No sería justo incluir a Gustave Flaubert en la nómina de escritores que alcanzaron el éxito con una sola novela. Sin embargo, con una producción bastante escueta, en comparación con otros de sus coetáneos, apenas una decena de novelas, el escritor francés se ha considerado uno de los mejores novelistas occidentales por un único libro, Madame Bovary. Sobre esta novela escribió Henry James: «Madame Bovary tiene una perfección que no solo la marca, sino que la hace casi única: posee una seguridad inaccesible y excita y desafía todo juicio». Marcel Proust, por su parte, alabó la «pureza gramatical» del estilo de Flaubert, mientras que Vladimir Nabokov dijo que «estilísticamente es prosa haciendo lo que se supone que hace la poesía». En el prefacio a su novela The Joke, por añadir algunos elogios más, Milan Kundera escribió, «No fue hasta la obra de Flaubert que la prosa perdió el estigma de inferioridad estética. Con Madame Bovary, el arte de la novela ha sido considerado igual al arte de la poesía ». Y Giorgio de Chirico no dudó en afirmar que «desde un punto de vista narrativo, el libro más perfecto es Madame Bovary de Flaubert».
Sí, estamos de acuerdo en que Madame Bovary es mucho Madame Bovary, pero para evitar reducir a Flaubert a un único libro, hoy recordamos cinco curiosidades sobre el escritor que no tienen que ver ‒al menos de forma directa‒ con su obra maestra.
La tentación de San Antonio estuvo a punto de no ver la luz
Aunque hoy en día se considera una de las obras más importantes de Flaubert, por supuesto detrás de Madame Bovary, La tentación de San Antonio fue un libro que en su momento le dio algunos sinsabores al escritor. Comenzó a escribir la novela en 1849, con la intención de que fuera su debut. El libro, centrado en las tentaciones de San Antonio en el desierto, estaba lleno de elementos fantásticos. Sin embargo, cuando Flaubert presentó el libro en su círculo de amistades no fue bien recibido. Su mejor amigo, el escritor Maxime Du Camp, le sugirió que no perdiera más el tiempo con aquella obra y que quemara el manuscrito. Por suerte Flaubert no le hizo caso, sino que la guardó en un cajón y se entregó en cuerpo y alma a la escritura de Madame Bovary. La tentación de San Antonio finalmente fue publicada en 1874,
Era un firme creyente firme del antinatalismo
Flaubert nunca se casó porque estaba moralmente en contra del hecho de tener hijos. Sin embargo, tuvo una larga aventura amorosa con la poetisa Louise Colet. La correspondencia entre ambos que se conserva permite vislumbrar su proceso de escritura de Madame Bovary, ya que el affaire tuvo lugar durante los años en los que trabajaba en la novela. La historia con Colet terminó mal y ella acabó tan disgustada con el autor que escribió una novela mordaz, Lui, en un intento por difamarlo.
Era muy perfeccionista
En una época en la que lo normal era escribir una novela al año de media, Flaubert tuvo una producción sorprendentemente poco prolífica, doce novelas en los cuarenta años que se pasó escribiendo. Esto se debe al método de escritura del autor. Era conocido por su interminable búsqueda de le mot juste ‒la palabra exacta‒, y no continuaba con su trabajo hasta que cada palabra era la que debía ser. Esta forma de trabajo hizo que Flaubert escribiera a un ritmo de una página por semana. Su interés por el detalle ralentizaba mucho su escritura, pero también dio como resultado el estilo realista por el que se hizo conocido, que posteriormente se convirtió en el estándar de la escritura realista.
Luchó contra la epilepsia
Flaubert experimentó su primer ataque epiléptico en 1845. El evento lo aterró y esa ansiedad le trajo todavía más problemas de salud. Su padre y su hermana Caroline murieron al año siguiente, lo que hizo que las convulsiones del escritor aumentaran. Esto, junto a la necesidad de dedicarse a la escritura por completo, hizo que abandonara sus estudios de Derecho. Continuó luchando con la epilepsia el resto de su vida. Hay quien considera que este problema fue determinante en la hemorragia cerebral que terminó con su vida en 1880.
Dedicó el final de su vida a uno de los libros más extraños del siglo XIX
Al final de su vida Flaubert se embarcó en una sátira que hablaba de la futilidad del conocimiento humano y de la omnipresencia de la mediocridad. La había iniciado entre 1872 y 1874 para después dejarla abandonada y retormarla en 1877. Finalmente, sin embargo, quedó inacabada. Se trata de su desconcertante Bouvard y Pécuchet, publicada de forma póstuma en marzo de 1881 por la editorial Lemerre y que Flaubert consideró que iba a ser su gran obra maestra.
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