Mi hermana, asesina en serie (Alpha Decay, 2019) es la primera novela de Oyinkan Braithwaite (Lagos, 1988) y narra la historia de dos hermanas, Korede y Ayoola, unidas por la marca común del asesinato. Ayoola, guapa y seductora, parece no tener más ocupación que divertirse y trabajar ocasionalmente en su marca de moda, Korede, la protagonista, es una pulcra enfermera, acostumbrada a la resiliencia y el trabajo duro, que vive a la sombra de su hermana. Ayoola, sin embargo, tiene un pequeño fallo, y éste es acabar con la vida de sus parejas en situaciones que ella considera de tensión —aunque Korede empieza a dudar de si esto es verdad, y no se trata de una decisión consciente— con la navaja que heredó de su padre.

La novela comienza con el tercer asesinato del Ayoola y la consecuente petición de ayuda a su hermana Korede, que siempre le ayuda a limpiar el desastre, dada su pulcritud y su devoción en todo lo que a la familia se refiere. Sin embargo, en este caso Korede empatiza algo más con el ex-novio muerto, poeta, y empieza a dudar de las motivaciones de su hermana, que no parece nada afligida ni por la pérdida ni por el hecho de haber cometido un asesinato. En un punto de la trama, Korede se da cuenta de que su hermana ya ha terminado con la vida de tres personas, lo cual la convierte en asesina en serie —tal y como se lo cuenta a un paciente comatoso del hospital, su único confidente posible—. Esta revelación se convierte en algo más acuciante cuando Ayoola comienza a flirtear con Otomu, un médico del hospital de Korede del que ella lleva tiempo secretamente enamorada.

Se suele destacar de Mi hermana, asesina en serie que es una novela original y entretenida, así como encasillar el texto entre el humor y la novela negra. Desde mi punto de vista, no es esta la preocupación principal que Braithwaite tiene en mente al escribir la novela, sino desgranar la relación, entre el amor y los celos, que establecen las dos hermanas a partir de un hecho traumático compartido —desde aquí, algunos spoilers—, la muerte del padre de ambas, un hombre violento cuyos ataques y vicios marcaron la infancia de las dos, como vemos en la novela a través de flashbacks. Ambos personajes responden, en alguna medida, a un ideal femenino clásico —la mujer extremadamente bella, la mujer extremadamente buena y paciente— desde cierta perversión o subversión del rol que les ha tocado, que absorbe la violencia paterna y la transforma. Así, si bien Ayoola encarna en algún sentido el ideal de la mujer bella que vuelve locos a los hombres, esta imagen va acompañada de la navaja paterna, que le condujo a éste a su final, y que le lleva a acabar con los hombres con los que sale en el momento en los que los siente poderosos, ya sea por temor o por crueldad. Por su parte, Korede cumple el rol de matriarca tradicional, protectora de la salud y la bondad de aquellos que le rodean —especialmente de su familia— lo que, en su caso, se traduce en convertirse en cómplice de asesinato. Así que, si bien es cierto que Mi hermana, asesina en serie es un texto muy sencillo de leer, bastante original y con un toque muy contemporáneo, diría que en el fondo del mismo existe la preocupación de analizar cómo la violencia patriarcal influye en la constitución de la personalidad de su progenie, y cómo ésta debe aprender a vivir con ello.

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