George R. Price

A veces la vida da un giro de ciento ochenta grados y nos pone en situaciones que nunca hubiéramos imaginado. Esto es todavía más llamativo cuando le ocurre a los hombres de ciencia. Es el caso de Blaise Pascal, cuyas contribuciones al campo de las matemáticas, con el diseño de calculadoras mecánicas y aportaciones a la teoría de la probabilidad, además de sus investigaciones sobre fluidos, son incuestionables. De la noche a la mañana se convirtió en teólogo, supuestamente después de una experiencia religiosa que tuvo lugar en 1654. Otro ejemplo es George Robert Price, si cabe más dramático, porque esa conversión terminó acabando con su vida.

George Price era otro hombre de ciencia. Como químico fue miembro del Proyecto Manhattan, investigando las características del plutonio 235 y buscando mejores formas de detectar rastros de uranio en los cuerpos de las personas. Entre 1946 y 1948 trabajó en la Universidad de Harvard y más tarde en los Laboratorios Bell, dedicado al estudio de la química de los transistores. También pasó, como investigador asociado en medicina, por la Universidad de Minnesota, donde trabajó en microscopía de fluorescencia y perfusión hepática. Incluso llegó a publicar, en 1955 y 1956, un par de artículos en la revista Science criticando la pseudociencia. La etapa final antes de su conversión tuvo lugar entre 1961 y 1967. En estos años Price trabajó para IBM, pero un cáncer de tiroides le llevó a retirarse al Reino Unido, donde comenzó una nueva vida.

Price comenzó a tratar de explicar por qué los humanos vivían en familias, desde un punto de vista científico. Esto, a su vez, lo llevó a preguntarse cómo había evolucionado el altruismo, y fue mientras estudiaba las últimas teorías sobre este tema cuando descubrió una ecuación que explicaba la evolución del altruismo, que ha sido descrita como lo más parecido que tiene la biología a E = mc². Según esta teoría, los organismos tienen más probabilidades de mostrar altruismo entre sí a medida que se vuelven genéticamente más similares. Si el organismo original muere como resultado de un acto altruista, todavía puede propagar su herencia genética completa siempre que se salven dos o más parientes cercanos.

Se obsesionó con demostrar que el altruismo era un fenómeno genuino, que tenía lugar más allá de las relaciones familiares y lo hizo regalando todas sus posesiones a personas necesitadas. Comenzó a buscar a personas sin hogar en Soho Square o en las estaciones de ferrocarril más cercanas, en Euston y en King’s Cross, y les dio todo lo que le pedían, desde dinero hasta la ropa que llevaba puesta. Si necesitaban un lugar para dormir, les daba las llaves de su piso de forma indefinida. De la noche a la mañana se convirtió en un altruista extremo, regalando todo lo que tenía, incluso su vida. Finalmente, lo echaron de su apartamento y había regalado tantas cosas que se volvió tan indigente como los hombres a los que ayudaba. A finales de 1974, Price había renunciado a todo. En algún momento antes del amanecer del 6 de enero de 1975 se suicidó cortando su arteria carótida con unas tijeras para uñas.

Dicho así, parece obvio que todo está conectado: su historia personal ‒se había divorciado, lo que le separó de sus dos hijas‒ le llevó a estudiar el concepto de familia y posteriormente el descubrimiento de su fórmula le llevó a un altruismo extremo que acabó en el suicidio. Esa ecuación había obligado a Price a mirar hacia atrás en su vida egoísta y a enmendar sus costumbres, lo que le llevaría inexorablemente a la muerte. Sin embargo, como explica Laura Farnworth en Nautilus, después de analizar su vida, la historia de Price es más compleja de lo que pudiera parecer a simple vista, con delirios psicóticos de por medio.

Las contribuciones de Price se han pasado por alto durante dos décadas, y no ha sido hasta recientemente que he empezado a reconocerse su importancia. Esto ha sido en gran medida gracias a un artículo que James Schwartz publicó en el año 2000. En 2010, apareció una biografía de Price, George Price and the Search for the Origins of Kindness, que hizo que Oren Harman ganara el LA Times Book Prize y ayudó a dar a conocer la figura de George R. Price al público en general.

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