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¿Te ocurre que tu pila de libros pendientes comienza a ser una versión libresca de la Torre inclinada de Pisa? ¿Cualquier día de estos tendrán de desenterrarte de debajo del derrumbe de esos libros? Un adulto lee de media entre 200 y 400 palabras por minuto. La novela tiene de media entre 60.000 y 100.000 palabras en total. Si tu velocidad de lectura está dentro de la media, lees unas 300 palabras por minuto. Y si estás leyendo una novela dentro de la media, de 80.000 palabras, tardarás unas cinco horas más o menos en leerla. A 300 palabras por minuto, leer un texto de 700.000 palabras te llevará 2.333 minutos, o lo que es lo mismo, unas 39 horas.
El problema es que el cerebro no parece estar preparado para concebir proyectos ni de 5 ni de 39 horas. Quiere más inmediatez, como explica la ciencia. Investigaciones neurocientíficas recientes están empezando a ayudarnos a entender por qué nos comportamos como lo hacemos con nuestros modernos sistemas de información. Los cerebros humanos tienden a privilegiar la nueva información sobre casi cualquier otra cosa ‒incluyendo, según algunos estudios, comida y sexo‒. La promesa de información nueva, impulsada por el botón de actualización de la red social de turno o la alerta del móvil, desencadena la liberación de dopamina en el cerebro, que producen una sensación placentera y al mismo tiempo nos impulsa a querer más. El proceso se convierte en un bucle ‒nueva información + dopamina = placer‒ que establece rutas neuronales que enseñan al cerebro que hay una recompensa por presionar el botón de actualización y por hacerle caso al mensaje de alerta. Este bucle se refuerza cada vez que ves el vídeo de un gatito y es un bucle muy difícil de romper. Es como si se hubieran gastado miles de millones en crear la máquina perfecta para mantenernos distraídos, para hacerle cosquillas placenteras a los cables adecuados dentro de la configuración de nuestro cerebro.
Puede parecer un problema romper este ciclo. Si como yo, eres un lector lento y además tienes que leer varias veces algunos pasajes para asegurarte de estar comprendiéndolo todo bien, leer puede convertirse en una actividad que requiere tiempo y paciencia.
La gestión de los flujos de información digital, cada vez más rápidos y voluminosos, se está convirtiendo en uno de los grandes desafíos para las próximas décadas. Al fin y al cabo, Internet solo tiene una veintena de años de antigüedad y solo hemos tenido smartphones durante poco más de diez años. Todavía estamos aprendiendo a vivir en este nuevo ecosistema de información y queda mucho trabajo por concienciarnos en construir un mundo para seres humanos y no para la pura información. Queda mucho camino por andar y la lectura de libros es una ayuda que no hay que subestimar.
No soy un lector rápido. De hecho, a menudo releo pasajes varias veces para asegurarse de que estoy recibiendo la historia recta. Pero estos ajustes me han ayudado a hacer una mella decente en mi backlog con el mínimo esfuerzo. Esperemos que estos consejos también pueden ayudarle. Ahora, si me disculpan, tengo algo que leer. Una de las recetas mágicas que se venden últimamente es la de aumentar la velocidad de lectura, algo que puede hacer de esta actividad algo contraproducente cuando de lo que se trata es de disfrutar y de asimilar verdaderamente la información. El secreto para leer los libros no está tanto en leer con mayor rapidez como en concentrar esfuerzos para hacerlo. Es posible leer a una velocidad normal y simplemente aplicando una serie de cambios específicos se puede hacer que el número de libros leídos se dispare. Quizá no todos te ayuden, pero tal vez encuentres alguno que te resulte útil.
