la de It (la historia de un payaso que come niños y una tortuga enfrentados)… El problema de Elevación no radica en lo que cuenta. Tampoco en cómo lo cuenta, pues el estilo de King siempre está bien depurado, siempre es elegante, las traducciones que Penguin Random House edita del autor siempre están bastante bien… Hace años que el problema de King (y esto se evidencia en sus últimos libros) radica en no saber cuándo parar. Cuándo algo, una historia, simplemente no merece la pena. El bueno del padre de terror moderno no sabe cuándo decir basta y sigue y sigue por mucho que la historia nazca muerta, como es el caso de Elevación, una novela corta editada con apenas unos meses de distancia de su última publicación.
En Scott Carey el autor cae en el síndrome de Clark Kent y se pone a hablar de política, de sociedad americana, en primera persona desde el punto de vista de una persona que adelgaza aunque su exterior no lo refleje, un punto de partida que construye una serie de personajes arquetípicos, totalmente made in King, que no aportan prácticamente nada a una trama casi del todo inexistente. Una libro de apenas 150 páginas que se me ha hecho terriblemente pesado, hasta el punto de estar muy cerca de abandonar su lectura. En sus páginas me he encontrado con un montón de clichés que ya le he leído a King mil veces, con voces de personajes que ya me suenan conocidas, con situaciones recicladas… prácticamente nada de lo que ocurre en su narración me ha interesado ni me ha emocionado, y es una lástima porque la edición misma del libro promete mucho.
Se nos presenta Elevación en una elegante tapa dura, una hermosa portada y unas ilustraciones interiores obra de Mark Edward Geyer que resultan vistosas, sencillas pero muy agradables, en una edición que es sin duda de las mejores que hemos disfrutado en España del bueno de King. Una pena que el contenido no acompañe porque en las distancias cortas es donde el maestro mejor se estaba desenvolviendo últimamente: me interesaron mucho más las novelas cortas de Todo oscuro sin estrellas que todas sus novelas juntas desde 2011, sus cuentos siguen siendo de lo que más disfruto, y Elevación tiene ese aire a novela Richard Bachman (los que no sepan de qué hablo, el sinónimo con que King publicó varias de sus mejores novelas) que resulta muy atractivo. Pero no pudo ser: Elevación es una narración vacía, una evidencia de la falta de contacto con la autocrítica de la que hace gala King en demasiadas ocasiones. Se podría disfrutar como ejercicio literario, y sin duda más de un adicto a King agradecerá que el autor publique una novela al mes, pero no es mi caso (y llevo muchos años leyéndolo). Prefiero que publique cosas meditadas, contrastadas, pensadas y con peso, pues últimamente en el único formato que me gusta Stephen King es en el cómic… y la mitad del mérito no es suyo.
No se le puede pedir siempre a un autor que repita sus mejores logres. Sí, King ya escribió It, ya escribió El resplandor, y sin duda es uno de los más grandes autores norteamericanos, eso nadie lo pone en duda. Y es cierto que se agradecen de vez en cuando ciertos juegos literarios, ver al autor disfrutar del escribir por escribir, sin caer siempre en la pretensión de una GRAN novela. El problema es cuando esos artificios son volúmenes de quinientas páginas que no van a ninguna parte, trilogías insulsas que parecen ni corregidas, o cuentos alargados como es el caso de Elevación. No sé si alguien quiere cuatro libros de King al año, yo desde luego no, me basta con uno y que sea bueno. Y si el precio a pagar es que no publique tanto, bienvenido sea. Harper Lee solo publicó un libro, y su segunda novela vino mucho tiempo después y sin el consentimiento explícito de la autora, igual que otros muchos autores que han limitado su producción a ofrecer solo lo mejor. No hace falta caer en tal movimiento, pero un poco más de autocrítica no le haría daño, señor King. Dicho con toda la admiración que me profesa. La edición de este libro, al César lo que es del César, es encantadora.
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