Black Hammer: La edad sombría llega a su conclusión. Llevaba tiempo asustado por este momento, tras la lectura de los spin-off, de la serie regular, tras tantos giros y conocer a personajes que realmente calan, que son tridimensionales, que respiran y crean un universo que se siente vivo. Jeff Lemire se ha convertido en uno de mis autores de cómic favoritos (y los que no lo hayan leído que corran a su tienda de tebeos y lean no solo la estupenda Black Hammer, sino también Essex County, Descender o Gideon Falls), el único que ha podido llenar (más o menos) el vacío dejado por Watchmen hace tanto tiempo (y que, por suerte, se ha visto bien representado en la reciente serie de HBO).
Tras los sucesos que se iniciaron en Orígenes Secretos y que situaron a un plantel de personajes únicos, pero llenos de referencias en el mundo del superhéroe, en una misteriosa granja tras una lucha descarnada contra el Anti-Dios, La Edad Sombría supuso un aporte de respuestas que ahora llegan a una conclusión. Se cierra una etapa en el universo de Black Hammer:
Jeff Lemire y Dean Ormston dan, con este cuarto volumen de la serie, fin a La edad sombría. A partir de ahora, nada volverá a ser igual para los seis exsuperhéroes de Spiral City. Han encontrado respuesta al misterio que les atormentaba desde hacía una década, pero… ¿es suficiente para recuperar su paz? La firme determinación de Lucy Weber, la nueva Black Hammer, es imprescindible para volver a unir al equipo a medida que las impactantes revelaciones cambian su mundo a cada paso. Porque no, aún no está todo bien.
Es complicado mantener un nivel siempre notable-sobresaliente en una serie que se va construyendo, que se forma a medida que se publica, y Black Hammer siempre tuvo la pátina de una novela gráfica que estaba testeando a su público. El experimento salió bien, obtuvo premio Eisner a mejor serie nueva y varios otros galardones, pero más aún, se ganó al público. Y ha crecido desde entonces. Nunca sabremos realmente si la serie estaba concebida como tal desde un inicio, pero lo cierto es que el universo de Black Hammer se ha expandido, ha gozado de spin-offs, su casting de personajes se ha engrosado y sus tramas secundarias se han multiplicado. Como consecuencia, dar respuestas a tantas líneas abiertas no es nada sencillo.
En La edad sombría parte I se terminaba con un cliffhanger enorme. Se daba respuesta al misterio de la granja (spoiler free, tranquilos) y se colocaba a los personajes en una posición incómoda; al lector se le daba una bandazo de 180 grados para, acto seguido, lanzarse unos spin-off y dejar, por parte de Astiberri (responsables de su publicación en castellano), en el aire lo que sucedería después con nuestros queridos personajes. La resolución necesitaba, por ende, de hacer trampa. Y esto es un poco lo que hace que La edad sombría parte II palidezca un poco frente a su anterior volumen. Nunca llueve a gusto de todos y las conclusiones siempre son fuente de polémica. En lo que al final de la Edad Sombría se refiere, Black Hammer recurre a trampas que ya hemos visto en otros tebeos; a arcos narrativos que se abren y se cierran en poquísimas páginas, no dejando espacio a que el lector se encariñe. Si en Orígenes Secretos el cómic se tomaba su tiempo para penetrar en los personajes, para que el lector se acerque a ellos, en este volumen el ritmo se acelera de forma abrupta, nos encontramos con algunos juegos meta-literarios que tanto le gustan a Lemire, pero sacrifica para ello parte de su encanto lento, de su ritmo semejante a la novela gráfica independiente. Para entendernos, los primeros volúmenes de Black Hammer se acercaban más a Essex County en cuanto a narrativa, mientras que en La edad sombría parte II se acerca más a Marvel.
No es que no sea satisfactorio, pero el final de este arco narrativo me ha impactado menos de lo que lo hicieron los anteriores volúmenes, dando como resultado un final espectacular, muy comiquero, muy de superhéroes, pero poco original, demasiado conservador.
El equipo detrás de Black Hammer: La Edad Sombría II sigue siendo tan puntero como siempre, con los guiones del creador, Jeff Lemire, y los lápices de Dean Ormston, Dave Stewart y Rich Tommaso, siendo este último la primera vez que participa en el universo creado por Lemire, y dando como resultado una pequeña decepción… El dibujo en el primer tercio de la historia, encargado a Tommaso, es peculiar, diferente y artesanal, pero casa poco con lo visto hasta ahora en la serie, resulta más irregular, el color es pobre y en alguna viñetas el Coronel Weird (protagonista de este momento de la historia) aparece desdibujado, cambiado, y entronca poco con lo visto hasta ahora. Por suerte, el resto del volumen mantiene el nivel gráfico visto hasta ahora, destacando algunos bellos escenarios como Marte o Nuevo Mundo. Para cerrar esta edición nos encontramos con el cuaderno de bocetos de Deam Ormston y algunas portadas alternativas obra de Lucy Sullivan, Antonio Fuso o Conner Herbison.
Como cierre de etapa, Black Hammer: La Edad Sombría II cumple y presenta un final al más puro estilo superhéroe, arriesgando poco y empleando algunos de los trucos narrativos que ya nos conocemos los lectores asiduos de Marvel o DC. De los cuatro volúmenes principales que han compuesto hasta ahora la serie, este quizás sea el más irregular por ser también el más complicado de componer. Ni mucho menos decepciona, pero deja un sabor agridulce. ¿Por dónde continuará ahora la saga? Lo cierto es que estoy deseando verlo, pero espero que deje de creerse tanto que es una saga de superhéroes y que vuelva al tono del primer volumen, que vuelva a mirar hacia dentro, hacia los personajes, y siga el tono casi paródico que fue construyendo en sus anteriores entregas.
Jeff Lemire (Essex County, Ontario, Canadá, 1976) ha ganado numerosos premios, y su trilogía Essex County, que comprende los títulos Historias de la granja (Astiberri, 2008), Historias de fantasmas (Astiberri, 2009) y La enfermera rural (Astiberri, 2010), fue destacada en 2011 como la mejor novela canadiense de la década.
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