1. Crea un ambiente propicio para la lectura
En 1998, el psicólogo Roy Baumeister y sus colegas realizaron el famoso experimento de «la galleta de chocolate y el rábano». Dividieron a los sujetos de la prueba en tres grupos y les pidieron que no comieran nada durante las tres horas previas al experimento. El primer grupo recibió galletas con chocolate y rábanos y se les dijo que solo podían comer los rábanos. Al segundo grupo se le dieron galletas con chocolate y rábanos y se les dijo que podían comer lo que quisieran. Al tercer grupo no le dieron nada de comida. Después, los investigadores hicieron que los tres grupos intentaran resolver un rompecabezas que normalmente se resuelve en unos 30 minutos, para ver en cuánto tiempo lo hacían. Las personas que habían comido galletas estuvieron enfrentándose al problema de forma intensa durante unos 19 minutos, mientras que los que habían comido rábanos solo aguantaron de forma intensa un tiempo medio de 8 minutos frente al problema. Las personas que comieron rábanos emplearon una gran energía y por tanto fuerza de voluntad para resistirse a la tentación de comer galletas. Habían agotado gran parte de su fuerza de voluntad aguantando la tentación de comer galletas, es decir su fuerza de voluntad estaba más debilitada y por eso se rindieron antes frente al problema complejo del rompecabezas.
¿Qué tiene que ver esto con la lectura? Piensa por un momento en la televisión como en la galleta de chocolate, tan tentadora que tratar de resistirnos a ella hace que merme nuestra fuerza de voluntad para leer libros. Lo que el experimento de Baumeister demuestra es que la tendencia más habitual del ser humano es tomar por el camino más rápido y fácil, hacer aquello que da la mayor satisfacción de la forma más inmediata. Eso explica por qué, a pesar de amar los libros, alguien puede renunciar a la lectura en favor de otras formas de ocio como la televisión, los videojuegos o el móvil. Al igual que la mejor forma para combatir la piratería es hacer que el contenido sea más fácil de comprar que de descargar de manera ilegal, si un libro se rodea de televisión, videojuegos y móvil hará que sea más difícil que lo elijamos. Es por eso que es importante crear un ambiente propicio para la lectura, donde otras formas de ocio están vetadas. Un entorno de lectura perfecto hace que sea más fácil elegir el libro como pasatiempo.
Aíslate de todo. Enciérrate en una habitación con un par de tapones en los oídos, ve a la parte más deshabitada de tu biblioteca, túmbate en el parque debajo de una manta. Piensa en la cantidad de soledad que necesitas, y luego multiplícala por dos. Quitar el teléfono de la mesita de noche evitará que revises Twitter a las cinco de la mañana, si te despiertas demasiado pronto, en lugar de coger un libro. ¿Te atreves a dar un paso más? ¿Imaginas lo que pasaría si cambiaras la televisión del salón por una estantería llena de libros? Eso no significa que tengas que renunciar a Netflix para siempre. Si te resulta posible, prueba a cambiar de sitio la televisión, a ponerla en una habitación a la que solo accedas si quieres verla.
2. Aumenta tu concentración
Mantenerse enfocado hará que entiendas mejor lo que lees y te ayudará a leer un poco más rápido. Este consejo se relaciona con el anterior porque se supone que ya has buscado ese sitio perfecto donde leer y que es silencioso, lo ideal para mejorar la concentración. Si no es posible, el empresario Emerson Spartz explicó en Business Insider que él escucha ruido blanco con uns auriculares. Escuchar esto, dice Spartz, puede ayudar a cualquiera a leer entre un 30 y un 200% más rápido porque elimina las distracciones.
3. Toma notas sobre lo que lees
Tomar notas sobre lo que les o resaltar determinados pasajes conlleva una lectura mucho más activa, lo que puede ayudarte a estar más concentrado mientras lees. Así mismo, rompe la monotonía y te ayuda a retener mejor la información. Anota todo lo que consideres importante o llame tu atención, desde palabras que no conozcas o cosas que leas entre líneas hasta las motivaciones de los personajes, sus pensamientos o, incluso, cómo te has sentido en algunos de los momentos más importantes del libro. Si lo pones por escrito, además, te resultará más fácil recordar el libro cuando haya pasado mucho tiempo y empieces a olvidarlo.
