En 1957 Orson Welles comenzó a rodar Don Quijote, en la que el icónico personaje, acompañado de Sancho Panza, recorría la España de los San Fermines, de las fiestas de los moros y cristianos o de la Semana Santa. El rodaje tuvo que detenerse doce años después, en 1969, porque el actor que hacía de don Quijote, Francisco Reiguera, falleció, aunque Welles continuó editando la película durante la década de 1970. Doce años de rodaje ya son años, pero están todavía lejos de los diecinueve años en los que Terry Gilliam intentó rodar su película basada en el inmortal libro de Cervantes. Después de ocho intentos de rodaje fallidos y diecisiete años de producción, Gilliam pudo estrenar en el Festival de Cannes de 2018 El hombre que mató a Don Quijote, un proyecto que había iniciado en 1998.
Decir que existe una maldición en lo que se refiere al rodaje de películas basadas en el Quijote quizá es llegar demasiado lejos, teniendo en cuenta que la lista de adaptaciones cinematográficas que existen sobre el personaje son interminables, pero que dos de las versiones más emblemáticas hayan tenido tantos problemas sí que confieren una suerte de halo de malditismo a un proyecto que, a priori, cabría pensar que tiene mucho de quijotesco.
De eso precisamente trata el corto de Miguel Faus The Death of Don Quixote. En él se refleja el que quizá sea el episodio más importante y simbólico del libro de Cervantes, porque es el que da sentido a toda la novela, el momento final en que don Quijote, justo antes de morir, recupera el juicio y hace balance de su locura. En un exquisito ejercicio de metacine, un joven director, otra especie de don Quijote más, quiere dar punto y final a su película sobre la obra de Cervantes, rodando esta escena, en la que el actor y el personaje mueren al mismo tiempo.
El corto se estrenó por primera vez en el Festival de Sitges, donde se hizo con el Meliès de Plata al Mejor Cortometraje Europeo, y a partir de ahí ha pasado por numerosos festivales, haciéndose con algunos premios más. El pasado 23 de abril, Día del Libro, el corto fue estrenado en abierto para todo el mundo y ahora cualquiera puede disfrutar de él. Una curiosidad interesante, que entronca con la tradición de Welles y de Gilliam, es que a pesar de que el director es español está rodando en inglés (eso sí, con subtítulos al castellano).
No hay comentarios