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El pasado 6 de junio la escritora L.L. Mckinney inició una campaña en redes sociales bajo el hashtag #PublishingPaidMe en la que cuestionaba la disparidad con que las editoriales valoraban el trabajo de los autores blancos y negros. A partir de ese hashtag se generó un diálogo en el que diferentes autores, blancos y negros, comentaron cuánto se les pagaba como adelanto por sus libros y los diferentes testimonios parecieron confirmar lo que ya se sospechaba: al menos en Estados Unidos el color de la piel sí determina la forma en la que las editoriales consideran a los escritores, percibiendo como adelanto menos dinero los autores negros que los blancos.

El agente literario de Nueva York Brook Sherman planteó el concepto de tokenización, explicando en un tuit que existen editoriales que rechazan libros que podrían ser catalogados como diversos porque ya se ha planificado la publicación de alguno así y se considera que no necesitan más, lo que en realidad es un motivo bastante cuestionable para rechazar la publicación de un libro que podría ser bueno o que podría interesar a una gran cantidad de lectores.

Además de los adelantos, muchos autores negros consideraban que las editoriales son más permisivas con los autores blancos cuando no se venden tantos libros como se esperaba, mientras que con los autores negros se es mucho más duro. Ahora bien, ¿cuánto hay de verdad en esto? En un artículo en el que se analiza la lista de bestsellers del New York Times entre el 24 de diciembre de 2017 y el 8 de junio de 2020 se concluyó que el 69 por ciento de los títulos más vendidos eran de autores blancos, mientras que solo el 9 por ciento era de autores negros. Teniendo en cuenta que para un autor que lanza un libro por primera vez estar en esa lista del New York Times supone un 57 por ciento de incremento en las ventas, ¿no es lógico pensar que los autores blancos venden más que los negros y que por tanto la editoriales pagan más y mejor a unos que a otros? Recordemos que los anticipos se basan en las previsiones de venta que hacen las editoriales, así que tiene sentido que se pague menos a los negros si las editoriales consideran que van a vender menos.

Con motivo del #PublishingPaidMe algunas editoriales se han esforzado por hacer énfasis en los libros de autores negros que tienen publicados. En un correo electrónico dirigido a sus empleados, Penguin Random House se comprometió a aumentar la cantidad de libros de autores negros que publica, además de a organizar una formación antirracista entre su personal y de recomendar la lectura del libro Cómo ser antirracista de Ibram X. Kendi. Otras editoriales se han unido a la conversación y se han mostrado abiertas a publicar a más autores negros y de diferentes grupos minoritarios.

También se unió a la conversación del #PublishingPaidMe la escritora nigeriana Akwaeke Emezi, que ha recibido varios adelantos de miles de euros por algunas de sus novelas. Eso sí, nada en comparación con el escritor camerunés Imbolo Mbue, que en 2014 recibió un adelanto de un millón de euros de Random House por su primer libro, Behold the Dre. Pero en general las editoriales en África no pueden pagar grandes anticipos a sus autores o, directamente, no pueden pagar nada. Esto ha hecho que autores africanos que comienzan a destacar se marchen a occidente para lanzar sus carreras literarias, ya que en su continente como mucho pueden recurrir a algún premio literario, que son escasos y que no ofrecen mucho dinero. Una excepción podría ser la Beca de Escritura de la Fundación Morland, que anualmente se otorga a cuatro o cinco escritores africanos para que tengan tiempo de terminar los borradores de sus novelas.

A partir del #PublishingPaidMe se han generado otros movimientos, distintos, como es el caso del #BlackoutBestsellerList, una campaña que ha sido promovida por Amistad Press, sello de HarperCollins, y que anima a los lectores a comprar libros de autores negros para lograr que lleguen a lo más alto de las listas de ventas. Autoras como Roxane Gay o Angie Thomas han apoyado el movimiento, así como Oprah Winfrey, que ha pedido a sus seguidores en redes sociales que compren un par de libros de autores negros. De esta manera, se espera que las editoriales sean más proclives a publicar a autores negros. La campaña #BlackoutBestsellerList se produce después de que la lista de superventas del New York Times presentara casi exclusivamente libros sobre raza y ya sea por esto o por los los diferentes movimientos creados en redes sociales, lo cierto es que las ventas de autores negros han aumentado en los últimos días en todo el mundo.

Solo cabe esperar, en fin, que las diversas reacciones de las editoriales en torno al #PublishingPaidMe, al #BlackoutBestsellerList y demás movimientos de concienciación no acaben por silenciar las protestas de la comunidad negra y que el hashtag termine simplemente desapareciendo, sino que todo esto sea el comienzo de nuevas políticas, más sostenibles e inclusivas, que garanticen la equidad y la igualdad en la industria editorial. Probablemente los cambios no se vean a corto plazo, pero puede ser el inicio de una nuevo rumbo para el sector editorial.

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