4. Comprométete con una lectura en público
En su libro , Robert Cialdini habla de un estudio psicológico que demuestra que las personas que hacen una apuesta en el hipódromo tienen una mayor confianza en las posibilidades de su caballo que antes de hacer la apuesta. A continuación explica cómo el compromiso es una de las seis grandes armas de influencia social. Entonces, ¿por qué no podemos pensar en nosotros mismos como en un caballo de carreras? Haz una apuesta abriendo una cuenta en Goodreads y actualizando tu perfil cada vez que leas un libro. O escribiendo una breve reseña de los libros que lees y compartiéndola con el mundo en un blog o en un canal de youtube. No subestimes el poder de la presión social a la hora de terminar un libro.
5. Habla de libros con otras personas
Cuanto más se habla de algo, más hype se genera en torno a eso. ¿No has visto como funciona con las series de moda? Todos hablan del último capítulo y tú estás deseando verlo. Prueba a hacerlo con los libros, dándoles prioridad por encima de películas, seres o videojuegos. Así podrás expresar el entusiasmo que te produce leer y al mismo tiempo podrás conocer nuevos libros a través de las recomendaciones de otros. Es como crear el ciclo «leo un libro, hablo de él, me emociono, leo más y lo termino». Hablar de un libro, además, crea una cierta responsabilidad pública que se relaciona con la recomendación anterior.
6. Ponte un reto
El reto hay que definirlo antes de empezar a leer. Puedes empezar con pequeños gestos, poco ambiciosos. Imagina ponerte un cronómetro durante veinte minutos y comprometerte a leer durante todo ese tiempo sin distracciones. Podría ser comprometerte a leer un capítulo entero, o un cierto número de páginas. No importa en qué consista el reto, lo importante es que te comprometas en cumplirlo. A menudo te encontrarás con que el libro te absorbe tanto que leerás más de lo que habías planeado.
El reto que se puso Shane Parrish era leer 25 páginas al día, dejando un margen de dos días al mes para no leer nada. Algo así como el Pomodoro de la lectura. Eso deja 340 días al año, lo que a un ritmo de 25 páginas por día supone 8.400 páginas leídas, probablemente algunas más porque recordemos que 25 páginas es solo el mínimo diario ‒él eleva la cifra a 10.000, lo que implicaría leer 30 en lugar de 25‒. Ana Karenina y Guerra y paz de Tolstoi suman unas 2.100 páginas, así que imagina la cantidad de libros que puedes leer con 10.000 páginas. Parrish advierte que 25 es su tope, pero cualquiera puede ajustarlo en función de sus intereses y de sus posibilidades; lo mismo pueden ser 20 ó 10 páginas que treinta minutos o una hora, o 2.000 palabras. También puedes intentar fragmentar tu libro en segmentos, señalando intervalos de lectura con marcadores. Por ejemplo, puedes poner tres marcadores en el libro para separarlo en cuatro fragmentos de lectura. Una vez que llegues a uno de los marcadores puede recompensarse con algo.
7. Unirse a un club de lectura
Es una versión del consejo anterior, porque un club de lectura no es más que un reto consensuado sicualmente. Te comprometerás a leer el libro para una fecha límite y, lo mejor de todo, una vez que lo hayas leído podrás hablar de él con otras personas, lo que te hará que retengas mejor su información ‒y combina otros consejos como el del compromiso social o el de hablar de los libros‒. Si leer con extraños no es lo tuyo, siempre puedes hacerlo con amigos. La clave es fijar plazos para terminar un libro y luego reunirse para discutirlo.
8. Ten tu próximo libro listo o usa alguna lista de lecturas
Cuando estés acabando el libro que estás leyendo, visita con tiempo una librería en busca de nuevas lecturas. Así no te quedarás atascado preguntándote qué es lo que vas a seguir. La industria editorial publica más de 50.000 libros al año. ¿Tienes tiempo para repasar mil libros nuevos a la semana? Nadie lo hace, por lo que utilizamos algún tipo de filtro para conocer e interesarnos por nuevos libros. No hace falta que recurras a la lista de lectura de algún periódico importante, sumplemento cultural prestigioso o autor de éxito. Simplemente puedes dejarte llevar por las recomendaciones de Goodreads, de blogs, de canales de youtube, de amigos, familiares o conocidos de confianza o con gustos similares a los tuyos.
9. Cambia tu mentalidad sobre dejar un libro a medias
En lugar de dejar de leer un libro y sentirte mal por ello, deberías sentir orgullo. Todo lo que tienes que hacer es cambiar tu mentalidad y pensar «¡Uf! Por fin me he deshecho de ese ladrillo para dejar espacio para el próximo libro, que tal vez sea una joya», en lugar de pensar que somos unos cobardes, que no somos lo suficientemente inteligentes o que nos estamos perdiendo algo culturalmente muy importante. Piensa en cuántos libros más vas a leer antes de morir y ten presente estas palabras que Gabriel Zaid escribió en Los demasiados libros: «si uno leyera un libro diario estaría dejando de leer cuatro mil publicados el mismo día. Es decir: sus libros no leídos aumentarían cuatro mil veces más que sus libros leídos». Aquí puedes consultar un artículo donde explico por qué dejar un libro a medias hace que te sientas culpable y cómo conseguir evitar que eso ocurra.
10. Pon cada clase de lectura en su lugar
Tal vez eres de los que navega durante horas por Internet y piensa «leo muchísimo, solo que apenas leo libros». En algunos momentos de mi vida me ha pasado. Cada día pasan muchas cosas nuevas y es difícil mantenerse al tanto de todo. Personalmente sigo blogs que publican del orden de unos veinte a treinta artículos diarios, y muchos de ellos son muy interesantes. Si a eso le añadimos la prensa, es posible que te encuentres con la situación de que se lee muchísimo pero apenas queda tiempo para leer libros. Se trata de una lectura más breve, desigual, menos profunda. ¿Qué pasaría si te tomaras unas vacaciones de todas esas lecturas y dejaras un tiempo para perderte en libros?
11. Piensa en tu biblioteca como en un organismo vivo
Es normal que un lector piense en su estantería como en un objeto fijo, casi una obra de arte hecha. Algo así como un florero. Pero lo ideal es considerarlo como un organismo dinámico, vivo, siempre en movimiento, siempre en cambio. Eso no significa que siempre tenga que estar en constante crecimiento. Un día se le pueden añadir cinco libros y quitársele tres o cuatro. Los libros llegan a través préstamos de amigos o familiares, de una biblioteca, o través de librerías, ya sean on line o físicas; los libros se van cuando los prestamos, los vendemos o los cedemos. Una biblioteca viva es una biblioteca que cambia con su lector.
12. Lee libros físicos
No voy a entrar ahora por enésima vez en el debate entre libros físicos y digitales. Cuando pienso en leer libros digitales, por supuesto, siempre pienso en dispositivos que sirvan únicamente para leer y que no tengan ningún tipo de distracción que nos aleje de su cometido. Por otra parte, simplemente diré que leer en papel tiene un encanto que engancha, quizá no a todos los lectores, pero sí a cierto tipo de lectores. Piensa que nos pasamos todo el día mirando pantallas y hay lectores que se sienten invadidos por una especie de fatiga digital ‒lo que explica, al menos en parte, que hayan disminuido las ventas de los e-books‒. Piensa, entonces, en el libro de papel como en un oasis a ese mundo digital.
13. Lleva un libro siempre contigo y lee cuando puedas
¿Te ves capaz de caminar 10.000 pasos diarios? Vas a la compra, te das una vuelta por el parque, vas a recoger a tus hijos al colegio y, de repente, al final del día, has conseguido esos 10.000 pasos. Poco a poco y sin darte cuenta. Con la lectura ocurre lo mismo. Piensa en cuándo lees más. En vacaciones o en largos trayectos de viaje. En cuanto tenemos un montón de tiempo de inactividad nos lanzamos a leer. Cada día hay minutos ocultos en cada rincón, listos para ser utilizados. ¿Y qué hacemos con ellos? Coger el móvil y mirar Twitter o leer alguna noticia. ¿Qué pasaría si utilizaras todos esos minutos para leer? No solo en el metro sino en la cola del banco o en el cine, mientras no empieza la película. Unas pocas páginas aquí y unas pocas páginas allá y antes de lo que te hayas dado cuenta habrás leído un libro. Una alternativa cómoda que te evitará cargar con libros es llevar el Kindle siempre contigo. También es importante saber elegir la lectura adecuada para cada momento y situación. Por ejemplo, leer no ficción por las mañanas, cuando la mente está más activa, o leer ficción por la noche, antes de dormir, cuando se necesita un rato de evasión.
14. Prueba a leer tres libros al mismo tiempo o alterna géneros
Algunas personas son capaces de leer un único libro en uno o dos días. Pero hay otros lectores que no pueden, porque leer siempre lo mismo les aburre y eso hace que vayan más lentos o que pierdan atención. Prueba a leer varios libros a la vez para intercambiarlos cuando sientas que uno se te empieza a hacer pesado. La cifra ideal serían tres libros porque si lo intentas con más es posible que empieces a liar argumentos y personajes. Una buena combinación sería leer algo de ficción, algo de no ficción y una novela gráfica o algo similar. Así siempre tendrás una motivación para seguir leyendo. Si no quieres probar lo de leer varios libros al mismo tiempo, al menos trata de alternar géneros. Así harás que tu flujo de lecturas sea más constante.
15. Prueba a escuchar un audiolibro
Si eres un viajero, los audiolibros puede ser una gran manera de aprovechar los trayectos. Un hilo de Quora comparó el tiempo que lleva leer un libro frente a escucharlo. Según los usuarios, aunque la media de palabras leídas por minuto es menor cuando lo hace el narrador de un audiolibros que cuando lo hace uno mismo por uno mismo ‒basándonos en el cálculo de 300 palabras por minuto‒, los beneficios pueden ser mayores. Un audiolibro te permite leer mientras haces otras tareas, como limpiar la casa, hacer la comida, conducir o hacer ejercicio, algo que no se puede hacer con la lectura tradicional. Evidentemente, esto sirve sobre todo para libros que exijan una concentración menor.
16. Establece unos horarios de lectura
¿Imaginas qué pasaría si después de la cena no vieras Netflix ni TV ni jugaras a videojuegos ni navegaras por Internet? Puede que durante una o dos horas, ese sea el único tiempo libre real que tienes a lo largo del día, una vez que los niños están en la cama y los platos limpios. Dedica ese tiempo a leer, o al menos, 30 minutos. Porque seguro que puedes dedicar 30 minutos diarios a leer. Por otra parte, esos horarios también tienen que tener en cuenta las pausas. Cuando te enfocas en una sola tarea que te exige mucha concentración durante demasiado tiempo, te vas agotando y notas que tu fuerza de voluntad va desapareciendo. Si no tomas descansos regulares, tu motivación para seguir leyendo desaparecerá, a no ser que el libro sea absolutamente cautivador.
17. Evita dormirte mientras estés leyendo
18. Aumenta tu velocidad de lectura
En el lado oscuro de la desesperación lectura, existen aplicaciones que garantizan que conseguirán que leas más rápido. También hay listas de consejos para que leas de manera más rápida y provechosa. Eso sí, como decía al principio, no recomiendo este método porque en cierta manera desvirtúa el objetivo principal de la lectura.
Y una vez dicho todo esto, ¡feliz lectura!
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